Paracos, un libro sobre drogas, guerrillas y muerte en Colombia

El afecto solidario de un lector consumado y hombre de teatro e inquietudes formativas, pone en mis manos el libro titulado Paracos (Bogotá, editorial Debate-Random House Mondadori, 2009, 365 páginas); una obra ciertamente testimonial, de profundas revelaciones documentales, elaborada mediante un notable ejercicio del periodismo testimonial, que revelan en su autor, Alfredo Serrano Zabala, seriedad, profesionalismo, dedicación y pasión investigativa. Pocos libros con este nivel de calidad y revelación sobre el tema de la violencia armada en Colombia.

Si bien el hilo central de la obra aborda los entremeses del llamado Proceso de Paz entre el gobierno nacional y los grupos paramilitares, la realidad sobrepasó las intenciones, y los vaivenes de las negociaciones decayeron, de menudo, en las aguas turbias de la incertidumbre. Esto se entiende al conocer las contrariedades de los temperamentos encontrados entre los principales jefes de los bloques, o zonas exclusivas, de traquetos, narcos, jefes paramilitares, coordinadores de finanzas, dominadores del mercado internacional de la cocaína colombiana, y todo el bagaje de chantajes, amenazas, sobornos y acorralamientos hechos a funcionarios del Estado de todo orden y cargo; desde alcaldes a gobernadores, de legisladores y diputados a senadores y magistrados del Corte Suprema de Justicia; sin obviar todo el estamento militar del país.

Monstruo o serpiente de mil cabezas, la espiral de la violencia armada en Colombia deja bajo tierra una lista oprobiosa de crímenes, vejámenes y masacres de la más cruel calaña e inimaginable ensañamiento; dolor irreparable, sangramientos del alma insufribles y daños de todo orden a la moral, a la tranquilidad ciudadana, a la justicia, al bien social de los pueblos y a la mínima condición de paz posible.

Este libro, titulado "Paracos", contiene una semblanza del accionar de los principales líderes y responsables de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), brazo armado y tal vez "político", que inmerso en esa compleja realidad armada nacional, quiso hacer frente y desplazar de territorios departamentales flagelados por las armas y baños de sangre del ELN y la FARC (que adoctrinan filas bajo los preceptos ideológicos devenidos de la revolución cubana y el pensamiento de Marx y Mao Tse Tung); convirtiéndose por en esa vía en peor remedio que la enfermedad; aunque si bien hubo aspectos muy distintivos y singulares entre unos bandos y otros. Sin embargo, las AUC funcionaban como empresa, con sede propia, gerencia y organización estatutaria.

LA PROFESIÓN DE PARACO

Paracos, Paras, Patrones o Jefes, cualquiera fuera la nominación jerárquica o de mando, los distintos alias de estos "Señores" hacía temblar al más pintado. Caben en cerrada lista, prominentes por sus terroríficos desempeños personales e individuales, de organización y de acción ante sus comandos armados, los nombres y alias de Carlos Castaño Gil (y sus hermanos Fidel y Vicente "el Profe"), Miguel "Alcángel" Arroyave Cruz e hijos; Mario Jiménez "Macaco", Freddy Rendón Herrera "el Alemán", Mauricio García "Doble Cero", "Ernesto Báez", "Pablo Arauca", Francisco Javier Zuluaga Lindo "Gordolindo", "Julián Bolívar", "Danielito", Diego Fernando Murillo Bejarano "Don Berna" o "Adolfo Paz"; Salvatore Mancuso, Ramiro Vanoy "Cuco Vanoy", Antonio López "Job", Henry de Jesús López "Mi sangre", Jesús Ignacio Roldón "Monoleche, David Hernández, Arnubio Triana "Botalón", Ramón Isaza "Carepán", José Baldomero Linares "Guillermo Torres", Diego Cruz Arroyave "Paisanito"; Manuel de Jesús Pirabán "Jorge Pirata", Rodolfo Useda Castaño "Julio Castaño", Luis Eduardo Cifuentes "Águila", John Freddy Gallo "el Pájaro", Edward Cobos Téllez "Diego Vecino", Diego José Martínez Goyeneche "Daniel Tolima", Juan Carlos Sierra, "Tuso", Guillermo León Marín "Alex Medellín", "Didier", "Cuchillo", "Charro", "Voluntario", "Samir"; más una larga lista de innombrables.

