Alquimia Política

La escritura invisible y revolucionaria de Lobo Antunes

Uno de los escritores portugueses más representativos de la contemporaneidad universal en el género literario narrativo (noveles), es Antonio Lobo Antunes. De él he expuesto en anteriores ocasiones acerca de su estilo y su manera de ver la realidad social y cultural de la sociedad moderna. Como persona se hace llamar “Antonio”, y como novelista “Lobo Antunes”. En muchas entrevistas que ha concedido, en contra de su voluntad, quizás la que le hiciera María Luisa Blanco (periodista del ABC de España), sea una de las que mejor retrata al hombre y al escritor.

Según Lobo Antunes, desde sus siete años, cuando iba en un taxi, tuvo una revelación: “voy a ser escritor”; al llegar al sitio a donde se dirigía con su familia, comenzó a escribir de manera intuitiva y voraz. Como autor tiene cualidad una “memoria de elefante”, como le expresara su madre, aunque reconoce que su gramática es golpeada, y así tiene que ser: “¿Cómo -se pregunta- alcanzar el lenguaje cotidiano de los personajes sino se cometen los mismos errores y bifurcaciones que están en esa cotidianidad?” De esa manera, comenzó a convivir el autor con otra persona: el Psiquiatra en que se convirtió para satisfacer los convencionalismos de familia. Creció interactuando con la realidad y siendo muy silente ante las cosas que le iban ocurriendo. Aprendió a enterarse que el mundo es reconciliable a través de los sentimientos y que en el más allá, sólo hay sospechas y nada de recuerdos.

Ante esta verdad, lobo Antunes se siente portador de un respeto hacia la palabra, el cual va invadido de una preocupación porque esa palabra sea comprendida y a la vez constante. Su manera de escribir es obstinante, impulsiva; corrige mucho, pero amparado en un criterio tenaz: “…la primera versión del libro que escribo es un montón de palabras, en la medida que voy puliendo y limpiando de frases inútiles el escrito, nace el libro que está, el que siempre estuvo pero que es mi tarea descubrir…”

En un aparte de la entrevista que le hiciera María Luisa Blanco, en el 2001, expresa: “el escritor trabaja con el lenguaje y éste es, desde luego, lo más importante, pero ese lenguaje hay que estructurarlo, tiene que estar al servicio de que quieres contar”. Para Lobo Antunes, la eficacia de un escritor radica en no ceder a la tentación de una bella metáfora. Una bella imagen, una brillante pirueta verbal, puede ir el perjuicio del escrito. “Cuando escribo -dice- puedo pasarme horas en una frase que el lector leerá en menos de un segundo; pero eso es la combinación perfecta: el sufrimiento de parir la frase y el placer de leerla, hace la literatura”.

En un aspecto puntual, Lobo Antunes siente que tiene una deuda con la literatura, pero no así como sus raíces familiares. Él concibió el arte escritural desde el gusto de quienes escribían, su mundo familiar era y es otra cosa; quizás su participación en la guerra de Angola, lo marcaría en su visión trágica de la vida, pero en lo familiar todo fue muy normal, más de lo mismo. En cuanto a las historias que le ha tocado escribir, es lapidario: “A mí ningún libro me ha sido dado, todos los he escrito con gran esfuerzo, siempre corrigiendo mucho. Sin embargo, también recuerdo un manuscrito de Cortázar en el que, en una página, no había una sola línea que no tuviera correcciones…”

Antonio Lobo Antunes es el hijo mayor de Joào Lobo Antunes y maría Margarita Machado Almeida; le sigue su hermano Joào, luego Pedro, Miguel, Nuno y Miguel. Todos profesionales y, al igual que el padre, relacionados con las ciencias médicas.

En cuanto a la obra de Lobo Antunes que he tenido la oportunidad de leer, mencionaré tres: “Fado alejandrino”, “Conocimiento del Infierno” y “Ayer no te vi en Babilonia”.

