Un cuento de las 1001 noches sin electricidad

El espejo mágico

El espejo mágico

Un cuento de las 1001 noches sin electricidad

Según las fábulas, hace tiempo…muchísimo tiempo, existió por estos parajes un extraño reino en problemas gobernado por un poderoso rey que controlaba todos los poderes. Pero, aun así, el rey tenía miedo de ser destronado por unas elecciones justas y por eso vivía muy nervioso por su seguridad. En uno de sus viajes con su reina a donde vivía un compadre suyo, les regalaron un espejo mágico que les diría siempre la verdad de cómo iban las cosas cuando estas se pusieran un poco feas. Todos los días el poderoso rey consultaba con su espejo mágico con el cual, por cierto, no se llevaba muy bien.

Una mañana de tantas en las que consultaba con el espejo mágico:

─Espejito espejito, ¿A quién en el reino le queda mejor el bigote?

─A ti, mi señor, ese bigote te queda soñado; además no sé por qué me recuerdas a Gómez y a Saddam Hussein.

─Estás mamoncito espejo, ¿cómo que a Gómez? ¿acaso soy un dictador?

─Me refiero a lo elegante, señor, eso fue lo que quise decir.

─ Ahh… bueno, yo creía...

El rey queda cogitabundo ante la ocurrencia del espejo mágico. "¿Qué será lo que me quiso decir este espejo coño `e madre que me regaló mi compadre de Turquía? Mi Reina siempre trae cachivaches raros de nuestros viajes por el mundo", pensó. En esas profundas meditaciones estaba cuando lo llama la reina a desayunar.

─Buenos días mi amor, ven, vamos a comernos este pabelloncito criollo que nos preparó la servidumbre; tú sabes que yo no cocino, lo mío es gobernar contigo y ayudarte a controlar la inflación ─dice amorosamente desde el comedor real.

De inmediato despliega sobre la mesa dos platos de caraotas negras bien resueltos, con su carnita esmechada y sus tajadas de Maduro. La ensalada de aguacate y el quesillo serían el postre. Café con leche y chocolate para ir rodando la primera de las cinco comidas que dice Menéndez (consejero real) que hacen los súbditos del reino con el salario mínimo de 4 Dólares. Y además había para degustar juguito de frutas.

─Me pregunto Mi Reina, ¿qué dirían nuestros vasallos si me vieran comer así mientras ellos mueren de hambre por el alza del dólar y el salario bien chucuto que les pago?

─Comamos nosotros bien ahora que estamos en el poder, mi señor; que cada quien se las arregle como pueda, así es el socialismo territorial ─argumenta ideológicamente la Reina.

─Tienes razón mi Reina Bonita, ¡Aprobado!

Y así comienza una mañana cualquiera en la dura vida del rey y su reina en aquellas lejanas tierras. Inquieto todavía por las palabras del espejo mágico y, mientras desayunan tan modestamente, le comenta a su reina.

─Mi Reina, mi amor, el espejo mágico que nos regalaron en Turquía hoy me dijo una vaina medio rara que no me gustó, creo que lo voy a mandar a investigar con la policía política.

─ ¿Y qué te pudo haber dicho que te tiene tan preocupado?

─Me comparó con Gómez y con Saddam en vez de Super Bigote.

─Eso te lo han dicho antes, mi amor, no deberías preocuparte tanto a estas alturas del partido.

─Lo que pasa mi Reina, es que este espejo mágico siempre dice la verdad… voy a llamar a mi compadre Erdogán a ver qué me dice. ¿Qué piensas de eso mi Reina Bonita?

─ Que estás algo nervioso; la elección adelantada y la inflación que está matando de hambre a nuestros súbditos te tienen nervioso… y a mí me tienes abandonada, hace tiempo que….

─Es verdad, Mi Reina, estoy un poco asustado y hasta me he olvidado de invitarte a comer caviar. Lo que pasa es que si la gente sale a votar masivamente me van a cobrar el peo de los servicios y de la economía y el hambre que están pasando.

─Consultemos con el espejo mágico, está obligado a decirnos la verdad ─propone la Reina.

Terminan de desayunar para poder resistir la guerra económica, y entonces interrogan al espejo mágico.

─Dime espejito mamón, ¿Qué dice el pueblo de nuestra revolución? …

─ ¿Te fijaste mi Rey? si hasta te salió en verso, esto hay que celebrarlo; te estás volviendo poeta a medida que gobiernas. ─exclama la Reina toda alborozada por aquella prosa genial del mandatario.

─Es cierto mi amor, celebremos, vamos a bailar.

Y de inmediato el Rey y su Reina se ponen a bailar frente al atónito espejo que se ve obligado a reflejar los ágiles pasos de baile del mandatario y sus quiebres de cintura. Y la reina no se queda atrás, observando y disfrutando como gestiona el baile su rey y señor.

─ ¡La vida es una sola mi Reina, y es para gozarla! ─ Dice jubiloso al compás de cumbia sampuesana.

─ ¡Y para gobernar! ─ agrega la Reina Bonita … ─ ¡Y yuuujuu…!

Mientras la pareja real disfruta de la vida y se vacila la crisis que hunde al reino, el espejo mágico aprovecha para tomarse su tiempo, sabe que la libertad de expresión es peligrosa hasta para los espejos y que ya hay bastantes preocupaciones en el reino por esa causa. Espera que termine el fogoso baile para preguntar.

─ ¿La verdad mi señor? ─pregunta el espejo como preparándose para lo peor.