A diferencia de la guerrilla, que opera en la montaña, en la selva, en terreno abierto y el combate cuerpo a cuerpo contra soldados y narcotraficantes, a pesar de ser ellos mismos otros narcos; las Autodefensas Unidas de Colombia se atrincheraban en lujosas haciendas obtenidas a plomo y poder corrosivo; imponiendo desde allí todo tipo de dominio brutal, bajo un esquema de organización digno de una transnacional o algo así. "Los jefes estaban acostumbrados a matar por la espalda, nada más. El mismo "Macaco" lo decía: nosotros no somos hombres de guerra. "Macaco" tenía razón, eran hombres de haciendas, eran narcos acostumbrados a ordenar desde Caucasia y Puerto Berrío, grandes zonas de haciendas, las muertes de miles y miles de colombianos" (Pág. 262).

"Dentro de mis funciones yo debía viajar a cada uno de los puntos que tenía dominado el Bloque Libertadores del Sur e impartir instrucciones "políticas" a los integrantes del bloque: difundir el himno de las autodefensas, enseñar principios de derecho internacional humanitario, derechos humanos, historia de Colombia, cómo habían surgido los movimientos políticos del país, qué era el Frente Nacional, el nacimiento de las FARC, ELN, EPL, M-19 y el EPR" (Pág. 206). Este testimonio corresponde a "Diego Rivera", un consagrado líder paraco oriundo de Barrancabermeja.

Sicarios, traquetos, macetos, asesinos, violadores…tal puede ser la nominación de un accionar criminal ejecutado por hombres de sangre fría, cuyos escrúpulos son del peor terror imaginable. Cualquiera de estos alias tuvo su cuota de sangre y muerte en el interior de la sociedad de Colombia, en sus provincias, ciudades y comunidades de pobres, aplicando cualquier tipo de violencia, de alteración, vejamen, tortura y pavor. Pero esto sólo una muestra extraída de esta obra titulada a secas "Paracos" (2009, primera edición): "Caldo frío", "Perlaza", "Guajiro", "Palustre", "Memo", "Monoteto", "Scobby", "Cuéllar", "Jota", "Cadena", "Pablo Arauca", "Don Simón", "Camilo", "Candela", "Mario Bross", "Tiza", "Palaguas" y hasta una tal "Anita", asesora de imagen de las AUC.

La compra de armas de estos enormes ejércitos de irregulares no hubiera sido posible sin el lucrativo negocio de la producción y venta internacional de la cocaína. Incontables laboratorios creados en el interior del país propiciaban ese financiamiento militar, así como los sueldos de los miembros reclutados, las programas de adoctrinamiento, los pagos de sobornos, compras de propiedades, viajes internos y externos; gastos de prostitución, importación de licores y toda clase de excesos, siendo uno de los más notables la compra por cientos de lujosas camionetas marca Toyota; de menudo para premiar "el éxito" de ciertas fechorías. Paracos es una obra que abunda en datos provenientes de testimonios directos de sus protagonistas.

