¿Dónde se fue mi Venezuela?

Mi romance con Venezuela …

Nací en Canadá dentro de una familia de mineros de carbón, pobres, de padre canadiense francés y Madre Indígena, soy el mayor de un montón de hijos, crecimos sin televisor, y cuando por fin tuvimos un televisor, no me interesaba.

Creciendo, fui al cine solo dos veces, una vez cuando tenía 6 años de edad con mi Madre a ver una película de Walt Disney, y la otra vez fue el año siguiente, a los 7 años, cuando entré clandestinamente --- entré por la puerta de atrás --- para ver una antigua película japonesa de monstruos, Godzilla vs Ultraman.

Bueno …

Aun si no teníamos televisor y aun si no iba al cine, poco a poco me enteré de que existían sobre este planeta, grandes continentes, inmensas selvas, gigantescos desiertos, y muchas razas y culturas diferentes, como los Esquimales del norte de Canadá, los Nenets del norte de Rusia, los Beduinos de Arabia, los Yanomami de las selvas de Venezuela y Brasil, los Pigmeos, los Beréber, y los Tuareg de África, los Sherpa de Nepal, y los Maorí y Aborígenes de la región de Australia.

Supe estas cosas porque mi Madre siempre me compraba libros, los cuales leía casi todas las noches hasta las 3 AM.

En la escuela, cuando no estaba en clases, me la pasaba en la biblioteca donde también almorzaba, y los fines de semana me la pasaba en la biblioteca de la Universidad McGill, la biblioteca más grande de Montreal en aquel tiempo.

A los 11 años de edad --- con el permiso de los profesores --- empecé a asistir a algunos cursos relacionados con la antropología y arqueología en la Universidad de Montreal, y empecé a asistir a congresos y conferencias relacionadas con la arqueología y las antiguas civilizaciones, pensando que tal vez un día sería un arqueólogo.

(También empecé a leer --- hasta hoy en día lo leo --- el viejo testamento de la biblia cristina ya que contiene muchísima información muy preciosas sobre la evolución de la civilización occidental y sobre el verdadero origen de la raza humana tal como la conocemos hoy.)

Monté mi primera excavación a los 12 años de edad en un terreno agrícola en la región de Stratford, Ontario, Canadá, donde descubrí trilobites y otros animalitos fosilizados que vivían sobre nuestro planeta hace más de 250 millones.

Ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Trilobite


Así empezó mi vida de aventura.

Quería descubrir el mundo.

A partir de los 13 años de edad me escapaba regularmente de la casa, me montaba sobre trenes de carga (un día casi me maté al caer del tren), y me iba a cualquier lugar, a veces durante días, a cientos de kilómetros de distancia, pero también me la pasaba en las reservas Indígenas donde pescaba mi comida y dormía bajo las estrellas sobre las piedras lisas de los ríos, principalmente del gran rio St-Laurent donde primero llegaron los franceses a cazar y conseguir las pieles de castor hace unos 400-500 años atrás.

Ese mismo año, mis padres me compraron un boleto de tren y bus para cruzar [casi] todo el país, desde Montreal hasta la Isla de Vancouver, y devuelta, unos 8.000 km en total, y me fui con uno de mis hermanos (que tenía 12 años) durante 2 meses, cruzando el país solitos, quedándonos aquí y allá en las casas de algunos familiares y amigos de mi padre, o durmiendo bajo los puentes.

Fue una de las más grandes y maravillosas aventuras de mi vida.

Mi hermano estaba aterrado, no pudo completar el viaje, pero yo sí, para mí ese viaje era uno de mis más grandes sueños, de andar solo por la naturaleza y las ciudades, conociendo lo que era la vida, aventurándome.

Durante ese viaje, 1) unos tipos trataron de matarme, 2) casi me ahogué en el océano Pacifico, y 3) conocí una muchacha de 18 años con quien pude viajar --- muy feliz --- durante unas dos semanas.

Después de ese viaje me hice adicto a la aventura.

