Gobierno asume actitud responsable ante demandas del sector educativo

El Presidente Nicolás Maduro Moros sucumbe de menudo en arrebatos de ira no controlada y dispara al aire frases, mensajes y calificativos desorientados. Esto debe ser normal en quien tiene altas responsabilidades y no pocos desaciertos de gestión en el personal a su mando. Actitud similar percibimos en Hugo Chávez en sus momentos de mayor exaltación política.

Ante el conflicto decididamente enfático, incuestionable e irreversible del sector educativo, demandando el pago del bono vacacional y recreacional —que es vieja conquista e innegable derecho de los trabajadores y trabajadoras de tan sensible misión social—, hubo muchos errores y desaciertos desde el alto gobierno.

En primer lugar, el presidente Maduro calificó de "izquierda trasnochada" y "oposición oportunista" a quienes sentimos vulnerados el mencionado pago con argumentos no sólo pocos creíbles, sino insostenibles.

Las protestas no obedecieron en ningún momento a partido alguno de la oposición, y muchos menos estamos trasnochados, fumados, drogados o algo parecido, quienes escribimos sobre ese tema, o damos declaraciones, o expresamos en las redes nuestro descontento.

Un jefe de Estado serio debe tener claro que las protestas sociales son normales en una democracia, y que conviene asumir responsabilidades y enfrentar esta materia con seriedad, con sentido de solidaridad y comprensión.

En segundo lugar, los personeros que en nombre del gobierno se sumaron a la descalificación y mofa ante el reclamo laboral que nos ocupa, demuestran muy poca capacidad de respeto hacia esos venezolanos dolidos, empobrecidos y sensibles en sus bolsillos, cuya única tarea ha sido pelear en la calle por un beneficio indiscutible.

No obviemos que ante la hiperinflación del país, el bloqueo y la falta de ingresos por la renta petrolera, nuestros paupérrimos salarios no cubren las necesidades básicas del hogar, de las familias. Por eso hay un clamor y un dolor latente ahí. Sin embargo, más dolor y furia nos causa ver cómo los gobernantes del chavismo se enriquecen mediante la corruptela, con absoluto descaro. Los alcaldes y gobernadores, además de los "protectores", son la viva expresión del pillaje y la usura.

En tercer lugar, los ministros y ministras de finanzas, trabajo, educación básica y universitaria, entre otros, optaron por la indiferencia, y poca o ninguna declaración emitieron en plena crisis generada por el impago del bono vacacional y recreacional. Ese limbo comunicacional hizo mucho daño moral al país.

Estos funcionarios se mostraron deslucidos, opacados, sumisos y con muy poca credibilidad para ejercicio de esos cargos. Ninguno dio la cara, quizás porque el jefe mayor se los impidió o conminó a guardar silencio. Craso error en un funcionario que se respete y tenga dignidad. Un ministro serio, una ministra seria, debe plantársele al mismísimo presidente de la república, si fuera el caso, para defender la cartera que representa, y el sentido de sus funciones y deberes. Hacer lo contrario es vulgar sumisión.

Todos los venezolanos estamos a favor de que se nos reintegren las empresas Monómeros y Citgo, así como los activos retenidos en bancos de Europa y Estados Unidos, pero con esas quejas y reclamos a nivel mediático, nacional e internacionalmente, no podemos llevar el bocado a la boca. Y el Estado debió prever el pago de esos beneficios contractuales desde el mismo cierre de la recaudación fiscal que venció el 31 de marzo de 2022.

El costo político de esta demora ha sido muy alto. El presidente Nicolás Maduro parece menospreciar el impacto que tiene aún en la sociedad el sector educativo, hacia el que las políticas de la revolución han sido definitivamente mal intencionadas. Pero no se equivoque presidente. Nosotros no somos los enemigos de la patria que usted entrevé.

Más daño le hace al gobierno un funcionario del Psuv corrupto, manipulador y boliburgués que un docente, una secretaria o un trabajador de una universidad pública, de una escuela, de un liceo; quienes acudimos al trabajo con los zapatos rotos y trapos desteñidos, mostrándole al mundo el costillero y el rostro desencajado por la hambruna y la miseria.

Esto aplica para los trabajadores de la salud, los bomberos, policías del Estado y otros funcionarios públicos, quienes al recibir sus quincenas de hambre, lloran de impotencia. Yo no tengo palabras ya para describir, en mi dolida y quejumbrosa narrativa, esta realidad que aparentemente los del gobierno no ven, y no sienten como una verdad. Hasta ellos sólo llega el eco del trasnocho izquierdista, la traición de los pitiyanquis y otras menudas perlas epitéticas que nos endilgan a los pobres diablos que nos calamos el hambre por el desmadre gubernamental, a más irresponsable cuanto más corrupto y manipulador.

Cuando el Presidente Nicolás Maduro emprendió su larga gira por los países auroasiáticos tuve la impresión de que había salido a conseguir recursos económicos para cumplir los compromisos laborales pendientes, y de manera muy particular, la enorme deuda social del pago de las prestaciones sociales y pasivos laborales, para quienes nos hemos jubilado en el sector público desde 2012 hasta 2021.

Recordemos que antes de salir de Venezuela dejó en el aire una falacia, una locura incomprensible: el pago de 10.000 bolívares para los jubilados del período 2018-2021. Hasta la fecha, agosto de 2022, nadie se explica qué pasó con esta promesa presidencial, ya devorada por la devaluación del bolívar, cuyo valor de cambio, a tasa del Banco Central de Venezuela, está pisando los seis bolívares por dólar.

Esa gira sólo sirvió para pasear a Cilita, la bella. Nadie le ha explicado a los venezolanos en detalle, ¿cuáles convenios se firmaron en el exterior, ni qué beneficios concretos recibirá el pueblo de los mismos? Por el contrario, se han acentuado las críticas—aparentemente bien fundamentadas— de que el Presidente Nicolás Maduro Moros le está entregando activos estratégicos del país a los iraníes; y ciertamente éstos señores ya campean como reyezuelos en plena Faja Petrolífera del Orinoco.

Ante el eventual regreso de seis empresas petroleras norteamericanas a Venezuela, cuya incorporación definitiva al país se espera a partir de octubre de 2022, el gobierno debe asumir desde ya la tarea de mejorar los solarios de los empleados públicos, tan maltratados por su pésima gestión social; y plantear un mecanismo serio y muy responsable, para el pago gradual de las prestaciones sociales atrasadas.

De nada le va servir al país volver a exportar tres millones de barriles de petróleo diarios en 2023 y que los corruptos del gobierno, sus empresas de maletín y sus testaferros miserables, se roben otra vez los recursos de la nación; mientras nosotros nos calamos el hambre, la miseria y la indigencia.

Mas allá de toda diatriba política, de si somos pitiyanquis o chavistas, izquierdistas ilustrados o izquierdistas trasnochados, estamos hartos de este bochornoso panorama de penurias e irresponsabilidades gubernamentales.

P.D. Presidente Nicolás Maduro, ciertamente somos gente trasnochada, con ojeras y caras de pobres diablos porque no tenemos en la mesa los manjares que usted tiene allá en los comedores de Miraflores. Lo invito a almorzar en mi casa para qué vea cómo comemos los empobrecidos de este país, de quienes usted tan bonachonamente se burla. Véngase a almorzar conmigo, y hablamos luego de "trasnocho".



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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

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