Mitos, falacias y crudas realidades

Yo creía que el cielo era intocable hasta que ví los aviones pasar tan altos por el azul. A los ocho años, seguía cultivando mi compromiso con la fe católica y emprendí un viaje hacia la primera comunión a través del catecismo. Me confesaba todos los domingos y rezaba un montón de Padre Nuestro. A mi corta edad, me hacía preguntas sobre el cielo, el infierno, lo bueno, lo malo y todos esos misterios incomprensibles. Mientras tanto, la televisión llegaba a los hogares y se preparaba el primer viaje a la luna.

Todos mii pensamientos en torno a lo celestial, los ángeles y Dios contrastaban con los acontecimientos astronáuticos que atrapaban mi atención en ese momento. No lograba entender cómo era posible que durante ese recorrido espacial, las naves no se encontraran, alguna vez, con seres angelicales. Allí la mitología religiosa empezó a chocar con la realidad, la ciencia, la genética, y tiempo después, con la clonación y el genoma humano.

No es para menos hacerse preguntas mucho más profundas. Actualmente, mucha agua ha corrido por debajo del puente. Algunas autoridades eclesiásticas se han atrevido a afirmar, por ejemplo, que el nacimiento de Jesús no fue en un pesebre, y hasta han sembrado la duda sobre la existencia de los reyes magos.

Y en ese empeño por entender enigmas, en cuestionar las desigualdades e injusticias sociales fui aproximándome al terreno del tema político. Y encontré en la filosofía comunista la respuesta ideal para hacer frente a la inequidad promovida por el sistema capitalista. En esa creencia me detuve, convencido de que, aunque lejana, esa esperanza asomaría en algún momento en Venezuela, hasta que surgió el liderazgo descollante de Hugo Chávez Frías.

La aparición en escena de aquella figura desconocida, luego de la derrota en la intentona golpista del 4 de febrero de 1992, desató una verdadera conmoción para muchas personas de Venezuela y el mundo. Justo allí concedí significado a la expresión bíblica contenida en el primer versículo del Evangelio de Juan "En el principio era el verbo" y la extrapolé a los comportamientos que, en diversas circunstancias, se generan en la vida social y política. Chávez asumió con valentía la responsabilidad de la acción militar de rebelión contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez y lanzó un mensaje terminado en un "por ahora", que lo catapultó vertiginosamente hacia la candidatura presidencial de la República, logrando la victoria en las elecciones de 1998.

El discurso de una nueva sociedad, la equidad, inclusión, justicia e igualdad, me enganchó y también atrapó emocionalmente a una inmensa cantidad de venezolanos, ante una promesa y expectativa de cambios, y la izquierda, diseminada y sin posibilidades de acceder al poder, se plegó a la mayoría del pueblo que quería vivir mejor y acabar con la corrupción.

Una vez que en el 2005, Chávez declara el gobierno socialista y se deslinda definitivamente de los empresarios, comienzan los entuertos económicos, las misiones y se descuida lo primordial que era mantener a ritmo creciente la productividad, la agricultura.

Hoy Venezuela vive uno de los momentos menos esperados en su historia social y económica. Una crisis provocada y magnificada por la ineptitud del gobierno y el estruendoso fracaso de su modelo económico. Un gobierno propulsor del hambre, la miseria, la inseguridad, la corrupción e impunidad institucionalizadas. En fin, un país sumergido en una profunda adversidad. La muerte de Chávez vino con la caída de los precios del petróleo y con ello se derrumbó el sueño de un país sólido económicamente. Se reveló la cruda realidad del rentismo en su máxima expresión y el Estado benefactor ahora nada en la corrupción, importa los alimentos, los distribuye y decide que se va a vender en los hogares depauperados de una población igualada en la pobreza y las limitaciones. Profesionales de todas las áreas emparejados en el hambre, la miseria y el atraso social. Los jóvenes sin estímulo para los estudios y la preparación, buscando alternativas más allá de nuestras fronteras para mantener las condiciones de vida de sus familiares.

La justificación de esta aberrante situación que vive nuestro país se basa en la excusa de una guerra económica, del bloqueo imperial y financiero. Y vuelvo a preguntar: que pasó con la productividad de los centenares de empresas expropiadas? Dónde quedó la productividad de los barcos atuneros, las enlatadoras de pescado, centrales azucareras? Qué hay de los millones de hectáreas productivas de tierras que ahora no producen nada?

Indiscutiblemente que esto no puede ser simplemente un juego de palabras, tampoco un manejo alegre del discurso tradicional y errático de la espera y la esperanza, la igualdad y el comer yuca por carne, pollo y pescado, de aguantar pacientemente un poco que mejore la vaina cuando Maduro vuelva a ganar. No amigos, se trata de un grave sistema político que vino para quedarse y caminar sobre una población despedazada, abrumada de miseria y cansada de palabras. Las falacias engendradas por el gobierno para que te creas héroe y te sientas como precursor de la independencia solo persiguen mantenerte como defensor "ad honorem", reactivo y ofensivo ante cualquier comentario adverso a la gestión de gobierno "si vienen los esperamos", y "seguiremos aunque sea pasando hambre", "con hambre y sin empleo con Maduro me resteo". Tendríamos que ver cómo viven los gobernantes, el presidente y su familia, los ministros y su familia, los gobernadores y su familia, los alcaldes y sus familias, los testaferros de cada uno de ellos y sus familias. En su mayoría son burguesitos acomodados con el capital que no sudaron, con los recursos que sacaron del país para abultar sus cuentas bancarias en el exterior y crear empresas que garanticen su buena vida a través del tiempo. Pero ellos gobiernan a nombre del pueblo pobre y empobrecido y no hay Poder Público en Venezuela con autonomía para iniciar y mantener una objetiva investigación y castigar a los hacedores de la desgracia de los venezolanos.

Los mitos se acaban cuando aparecen ideas y hechos convincentes, con razón los astronautas nunca llegaron a toparse con un ángel cuando cruzaron el cielo.



 



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Orlando Balbás

Prof. en Ciencias Sociales. Magister en gerencia educativa. Jubilado del MPPE.

 [email protected]      @orlandobalbas

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