"Para transformar un kilogramo de base de coca a clorhidrato de coca se requieren 30 litros de insumos químicos. Si en el departamento de Córdoba salen hoy 7 mil kilos de cocaína, se requieren 210 mil litros de insumos químicos, es decir, 21 camiones totalmente llenos. La pregunta es ¿cuántos kilos de insumos y cuántos kilos de coca se incautan mensualmente? Recordemos que se producen 7 mil cada 30 días. Y estamos hablando de Córdoba, uno de los departamentos con menor incidencia de grupos guerrilleros. Otro aspecto que se debe tener en cuenta es que el departamento de Córdoba tiene regiones con gran nubosidad en buena parte del año y cuando se realizan los barridos satelitales, queda imposible determinar y normalmente suman unas 1.500 hectáreas cuando nosotros sabemos que existen más de 7 mil, por ello los que dicen que en Colombia existen 60 mil hectáreas de coca sembradas se equivocan, yo puedo sostener que existe el doble (… ) Según cálculos nuestros, en Colombia existen 120 mil hectáreas sembradas de coca, que producen 60 mil kilos de base al mes y 720 mil kilogramos de coca al año. Para transformaros en clorhidrato de cocaína se requieren mil millones de insumos químicos mensuales, material que en su mayoría proviene del exterior. Las autoridades en Colombia Saben perfectamente del inmenso ingreso de precursores químicos. A las autoridades por donde transitan los insumos químicos se les va pagando hasta su destino final" añadió Mancuso (Pág.176).

Muchas cifras se revelan en esta obra partiendo de datos ofrecidos por Salvatore Mancuso, líder paramilitar extraditado a EE.UU, que vienen a colación: "Mancuso para un grupo de 40 hombres, colocaba a cuatro comandantes con pistola, cada una a 4 millones de pesos, entregaba 40 equipos de asalto a 60 mil pesos cada uno, 38 fusiles AK-47 cuyo valor unitario, para esos días, era de 10 millones, entregaba una M-60 de 40 millones de pesos, un lanzagranadas MGL que vale 25 millones, la munición para M60, así como morteros y granadas, munición para todas las armas, radios de comunicación, 8 lentes de visión nocturna, portafusiles, chalecos, granadas de mortero, 40 equipos de parrillas, 40 hamacas, 40 centinelas, igual número de carpas, 40 correas, 40 toallas, sabanas, cobijas, licras, medias, cantimploras, uniformes americanos, pavas, 40 pares de botas, 40 pocillos, juegos de platos, cucharas, camisetas, pañoletas, banderas de Colombia, parches de identificación con el logo de las Autodefensas, un radio HF, una planta eléctrica portátil, 8 antenas telescópicas, una fuente regulada cargadora, 40 toldillos, artículos que costaban en la época 819 millones de pesos. Esa dotación costaba 29 mil millones de pesos al años" (Pág. 173).

Los siguientes son los gastos de los bloques de Mancuso de 1997 al 2004: "se iniciaron con la conformación de un ejército de 560 hombres, a quienes en un año se les cancelaban 6.720 salarios, cuyo costo por hombre ascendía en promedio a un millón y medio de pesos, valores que arrojan un gran total de $10.080 millones de pesos. En el año 1998el número de combatientes subió a 840 hombres y mujeres que costaron en esa vigencia $15.120 millones de pesos. En el 99 el ejército de Mancuso alineó a 1.030 paracos, que cobraron en ese año $18.540 millones de pesos. Para el año 2000, el ejército irregular sumó 1.800 hombres, y el costo de su mantenimiento ascendió a $32.400 millones de pesos, al siguiente año, el grupo se incrementó a 2.175 combatientes, que gastaron 39.150 millones de pesos. Ya en el 2002, los grupos armad 60os de Salvatore Mancuso llegaban a 2.350 hombres, en los cuales el ex jefe paramilitar gastó $42.300 millones de pesos. En el año 2003 ingresaron 60 nuevos combatientes y los gastos de los bloques sumaron la suma de $43.400 millones de pesos, para el año de la desmovilización, el ejército de Mancuso llegó a tener 2.411 paras cuyo costó alcanzó los $43.400 millones de pesos. La inversión en ese lapso, entre el año 97 y el 2004, fue de 245 mil millones de pesos (Pág. 172).

