Un mosquero sobre el Valle de Mocotíes: Tovar-edo Mérida (, , ,)

Constituye un deber señalar la indignación que siente la comunidad a lo largo y ancho de la Cuenca del Río Mocotíes, desde los páramos hasta las poblaciones de menor altitud –un problema del que no se salvan, incluso, los demás pueblos de los páramos de la Sierra Nevada—. Lo hemos visto y sentido, no lo contaron, desde antes de Las Playitas, Bailadores, La Playa, Tovar, Santa Cruz de Mora. Nubes de moscas acosan y desesperan. Lo peor es que se produzca una epidemia. Allí la gente sufre de problemas gastrointestinales. Las moscas se posan sobre el excremento. Pululan en restos fecales de retretes, inodoros y baños. Luego revolotean, parándose sobre los alimentos sin que nada las detenga y de ahí al sistema digestivo. Se detienen en la cara, sobre la cabeza y en un descuido se meten en la boca. "Qué lala".

Esto contribuye a otro conflicto, el del agua, porque no hay acueductos del vital líquido potable. Entonces, la mayoría sufre de parásitos. Algunos quizás, tal vez, lo evitan hirviendo el agua. Este caso del agua siempre lo han utilizado los politiqueros en elecciones como un ofrecimiento demagógico para acceder a los puestos de poder. Después lo olvidad. No obstante, nunca jamás han arreglado tal problemática de construir un digno acueducto.

Ahora. ¿En qué consiste la causa del asfixiante asunto del incontrolable mosquero? ¿Quiénes se benefician? ¿Los que "se hacen de la vista gorda"? ¿Acaso los falsos políticos y otros sujetos con poder? ¿O quienes por creer que tienen "cuatro lochas" son "más arrechos que los demás" y en apariencia compran a los funcionarios? La inefable corrupción. El pueblo temeroso, no puede hacer nada como un "invitado de piedra", sin posibilidad de tomar ninguna decisión, contempla que suben los fétidos camiones cargados de "Gallinazo". Dejan el mal olor en el aire arrastrado por el fresco viento. Luego la náusea aparece –tan existencial como la de Sartre— y nadie puede dominar el vómito.

"Dicen que el ‘Gallinazo’ lo traen del estado Falcón". Que lo elaboran con estiércol, es decir, con "miér-coles" de gallina o lo que sea. ¡No importa! ¡Pero hiede, transmite enfermedades y deja un mosquero! ¿El sistema de salud, qué dice? ¿No hay voluntad política para resolver el asunto de una vez por todas? Se entiende que sustituye los venenosos efectos de los agroquímicos en los barbechos. ¿Acaso más económico? ¿Pero a costa de quiénes? ¿De cosas o, más bien, personas? No hay fiscalización y ese pequeño detalle profundiza aún más la anarquía.

Nos recuerda a un hombre mayor (por la edad), que comentó: "ya no hay políticos viriles, no tienen ‘tabaco en la vejiga’. Veo sujetos superficiales que desean andar bonitos para aparecer en los medios, pero no resuelven nada. Sí, lo de ellos. ¿Qué vaina es esa? Cargados de estrógenos y progesteronas, y cero testosterona. Eso huele a ‘ñoña’ y es peligroso porque son temperamentales, como un ‘mono con una hojilla en la mano’. Y pensar que están infiltrados como una comunidad solidaria, entre ellos, desde los municipios hasta las altas esferas. Los más son jovenzuelos sin experiencia ni conocimiento político, pero sí conocen la realidad del capitalismo y lo viven a plenitud en la ‘dolce vita’. Entretanto, un pase pa’llá y otro pase pa’cá. ¿En qué manos caíste papaíto?".

Por lo demás. ¿Qué harán con el problema del mosquero y del Gallinazo? Seguirá la comunidad calándose tal asunto maloliente que la predispone a un brote de infecciones. Y, aunado a ello, lo costoso en dólares de los antibióticos y los servicios médicos. ¡Ah, la industria de la salud vivita y coleando! Y los hospitales sin médicos. El salario no alcanza. Mientras, la mayoría popular "pelando bollos", enfermándose, la élite sociopolítica de uno y otro bando disfrutando en sus costosas naves donde no entran moscas. Es lo evidente, como el mosquero en la realidad objetiva, batiendo sus alas malsanas (…)

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