“Fado alejandrino”, publicada en España por primera vez en 1992, ya en lengua portuguesa había sido editada en 1983, esta novela va desgranando las andanzas de un grupo de militares: un teniente coronel, un alférez, un oficial de transmisiones y un soldado, que se han reunido en un burdel para hablar de los viejos tiempos en Mozambique y de cómo les ha ido desde entonces; es una reflexión sobre la evolución de Portugal durante unos períodos cruciales de su historia, a través de cuatro puntos de vista, destacando la personalidad de unos personajes en deuda con la vida, y consagrando una postura social en razón de cada uno de los protagonistas. “Conocimiento del Infierno”, por su parte, es una novela que proyecta todas las inquietudes internas del autor, es autobiográfica por excelencia, aunque el autor se empecine en decir que no. El tratamiento del argumento se construye desde la descripción de un servicio psiquiátrico como metáfora de una sociedad intransigente y deshumanizada; retrata el doble viaje, físico y mental, de un joven psiquiatra que se abandona a sus recuerdos y reflexiona sobre el sufrimiento que ha conocido en su profesión: una visión inhumana, desde las condiciones en que viven sus pacientes, pudiendo valorar el descenso a los infiernos desde el dolor. Aquí aparecen imágenes autobiográficas que sitúan situaciones durante la guerra de Angola, donde el autor participó, conforman el monólogo interior del protagonista no sólo con los sujetos con los cuales interaccionó, sino con la Portugal de comienzos del siglo XX y sus instituciones, el poder y sus mentiras, los recuerdos de un psiquiatra desvelan la verdadera cara de una sociedad intransigente y deshumanizada. Y “Ayer no te vi en Babilonia”, obra que se desenvuelve entre las doce de la noche y las cinco de la mañana, en un contexto en el que duerme ninguno de los personajes, sino que sueñan despiertos durante el tiempo del sueño, contándose e inventándose sus vidas y sus historias; historias en que se transforman sus vidas, o las vidas que se transforman en historias. Es una alegoría al valor que el Estado portugués de otros tiempos daba a sus conciudadanos; se aprecian historias de amores pasados, de lápidas que alguien barre, del deseo de toda una vida, de poder ser feliz sin pensar en serlo; historias, en los silencios de unos discursos que se hacen melancólicos y viscerales, en las risas y en las traiciones, identificando la noche de un país y sus voces, en la noche silenciosa que es el aislamiento de cada uno, que no es más que identificación de lo que somos y lo que queremos llegar a ser.

Lobo Antunes ha creado mucho, a pesar de ser tan duro consigo mismo (corrige y recorrige hasta cinco y seis veces sus manuscritos), entre sus libros más reconocidos, contando los ya mencionados, se tiene: “Memória de elefante” (1979); “Os cus de Judas” (1979); “A explicação dos pássaros” (1981), “Auto dos danados (1985), “Tratado das paixőes da alma” (1990, “A ordem natural das coisas” (1992), “A morte de Carlos Gardel” (1994), “Crónicas” (1995), “Manual dos inquisidores” (1996), “O esplendor de Portugal” (1997), “Olhares 1951-1998” (1999), “Exortação aos crocodilos” (1999), “Não entres tão depressa nessa noite escura” (2000), “Que farei quando tudo arte” (2001), “Segundo livro de crónicas” (2002), “Diálogos” (2003), “Boa tarde às coisas aquí em baixo (2003), “Eu hei-de amar uma pedra” (2004), “História do hidroavião” (infantil, 2005), “D'este viver aquí neste papel descripto: cartas de guerra” (2005), “Terceiro Livro de Crónicas” (2006), “Ontem Não Te Vi Em Babilónia” (2006), “O Meu Nome é Legião” (2007), “O Arquipélago da Insónia” (2008), “Que Cavalos São Aqueles Que Fazem Sombra no Mar?” (2009), “Sôbolos Rios Que Vão” (2010), y su último trabajo “Quarto Livro de Crónicas” (2011).

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Ramón E. Azócar A.*

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

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