SEXO SIN CUARTEL

Más allá de suponer cómo se desmembraban y quemaban vivos a hombres y jóvenes de ambos sexos, ciertamente hubo y hay un daño mayor en la condición de la mujer, quien víctima voluntaria o sometida de esta crisis humanitaria, sucumbe a la apetencia desenfrenada de estos bárbaros del vicio y la muerte. En ese sentido, la prostitución y alquiler del cuerpo a la fuerza, al costo que fuere, abarcó por igual a mujeres experimentadas y de libre oficio, a modelos y figuras públicas de la farándula, o niñas virginales entregadas por sus propias madres a cambio de gruesas sumas de pesos deshonrosos; cualquiera fuera el lugar: la finca, la casa, el cuartel, la cárcel. La siguiente es tan sólo una muestra de estos desmadres.

"…en ciudades como Santa Marta y la vasta región de la Sierra Nevada de Santa Marta, zona que se disputaba con un señor campesino, de sombrero de medio lado, llamado Hernán Giraldo, alias "Taladro", famoso por sus guerras contra Carlos Castaño y por atender a virginales jovencitas que le eran llevadas por sus campesinas madres, para que don Hernán las "bautizara" y se convirtiera en el padrino de esas niñas; varias de ellas le crían hijos al ex hombre fuerte de la Sierra Nevada de Santa Marta" (Pág. 360).

"Antes de salir de El Trincho, yo había llamado a "Wilson" y le transmití que llevara cien prostitutas para donde estaban ellos. Como a las siete de la mañana, me llamó "Wilson" para comunicarme que no había podido conseguir sino cincuenta mujeres y ¿qué debía hacer? Le respondí, cincuenta viejas son muy pocas para todos esos hombres. "Belisario" en su forma vulgar, respondió les toca que hagan filas, a las viejas, que terminen con uno, se limpien con papel y sigan con el otro, a cada una le toca como de a veinte manes más o menos y eso si no se pegan los del Central Bolívar, ahí si serían como de a cuarenta cada una. Le respondí: eso es mucho, una vieja por más puta que sea, no aguanta con cuarenta hombres seguidos. Intervino "Bebé" —encargado de comercializar la coca de los Carranceros— señor yo conozco unos putiaderos en Gaitán llamados Garotas y el otro Marineros, entre los dos negocios, le puedo conseguir las cincuenta viejas que faltan. Y si vienen las viejas, ¿usted tiene idea, más o menos cuánto cobran? (…) Retomé mi conversación con "Wilson", viejo, entonces haga llegar las 50 viejas, que por acá ya me consiguen las otras 50. Le aclaré que cada una debía traer mínimo 20 condones (Pág. 71).

"A los comandantes les dije que hicieran formar a los muchachos y que para cuando llegaran las viejas cada uno debía tener el poncho de campaña, para que lo utilizaran como cama, cuando les tocara el turno con las viejas. Para esto se acondicionó una mata de monte, que estaba como a cincuenta metros de una cañada para que los que se quisieran bañar lo hicieran. La felicidad de ellos era muy grande. Se les traían mujeres, se les iba a entregar sus ahorros y salían de permiso, según ellos, las mujeres iban a salir "luqueadas". Ya se estaba terminando de pagarles, cuando llegaron las mujeres y el alboroto no se hizo esperar (Pág.72).

"Pablo Sevillano" estaba feliz en esa zona de concentración otorgada a la miembros del Bloque Central Bolívar, allí no hizo sino rumbear todos los días; modelos iban y venían, hasta Carla Giraldo estuvo allí, doce millones cobró por un fin de semana. Cuando mi jefe se enfiestaba, duraba hasta 15 días tomando whisky y hacía llevar hasta quince o veinte niñas, de las normales, "criollitas", decía "Pablo". A mí me gustan las criollitas, niñas de quince o dieciséis años, sin recursos económicos, lindas y dispuestas a todo (Pág. 219).