Empecé a soñar de ir a las selvas, pero no como un turista, no, sino que quería pasar un tiempo viviendo allí, tal vez en África, en un lugar exótico, lejano, donde no habían ciudades ni cosas modernas, donde las tribus todavía vivían a lo antiguo, entre los animales y los cielos vírgenes.

Quería descubrir más del mundo …

Quería ser como Indiana Jones …

(Aunque el aquel tiempo ese personaje todavía no existía.)

Debía trabajar mucho y ahorra mi dinero para poder pagarme el viaje, y así lo hice, y me fui, llegando por primera vez aquí a Venezuela (no a África), solo, a este país misterioso, mágico, y místico.

Este era el tipo país con el cual había soñado tanto, por fin, lo había hecho.

Me quedé casi dos años la primera vez, la mayor parte del tiempo viviendo en un lejano caserío en las profundas [entonces] inexploradas selvas de Barlovento.

No había carretera para llegar a ese caserío, donde todos los habitantes (unas 450 personas) eran Negros (excepto una familia de Indígenas), donde todavía en los años 1970 vivían escondidos de los blancos --- una costumbre de los tiempos coloniales de la esclavitud --- solo saliendo al pueblo cercano de vez en cuando para vender su cacao y comprar cosas como ropa, licor, y medicamentos.

Allí habían chigüires (capibara), monos, muchas culebras muy peligrosos (mapanare por ejemplo), boas gigantescas, perezosos gigantes, lapas (capa), tapir (como un cochino de monte), kinkajú (como un gato-mono), y cientos de diferentes tipos de arañas e insectos de todo tipo, era increíble.

Era mi sueño de infancia.

Hecho realidad.

También comíamos los peces que vivían en el barro, o en el pantano, y en los arroyos.

En ese caserío tan lejano …

… aislado del resto del mundo

… vivía en una casa de barro

… y dormía dentro de un saco de cacao para que las ratas y las culebras no me mordieran de noche.

La gente del Pueblo --- tan simpática, tan bella --- celebraba parrandas y los tambores casi todos los fines de semana, a veces con más de 100 tambores, y a veces durante varios días seguidos, especialmente durante las fiestas de San Juan en el mes de junio.

Era mágico, misterioso, místico.

Vean aquí dos ejemplos --- recientes --- de los tambores de San Juan en Barlovento:

https://www.youtube.com/watch?v=v2FL_wU8sgg

https://www.youtube.com/watch?v=uLes67SYV3k

Bueno …

Como pueden ver, me enamoré de Venezuela.

Poco a poco, años tras año, fui conociendo otros lugares místicos de este país de magia, lugares misteriosos como el páramo entre Jají y La Azulita, La Azulita y Las Fresitas, y Caño Zancudo, los Pueblos del Sur, el Sur del Lago, Santa Cruz de Zulia, el Chivo, el Laberinto, los relámpagos de Catatumbo, San Pedro del Rio, Lobatera, Las Minas …y Güiria en el extremo oriente … entre tantos otros lugares tan auténticos y ricos en su cultura local y su belleza particular.

Pero …

Desafortunadamente …

Ese amor …

Ese romance que tuve durante 40 años con Venezuela …

Se echó a perder.

Se esfumó.

Todo empezó a andar mal cuando Chávez empezó a enfermarse gravemente en el 2012, cuando los vampiros, zamuros, chupasangres, parásitos y alacranes que lo rodeaban empezaron a desangrar el país y a burlarse del Pueblo noble, mágico, misterioso, y místico.

2012 - 2013 : Los opositores trataron de matarme 2 veces.

2014: Me desvalijaron la casita que tenía (que me robaron finalmente).

2015: Fui violentamente secuestrado, y casi matado.

2016: Viví el super violento ataque terrorista opositor en el terminal de San Cristóbal.

2017: Mataron a 3 de mis vecinos en menos de 6 meses, y amenazaron de matarme a mí.

2018: Me encuentro obligado a cargar un cuchillo conmigo en todo tiempo.

Como pueden ver, ese romance tan mágico, místico, y misterioso que tuve con Venezuela durante 40 años empezó a echarse a perder en el 2012-2013.

