Cuando la pobreza nos delata (A mi amigo Eligio Damas)

En una sociedad materialista como la sociedad capitalista, hoy y siempre, la psicología de la crisis es siempre la misma; arriba, abajo y, sobre todo, en el medio. En las clases medias se exacerba la hipocresía, el rechazo a la pobreza, a los pobres, y se aprovechan las oportunidades de comprar muy baratas cosas caras, con la mueca de la piedad aprovechando las necesidades de los más pobres.

En la dimensión donde se mueven las potencias democráticas: es lo mismo. En los países que no son democráticos, sean monarquías, tiranías, esa "psicología" funciona igual; quizás fuera distinto en los pueblos más aislados o apartados de la "civilización", que viven de la magia, de la naturaleza, y del control social de sus mujeres, radicalmente distintas al resto del planeta, pero son casi inexistentes. Hasta el último reducto del oriente islámico ahora está contaminado de occidente, ha sido civilizado por el capitalismo, el mercado y la idiotez del mercado.

El rechazo a la pobreza es generalizado, bien porque se trata de una excusa para hacer políticas públicas, congresos internacionales, escribir resoluciones y propósitos; para hacer política barata y culpar a los socialistas y al socialismo de la pobreza, o para eliminarla matando a los pobres, reduciéndolos a guetos, criminalizándolos, o haciendo que se maten unos con otros etc. Lo cierto es que en épocas de crisis, cuando escasean las comodidades y los lujos, los pobres son los que se llevan la peor parte.

En estos tiempos, oler a pobre es una objeción para ser incluido en la sociedad. Buscar empleo hediondo a jabón azul ya es un reproche a tu estatus y tu inteligencia. Ni se diga vestirte como pobre, repetir la misma franelita de siempre y los mismos zapatos, dejarse crecer la barba o el pelo largo, son signos de pobreza; la clase media huele la pobreza inmediatamente inferior a ella (y a los pobres) y gasta la mitad de sus "entradas" en aparentar que sí pueden con el éxito, comprando zapatos caros, perfumes, cochecitos de lujo, cortes de pelo, ostentando lo que no tienen a ver si pescan una pequeña e inocente estafa social: pasar ricos y "cultos".

Eso es muy común dentro de la clase media de los políticos "profesionales", magistradas del TSJ, o en los académicos universitarios con cargos (administrativos) y también dentro de los rasos "normalitos", desarrollar una capacidad delictiva semi legal (en esto nadie les gana), se cubren con el velo de la decencia que le otorgan sus demolidas dignidades, es decir, tapan sus togas harapientas con la pinta de "Tropicana", chaquetas de piel de antílope y zapatos Oxford.

Los pequeños comerciantes, con la excusa de "hacerte un favor", explotan las necesidades y el decoro de sus semejantes pobres, siguiendo la tradición de los mercaderes israelitas; no hay ninguna deferencia. Cuando eres pobre e intentas vender las joyas de tu madre o tu padre, muertos o vivos, siempre se acercará a ti un buen amigo dispuesto a comprarlas, pero pagándote cuatro lochas. Como en una siniestra casa de subasta, todos tus amigos se confabulan contra ti para saquear tu casa, tu herencia, tus posesiones, a cambio de nada… En época de crisis los mercachifles, los más despiadados y osados viven sus mejores días.

Oler la pobreza se pone de moda dentro de las clases medias, uno lo ve en las redes sociales. Oler la pobreza resulta hoy una cualidad aristocrática. Sin embargo la misma alta sociedad venida a menos puede ser víctima de ese fenómeno de la "psicología de las masas en crisis", no obstante todavía les queda el recurso de la estafa – los grandes estafadores provienen de ricos quebrados, de aristócratas limpios y echados de sus casas, por drogadictos o adictos al juego, o por vagos, artistas de segunda clase; ya abandonados se dedican de forma natural a estafar a las mejores familias burguesas, o pequeñoburguesas en ascenso, las cuales son una "pesca menor", como dulces "conejitos", pero, ¡"vale"!

Un tipo como Musk huele la pobreza de la misma forma como una reina europea reconoce a un banquero por su perfume y sus modales. A Musk le sabe a mierda los modales aristocráticos, para eso tiene plata, pero muy adentro quisiera ser príncipe de algo, de algún país, rey de algún planeta, si no pudiera serlo del mundo.

En época de crisis, el perfume de los pobres: de los socialistas, de los artistas, de los ladrones de poca monta, de las putas, de esos que llaman LGTB (que no por sus gustos sexuales como por sus eternos resentimientos), los mal hablados, los delincuentes aspirantes, los obreros, los campesinos que trabajan o el perfume de todo aquel que trabaje y no tenga ni medio, y similares, en época de crisis huele mal –y fuera de ella, pero sobre todo en estos tiempos que corren el hedor pega más fuerte –.

Una madre y su hija soltera mueren de inanición y son encontrados sus cadáveres esqueléticos podridos en sus camas, dentro de un apartamento en Las Vegas de Petare. Murieron por orgullo, por dignidad pequeñoburguesa, por negarse a pedir comida y ayuda; ¡primero muertas que humilladas de pobres! Una joven ama de casa pierde a sus amigos de la piscina cuando éstos se enteran que tiene que pagar la cuota mensual dando lecciones de natación. Otro pendejo, sin darse cuenta está solo en su casa sin recibir una sola llamada de sus viejos panas desde el día que les confió que no tenía cómo llegar a final de mes y les pidió dinero prestado "hasta el último"... Otro, como aquel "Iván Ilich" de Tolstoi, cuando se enteraron sus amigos y familiares que estaba enfermo de covid, recibió, como una gran ola de mar, fuertes y abundantes gestos de afecto por internet. Pero con la misma, el reflujo se los llevó muy lejos y esas emociones y entusiasmos más nunca volvieron a la playa de su computadora y menos de su cama, hasta que murió solo, como la "I latina".

De verdad, hablando de pobre a pobre amigo Eligio, yo quisiera ayudarlo a comprar sus libros – disposición no me falta –, pero no tengo dinero. Yo soy estrictamente pobre. Soy un jubilado de eso engañados por el gobierno con el pago de sus prestaciones, y pensionado: ya sabe usted para qué sirve ese sueldo que cobramos los más pobres y los más viejos. Por fortuna yo no tengo hijos ni familiares qué mantener, porque casi todos están muertos o haciendo sus vidas de forma independiente. Sin embargo, cualquier cosa le pueda "echar" a su cuenta, si me dice cómo hacerlo, lo haría con gusto dentro de mis posibilidades; de resto, no tenga pena. Sus libros quedarán a la posteridad, eso es seguro, pero usted se merece más tiempo y más goce de la vida, ¡FUERZA!


 



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

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