"Las mujeres igualmente empezaron a llegar, fue un rumbeadero completo que relajaba a los jefes" (en el centro de reclusión Prosocial en el municipio de La Ceja, a una hora de Medellín).

"Los días en Santafé Ralito se convirtieron en días de rumba, trago, drogas, con la presencia de modelos enviadas desde Barranquilla para "Pablo Sevillano", "Macaco" y "Julián Bolívar" (Pág. 257).

DESMOVILIZADOS Y PRIVILEGIADOS

"Entretanto no hubiese reunión con el Comisionado, cada ex jefe manejaba su agenda, con sigilo y desconfianza de los otros. "Cuco Vanoy", "Don Ramón", "Gordolindo", "Pablo Arauca", "Mi Sangre", "Camilo", "Diego Vecino", "Jorge 40", "Cadena", "Don Simón", en fin, los que faltaban por desmovilizarse, los narcos, como diría Castaño, construyeron sus fortalezas y viviendas; andaban con camionetas repletas de escoltas; alguna vez llegué a contabilizar 68 camionetas Toyota, último modelo, dejando atrás, impávidos, sorprendidos y empolvados, a todos los paupérrimos pobladores de esa región" (Pág. 260).

"Cuando yo me desmovilicé, lo hice convencido que los "Señores" iban a cumplir su compromiso de desarme y desmonte de las estructuras de funcionamiento de compra de base de coca y exportación de cocaína. Estar al lado de los comandantes de la Autodefensa, lo pone a uno paranoico, se ve el ambiente rastrero de las intrigas, de puñaladas traperas; a uno lo matan por envidia en el cargo. En ese mundo sólo se ve muerte, destrucción, degradación, drogas, alcohol, mentiras, prostitución (Pág,218).

Estos dos párrafos ilustran práctica y modus vivendi de un estamento económico y armado muy poderoso en la vida político-social colombiana de las últimas décadas. Realmente se sacudió la forma de vida local, el comportamiento civil, las costumbres tradicionales, la seguridad interna y todo lo relacionado con comercio, industria, producción y propiedad privada en el orden que fuere.

Los poderosos bloques Central Bolívar, Héroes de Tolová, Montes de María, Vichada y Libertadores del Sur, entre otros, que posteriormente fueron "desmovilizados", sembraron el terror, crearon fortunas, propiciaron todo tipo de enfrentamientos para sus respectivos controles, sobornos y muertes por encargo, hasta dentro de sus mismas filas, por motivos diversos y aparentes justificaciones de "guerra".

Durante ese proceso de pacificación y negociación se dieron no pocos eventos de tensión y dilación. Durante el mismo murieron el abogado Jesús Castiblanco (asesinado en 2006), perteneciente al llamado "Colectivo de Abogados", que defendieron a los paracos presos y desmovilizados mediante el pago de cifras astronómicas, aunque el común de la gente pensaba que ninguno de estos líderes criminales merecía perdón alguno ni tolerancia semejante ante la ley; y fue igualmente asesinado el diputado de Córdoba Orlando Benítez, el 10 de abril de 2005, "en plena zona cercana al proceso de negociación, junto con su hermana y conductor" (la muerte la ordenó "Don Berna") Pág. 262.

Refiere este libro, Paracos (2009), los roles de los abogados Germán Navarrete y Alfonzo Reyes Echandía, de los sobornados senadores Habig Mereg y Dieef Malog (pág. 215), del alto comisionado para la paz Luis Carlos Restrepo, de los ex ministros de Interior y Justicia Sebas Pretelt de la Vega y Carlos Holguín Sardi; así como de Julio César Vidal, monseñor de la iglesia católica, en torno a la aplicación de la Ley de Justicia y Paz, una vez culminase la difícil tarea de negociaciones y desmovilización de los líderes de estos grandes bloques y carteles armados colombianos.

