Los retos de la nueva Asamblea Nacional

"Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo." Albert Einstein

Con la instalación de la Asamblea Nacional y la designación de su directiva se pone fin a la primera etapa de la discusión en cuanto a si habría o no, nueva Asamblea Nacional. Sin embargo, de este acontecimiento se desprende una serie de lecturas, dignas de ser abordadas rápidamente, para intentar comprender los resultados del pasado de 6 de diciembre de 2020, algunos de los cuales habíamos presagiado en artículos anteriores.

En primer lugar, más allá de las interpretaciones que se quieran dar desde los diversos ángulos partidistas ganó la abstención, devenida en un alto porcentaje al rechazo al gobierno, a su gestión; a los desaciertos de la clase política que durante todos estos años ha dirigido a la oposición y en una decepción inconmensurable en la psiquis del pueblo que si bien no cree en el gobierno, tampoco en la oposición, pero dejando claro que el triunfo electoral del gobierno, con un bajo porcentaje de participación electoral, no desnaturaliza, ni deslegitima el proceso comicial del 6 de diciembre, por lo que la victoria electoral contundente del PSUV y sus aliados es legítima y absolutamente legal. La abstención es una especie de S.O.S., de luz encendida en el panel de control del Estado y sus instituciones, lo cual debe llamar a la reflexión a la institucionalidad política de la nación. Esta manifestación reiterada en los últimos procesos electorales evidencia que algo anda mal y el gobierno no puede hacerse el indiferente ante tal manifestación, solo por el hecho de que la abstención le favorece electoralmente.

La oposición por su parte hizo añicos su victoria electoral de 2015 cuando tomó el control de la Asamblea Nacional con 7.707.422 votos. La que participó destacó en sus rasgos predominantes la atomización y la dispersión. "La unión hace la fuerza y la discordia debilita", solía decir el gran Esopo. A esto se agrega una tercera joroba para el camello: sus jefes políticos tradicionales llamando a la abstención; los que tuvieron el coraje de enfrentar al gobierno, apenas alcanzaron un 1 millón 500 mil votos y un 10% de la representación parlamentaria.

La escisión gubernamental aglutinada en la Alternativa Popular Revolucionaria (APR) liderada por el Partido Comunista de Venezuela (PCV), no alcanzó sus expectativas y también llevó su parte en esta "molienda", logrando alrededor de 170 mil votos, menos del 3%. Esto demuestra que el voto "duro" del chavismo sigue inconmovible, incluso el de gran parte de ese conglomerado que no esconde sus diferencias con el gobierno.

En rasgos generales podemos resumir como lectura de estos acontecimientos:

1. El 70% no participó, y esto debe llevar a revisar la vigencia del modelo político en cuanto a su efectividad en la gestión pública; es innegable el cuadro de descontento, desesperanza y desaliento en la población; su exacerbación beneficia al oficialismo; su brazo largo llega hasta la oposición, a la que con más contundencia golpea.

2. El oficialismo, gana por contar con la mejor maquinaria partidista, su discurso y comportamiento se sustentan en un mensaje monolítico y la cohesión, con una alianza perfecta donde el mayor redito se lo llevo el PSUV. Los demás partidos, integrantes del Gran Polo Patriótico alcanzaron un resultado electoral de muy poca monta, el gran decisor de la vida electoral del oficialismo es el PSUV, los aliados cuentan poco electoralmente hablando.

3. La oposición democrática posee la virtud de estar construyendo el camino participativo a pesar del cumulo de errores cometidos. Su atomización le impidió una mayor representación parlamentaria. La dispersión fue tanto en el sistema de personalizado (por circunscripciones) como de representación proporcional (listas cerradas), tanto en los estados como a nivel nacional. Esa dispersión la pagaron caro al perder un importante número de diputados tanto en las listas regionales como la nacional que tanta falta les hace para haber logrado una mayor representación. Se estima la pérdida de unos 15 parlamentarios, solo, en las listas proporcionales en las 24 regiones del país a consecuencia de no haber presentado planchas conjuntas. Por otro lado fueron víctimas de la atroz campaña abstencionista donde fueron tratados de traidores a la causa opositora y aliados del gobierno, en un segmento poblacional totalmente antigobierno.

4. La oposición abstencionista se ha convertido en una especie de fuerza antisistema, anti institucionalidad; plantean caminos para alcanzar el poder por vías (o atajos) que en su intento de aplicarlos ocasionan pérdida de espacios y la indiferencia del electorado descontento. Su estrategia del poder dual incrementa su agotamiento y la pulverización de las esperanzas de alcanzar el poder por esa vía. La presidencia interina, el Tribunal Supremo, el Fiscal General en el exilio, y ahora la continuidad de la Asamblea Nacional electa en 2015 tienen cada vez menos incidencia en la vida nacional e internacional. Y es que el gobierno, en términos generales, les ha permitido que continúen ese camino, quizá atendiendo al principio de Napoleón Bonaparte: "Nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error".

5. En cuanto al escenario internacional, si bien continúa siendo desfavorable al gobierno, no es menos cierto que comienza a menospreciar a la oposición que encarna al G-4. Con la caída de Trump, los cambios son propicios a partir de un reajuste o permuta de la nueva gestión estadounidense con el triunfo de Joe Biden. Comparto con otros analistas que son cambios tácticos más no estratégicos, de estilo no de fondo, pero no menos significativos en función de aliviar las sanciones financieras y petroleras; superando así la sensación del poder dual puesto en boga por el G 4 a partir de enero de 2019. Sin duda, en cuanto a este tema, las formas cuentan y mucho. De acuerdo con la declaración del pasado 6 de enero la Unión Europea (UE) omite a Juan Guaidó como "presidente interino" y niega la continuidad de la Asamblea Nacional electa en diciembre de 2015, desatendiendo así uno de los aspectos claves de la consulta "popular" que este sector opositor hiciera a mediados de diciembre de 2020. Por cierto que tan ineficaz mecanismo develó la fragmentación general existente en el campo radical.

Desde esa nueva perspectiva el alivio a las sanciones es uno de los temas en agenda para la venidera legislatura, no como una exigencia del oficialismo o de la fracción parlamentaria opositora, sino como parte del diseño de una política consensuada de los sectores más representativos de la sociedad venezolana. A esto hay que agregar la necesidad de diseñar, bajo el consenso y la consulta abierta, un Plan de emergencia económica nacional, incitando a la reactivación de la producción nacional, la reactivación de la industria petrolera y la empresas básicas; la repatriación de capitales en cuentas del estado venezolano en el extranjero, Citgo, Monómeros, Oro depositado en Londres, etc…).

Finalmente y en atención a lo que debe ser la conducta opositora, esta debe ir por el rescate de su seriedad, con un alto contenido de responsabilidad, convocar más allá de su influencia electoral a aquellos sectores que se niegan a participar; diseñar una agenda propia en función de los más sagrados intereses de la nación. Por otro lado el nuevo parlamento, bajo el control de las fuerzas de la Revolución está en el deber de abrir las compuertas al reconocimiento, a la pluralidad del pensamiento político, a la negociación y al dialogo sincero como ingredientes vitales para impulsar la paz y la convivencia. Cabe entonces recordar la célebre frase de la ex primera ministra pakistaní Benazir Bhutto: "Hacer la paz es acercar los muchos conflictos de una sociedad a un punto de consenso. Se trata de una nueva visión de la pintura sobre la tela de la historia política de una nación."



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Victor Barraez


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