La humanidad está en mora con la vida

El desplante con que el gobierno de Gran Bretaña respondió a la concesión del asilo al fundador de Wikileaks, Julian Assange por parte de Ecuador, desnuda otra vez el desprecio de la ultraderecha por la justicia, el respeto a la soberanía y los derechos humanos y se equipara con la reciente confesión del ex presidente Álvaro Uribe, de que tuvo la intención de atacar militarmente a Venezuela; pero le faltó tiempo. Chávez dijo que lo que realmente le faltó fue cojones. Le creo más a Chávez.

La prepotencia del Reino Unido ya se había manifestado frente a la decisión del gobierno de Argentina de acudir a instancias internacionales y reclamar su soberanía sobre las islas Malvinas. La respuesta de David Cameron fue el envió de buques con armamento nuclear y entre su tripulación figuraba el nieto de la reina británica, quien al parecer se entrenaba como corsario moderno para ratificar su extirpe colonizadora.

En ambos casos, ni Cameron ni Uribe actuaron por decisión propia. Ellos cumplen órdenes de quienes desde las altas esferas del poder imperial observan con preocupación como las naciones de esta parte del mundo decidieron soltar las amarras y emprender con decisión el camino de la verdadera independencia sin esperar la autorización, por no decir la bendición, de la metrópolis que por más de 200 años nos mantuvo subyugado y divididos mediante la exacerbación de las diferencias entre naciones hermanas que condujeron a guerras sin sentidos, mientras el imperio se apropiaba de las riquezas del subsuelo y las materias primas además de grandes extensiones de terrenos en los que se asentaron como latifundistas que hoy por hoy monopolizan la explotación de rubros agrícolas y elevan sin compasión el costo de los alimentos.

Cameron responde a los capitalistas que con la especulación financiera sumieron a Europa en la tremenda crisis que mantiene a España, Grecia, Chipre, Italia y Francia a un paso del abismo. Son los mismos capitalistas que financiaron a los mercenarios asesinos del líder libio, Muamar Al Gadafi para apropiarse de las riquezas de esa nación como ya antes lo hicieron en Irak, tras el derrocamiento y asesinato de Sadam Husein, el envenenamiento de Yasser Arafat y muchos líderes árabes y africanos y Siria es hoy acosada. Su ambición es ilimitada, no cesan aunque resulten militarmente derrotados, a fin de cuenta las vidas que están en juego no es la de ellos ni muchos menos sus seres queridos, los muertos los ofrendan los pueblos sin distingos de edad, sexo o creencias.

La humanidad entera es víctima de esta locura imperial desatada. En silencio observamos como día tras día se bombardean poblados en el medio oriente, se lucra con las supuestas ayudas humanitarias contra la hambruna en África, desalojan de sus hogares por la fuerza a familias enteras en Europa, Estados Unidos, ejecutan asesinatos selectivos con sofisticados armamentos contra líderes árabes al tiempo que se promociona como si del último largometraje de hollywood se tratara, los planes del gobierno Israelí de atacar a Irán por el supuesto delito de usar la energía nuclear, pues solo ellos pueden desarrollarla para desgracia de sus vecinos.

La humanidad no puede seguir impasible ante los desmanes de la ultraderecha, instrumento del gran capital para la explotación de la gente, no sólo de los pobres sino también de la clase media en ascenso, de los profesionales, de los estudiantes y de los pequeños y medianos comerciantes e industriales. El capital no tiene patria, bandera ni principio. Su Dios es la acumulación de dinero, y como no hay nada más cobarde que un millón de dólares se oculta en los paraísos fiscales.

Quizás haya muchas voces que se alcen contra esta barbarie, pero los sofisticados mecanismos de manipulación que la ultraderecha ejerce con los medios comerciales de comunicación se encargan de silenciarlas. Hace falta tal vez, que los pueblos de Europa que padecen a esta hora los embates del Fondo Monetario Internacional para hacerles pagar las deudas de los banqueros estafadores vuelvan la mirada hacia Latinoamérica, donde con decisión sus líderes adoptan medidas a favor de los pueblos, por la vida y sin violencia. Quizás entonces entiendan el por qué para la gran prensa que les (des-informa) Hugo Chávez, Rafael Correa, Cristina Fernández, Evo Morales, Raúl Castro, Pepe Mújica y Dilma Rousseff son dictadores o cuando menos populistas de “naciones condenadas al atraso”.

Entenderán también por qué, los medios comerciales reviven a sujetos como Álvaro Uribe de ingrata recordación no sólo para los colombianos sino para el resto de los habitantes de nuestro continente. De aliado del narcotráfico y el paramilitarismo Uribe es puesto en plan estelar con el único propósito de atacar al líder del proceso bolivariano, Hugo Chávez para beneficio de un representante de la ultraderecha como Henrique Carriles, precursor en eso de asaltar embajadas.

Es hora que el mundo haga a un lado la pasividad, se rebele contra quienes desde las sombras del poder, amparados tras la mentira de los medios comerciales, y se centren en la búsqueda de alternativas válidas con líderes consustanciados con las necesidades del pueblo convencidos de que otro mundo es posible.

Venezuela lo logró. Pese a los desmanes de la ultraderecha, a la manipulación mediática para mantener adormecida al grueso de la población y tras las trágicas jornadas del Caracazo o la rebelión del 4 de Febrero, surgió Hugo Chávez como conductor de un proceso que está transformando las condiciones de vida de nuestro pueblo.  En octubre próximo Venezuela volverá a las urnas electorales y con toda seguridad ratificará la confianza que depositó en su líder, ese que los medios comerciales de comunicación, nacionales e internacionales, acusan de querer perpetuarse en el poder sin mencionar ni por casualidad que ha sido el único en el mundo en someterse a un proceso revocatorio en el que la mayoría le reiteró el apoyo.

Freddy Pérez: Periodista

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Freddy Pérez


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