Aunque la desmovilización supuso una aparente transición hacia la tranquilidad interna del país, puesto que "el gobierno nacional sin disparar una sola bala, sin derramar una gota de sangre, había confinado a los jefes paramilitares a buen recaudo" (Pág.227), los centros de reclusión escogidos (Prosocial, en el municipio antioqueño de la Ceja; cárcel de Ralito, Villa de la Esperanza, cárcel de Itaguí, La Picota en Bogotá) terminaron por ser verdaderos lujos hechos a placer:

"…en un estrecho edificio de tres pisos, trataban de acomodarse, los máximos jefes del paramilitarismo en Colombia, quienes adecuaban con toda "sobriedad" sus celdas, lugares que al final quedaron habilitados con televisores plasma, equipos de sonido de última generación, hornos microondas, colchones ortopédicos, computadores personales con internet, todo el vaivén de hermosas mujeres, patrulleros que se apuraban a cumplir en el acto las órdenes de sus "señores", ante la inútil vigilancia de guardianes que se consideraban privilegiados con el arribo de sus nuevos huéspedes, dado que sin lugar a dudas, ello representaba un inminente aumento en el ingreso de dinero a sus bolsillos" (Pág. 358).

"Prosocial estaba en ruinas. La primera noche los exjefes la pasaron sin energía eléctrica. Con el paso de los días fue acondicionado el sitio: era visible la entrada de televisores, neveras, camas, equipos de aire acondicionado y, en medio de todos esos lujos, cajas de whisky y vino, al por mayor (pág.222)… Los siguientes días fueron de reacomodamiento, de limpieza de las instalaciones, de pintura, de logística para poder vivir como reyes (…) A las afueras del centro de reclusión era evidente cómo cada ex jefe para se posesionaba en el municipio; compras de las casas cercanas al centro de reclusión, compra de negocios, escoltas viviendo en las afueras, en fin, todo un mercado persa (pág.228). Los medios de comunicación comenzaron a especular sobre los lujos de los jefes paras dentro de las instalaciones de La Ceja; para disimular las suntuosidades se invitó a la prensa nacional e internacional para que verificaran la "austeridad" en que vivían los jefes paras, pero dos días antes, los lujos fueron acomodados donde los visitantes no los pudieran ver (pág.231).

Reorganizadas o no, clandestinas o declaradas, las bandas armadas y los más de 200 eventos de masacres ocurridos en Colombia durante este año 2022 dejan entrever que esta situación está lejos de una solución definitiva. Ni siquiera la circunstancia del ascenso al poder, a la presidencia de la República, de Gustavo Pedro, ex líder guerrillero harto conocido en este medio y hasta odiado en su momento por las Autodefensas Unidas de Colombia, garantizará el sosiego y la paz que la criminalizada sociedad colombiana espera de sus gobernantes y compatriotas.

El narcotráfico, la producción de miles de toneladas de cocaína en suelo patrio, aliado a un poderoso mercado internacional de distribución y consumo, cuyo principal puerto es Estados Unidos, seguido de Europa; valiéndose de variopintos métodos de transporte y camuflaje del material de la droga; arroja pocas esperanzas al respecto. Los sobornos, crímenes, complicidades y vulnerabilidad de los mecanismos de control y justicia en el Estado colombiano y más allá, van parejos con las enormes plantaciones existentes hasta en naciones cercanas para el cultivo de la coca y su posterior proceso de laboratorio.

Bien que se les denomine narco guerrilla o guerrilla a secas; narcotráfico o carteles de la droga, el empleo de las armas y la tecnología de avanzada en esta práctica, seguirá propiciando todo tipo de abuso, de violación a los derechos humanos, al trabajo honrado, a la sociedad en paz de los pueblos y al destino libre y de trabajo de un pueblo que ya no tiene más piel para el sufrimiento de su peor pesadilla histórica.



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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

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