─La verdad, caiga quien caiga.

Midiendo sus palabras el espejo habla:

─Mi señor, el pueblo anda diciendo que tu revolución es chucuta como el salario mínimo y que no ven desarrollo por ninguna parte, que con ese salario que tenemos nos estamos muriendo de hambre y de enfermedad, y que además…

─ ¿Cómo es la v…? ─interrumpe furioso el Rey─. ¿Están diciendo eso los malagradecidos?...

─Deben ser los maestros, mi Rey, los maestros y los profesores de la universidad, siempre están pidiendo más salario del que merecen, son unos inconformes, ellos saben que deben trabajar por vocación y no estar pidiendo aumentos y convenciones colectivas que causan inflación ─agrega la Reina echando más leña al fuego.

─Ajá espejo mágico ¿Y qué más dice el Pueblo, según tú? Y no le vayas a poner ni una coma de tu parte, me estás pareciendo medio sospechoso.

─El pueblo es quien opina, mi rey, no soy yo; los espejos mágicos tenemos que decir siempre la verdad… y no son solo los maestros, es toda la clase trabajadora del reino, la que tu dices defender.

─ ¡Continua! … y ve que te tengo en la mira.

Al espejo no le queda de otra que seguir diciendo la verdad, y continúa informando al Rey.

─El pueblo dice que unos pocos avispados del partido viven bien, que los banqueros viven felices en tu gobierno y que los vivos se están enriqueciendo con la especulación cambiaria mientras los trabajadores mueren de hambre y enfermedad por el salario miserable de 4 dólares, que tampoco es revolución prohibir las convenciones colectivas además de imponer el Instructivo Onapre para negar salario justo y fraccionar bonos y aguinaldos…

─ ¡Ya! ¡Párame eso ahí! ─interrumpe muy alterado el Rey ─ ¿Escuchaste mi Reina Bonita? ¡Cuánto malagradecido hay en este país, ahora sí es verdad que voy a mandar a quitar unos cuantos bonos, ya van a saber lo que es gobierno socialista territorial!

─Este Pueblo malagradecido se merece una lección, mi Rey, aprobémosle también una nueva lista de precios justos, así sabrán lo que es bueno.

─ ¡Caramba mi Reina Bonita! ¡Qué bárbara! Dejémosles ese trabajo sucio a los comerciantes especuladores, ellos terminarán de pulverizar el salario…

─Tienes razón mi Rey, dejemos que los especuladores hagan su trabajo, así es el socialismo territorial.

Pero a pesar de las duras verdades del Pueblo que oye, el Rey insiste en preguntar al espejo mágico.

─Ahora dime espejito, has echado el cuento de un solo lado, ¿qué dice el Pueblo del Rey autoproclamado y sus amigotes?

─El pueblo piensa que ese otro rey de mentirita y sus compinches también les causan hambre por las sanciones y que han aprovechado su guerra contra ti para enriquecerse y por eso no quieren que termine eso que tú llamas guerra económica.

─Eso es verdad espejito, ese rey de pacotilla y los bárbaros del norte nos tienen aplicada una guerra económica, ¿Qué dice sobre eso el Pueblo?

─Disculpa por transmitirte la verdad, mi Rey; el Pueblo dice que padecen la guerra económica que tú le haces al salario y la guerra que el autoproclamado y sus jefes del norte le hacen a todo el reino con las sanciones. El Pueblo piensa que a ustedes les conviene alargar la pelea que tienen por las rentas del reino y sus recursos … , que solo el Pueblo pierde, entre ambos nos matan de hambre y administran las riquezas del reino, eso dicen…

─ ¿Estás oyendo mi Reina? ¿No será que este espejo mágico está con la izquierda trasnochada?

─Tienes razón mi Rey, este espejo es un infiltrado, pero vamos a terminar de oírlo a ver qué sacamos de eso, es el único que puede decirnos la verdad de las cosas, no podemos guiarnos de Farías, ni de los medios que pagamos ni de los otros enchufados, están demasiado preocupados por mantener la chamba que les pagamos y solo nos dicen lo que queremos oír.

─De acuerdo mi Reina Bonita, sigamos interrogándolo, ─dice el monarca y señor de todos los poderes del reino.

─ ¡Ajá Espejo infiltrado! Termina de desembuchar, ¿qué más dices tú que dice el Pueblo?

Que negocias y consultas con tu oposición y por eso les soltaste algunos presos. Para el pueblo no hay consulta ni convenciones colectivas ni aumento digno del salario mínimo que los defienda del dólar, de los altos precios, del hambre, de la enfermedad, la oscuridad y la sed… es lo que se dice en las catacumbas del pueblo, mi rey; yo solo soy un humilde espejo mágico que debe hacer su trabajo.

El Rey y la Reina se quedan como de una sola pieza al oír aquel informe, que más parece salido de la mente calenturienta de un guerrero del teclado que de un espejo mágico. Muy por lo bajito, como para que el espejo mágico no escuche, el Rey le susurra a la Reina:

─Mi Reina, será mejor que no sigamos hablando con este espejo, pensaba preguntarle algo sobre la elección adelantada, pero tengo miedo de lo que va a decirme, …

─Estoy de acuerdo mi Rey, mejor llamamos al compadre a ver de dónde sacó este espejo mágico infiltrado.

-Fin-



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Oscar Henrrique Fuenmayor Quintero

Licenciado en Educación, mención Matemática y Física, Universidad del Zulia.

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