Hoy no existe.

Se ha desvanecido, la magia, la mística, y el misterio.

¿Donde se ha ido mi Venezuela?

Cada vez que salgo a la calle o me monto en un autobús escucho a la gente hablando de sus malas y a veces devastadoras experiencias, siendo atracados, a mano armada, donde les han robado sus teléfonos, su dinero, sus zapatos, o escucho los lamentos por una familiar que fue asesinado para robarle su carro … o que murió por falta de medicinas …

Siento el miedo que engrosa el aire.

Nadie anda tranquilo.

Todos tenemos hambre.

Quisiéramos poder comer una hamburguesa, un perro caliente, o tomarnos una cervecita tranquilos, tranquilos, tranquilos, quisiéramos poder comprar comida y medicinas sin que nos estafen más y más cada vez.

Sin que nos roben.

Estamos viviendo un estrés constante, innecesario, malsano.

Enfermizo.

Trágico.

El miedo.

La incertidumbre.

El dinero no nos alcanza para nada.

Pronto moriremos.

No podemos ni pagarnos lo más básico.

Mientras tanto, nos atracan y nos roban, todo el tiempo, pero no solo los delincuentes, sino también los comerciantes especulando con todos los productos, los empleadores recortando los salarios, los banqueros robándonos el efectivo, los bachaqueros estafándonos, y los funcionarios corruptos exigiendo sobornos para todo.

Cada uno por sí.

¿Donde se fue mi Venezuela mágica?

¿Mi Venezuela mística y misteriosa?

No lo sé.

Uno ya no puede irse tranquilo a ningún lugar donde a uno no lo conozcan porque seguramente alguien lo perseguirá para despojarle de todo lo que tenga, y aun matarlo, de día, allí mismo en la calle, frente a todos, descaradamente.

¿No es así?

Es puro salvajismo.

¿Dónde se fue mi Venezuela?

Ya no existe ese romance de antes.

Se fue.

Hoy solamente trato de sobrevivir sin que alguien me robe o me mate.

Así me siento, aun si no lo quisiera.

Nada más cuenta, realmente, porque si me matan, nada importará de todas maneras, y si me muero de hambre, igual, y si me muero podrido por falta de medicamentos, igualito.

¿No es así para todos?

¿Cada uno por sí?

Cargo un cuchillo de pesca por todos lados, listo para matar a quienes traten de robarme porque esta vez no lo permitiré, los mataré a ellos antes que me maten a mí, o, si me matan una vez, los mataré tres veces a ellos.

Ya no puedo andar por ningún lado sin preocuparme de morir.

Sin mirar hacia los lados, y hacia atrás, sin ver quien me estaría viendo, y por qué.

No soy el único, no señor.

De lo que he podido ver …

… me parece que por lo menos 9 de cada 10 personas andan igual, siempre, todo el tiempo, así sin luz en sus ojos, sin tranquilidad, inquietos, llenos de preocupaciones y de oscura incertidumbre, sin esa magia de antes, sin ese placer de vivir, sin esa mística, sin orgullo, sin misterios, sin honor, sin nada, todos desnudos frente a la crueldad de una sociedad que ha sido destruida por el egoísmo, el descuido, y la indolencia, por el facilismo, la viveza, y por la falta de conciencia y responsabilidad.

Una sociedad destruida por la violencia y la desgracia.

¿Dónde se fue mi Venezuela?

¿Dónde se fue ese romance?

¿Volverá?

¿Será posible que un amor de 40 años destrozado por las circunstancias vuelva a nacer?

No lo sé.

No espero nada.

Aunque me gustaría.

Es que no puedo bajar la guardia, no señor.

Si me dejo ir, si me descuido un solo instante, es posible que me maten.

Es muy difícil gozar de la vida ahora, de saborear su aire, o de saltar y tocar las nubes, cuando existe tanta incertidumbre.

Es muy difícil amar así.

¿Será que podré volver a amar?

No lo sé.

¿Donde se fue mi Venezuela?

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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

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