Alquimia Política

Diagnostico al ICEP de Carmen Guédez

Desde 1996, el Ejecutivo Regional de Portuguesa, a pesar de sus arrebatos populistas y la insigne presencia de un sistema político excluyente y en el cual el aporte a la Cultura no llegaba al cinco porcientos, se inició una inmensa tarea por darle forma a una Institución que albergara las actividades culturales e hiciera posible una instancia de cooperación más directa entre la burocracia cultural de Estado y las comunidades. Así nació el proyecto de Decreto Ejecutivo para la creación del Instituto de Cultura del Estado Portuguesa (ICEP). Como propuesta surgía con muchos sueños; cargada de esperanzas y, en cierto sentido, miedo. Un miedo a enfrentar la autonomía y a tener la inmensa responsabilidad de ser el ente rector de lo cultural en toda la geografía portugueseña.

     Para 1998 se hizo realidad la creación del ICEP, y su primer Presidente, Lic. Carlos Luis Peña, comenzó dándole cuerpo a una estructura que se planteó, desde un principio, romper con el burocratismo y la demagogia en los asuntos propios de la cultura y los cultores. Quizás eso no llegó a ser comprendido y en más de diez años de existencia, el ICEP ha pasado por momentos de cambio, mas no de transformación. El equipo multidisciplinario que le ha dado forma y vida al ICEP, hoy está dignamente representado en figuras de primer orden como Aníbal Grunn, Manuel Manzanilla, Job Jurado, Gerson Jiménez, Luisa Linares, Mercy Mendoza, Omar Rodríguez, Arcilia Padilla, Alexis Bracho, Yelitza Peroza, entre otros; liderizados por Carmen Guédez, haciendo del hecho cultural una imagen indeleble de integralidad e inclusión.

     El discurso sobre cultura del ICEP no engaña: “Trabajaremos para dotar de sentimiento identitario a todos los ciudadanos y ciudadanas de Portuguesa hacia la revolución de la Comuna”. El plan es universalizar un “socialismo revolucionario, cosmopolita y cívico”, donde la cultura sea instrumento de diálogo y concientización. También en el ideario del nuevo ICEP, está la convocatoria a impulsar los valores inmersos en la Sociedad Justa y de Equidad que merecen los portugueseños. Los medios para seguir esa vía pasan por potenciar las tradiciones locales y establecer proyectos conjuntos con otras regiones. En esa línea, el espíritu de la cultura se convierte en una vía para la comprensión y  modelaje de espacios donde la comuna vaya tomando su lugar.

     La cultura que promueve el ICEP, está formada por valores, héroes, ritos y rituales, la red cultural y el medio. Los Valores son entendidos, en la estructura organizativa del ICEP, como los principios que guían el comportamiento de los miembros de la institución (la lealtad, solidaridad, responsabilidad, respeto, entre otros). Los Héroes, son los cultores y los espectadores de ese accionar cultural;  héroe es una persona que lleva adelante los valores de la cultura y que con su comportamiento induce al resto del colectivo a adoptarlos como propio. En cuanto a los Ritos y Rituales, son rutinas, es decir acciones o comportamientos que se repiten cotidianamente, por lo tanto se incorporan en el individuo disminuyendo la incertidumbre en su accionar.  Se le llama Red cultural, a la fuente informal de información que facilita la comunicación de los valores de la organización y puede otorgar poder según su utilización.  Y el Medio es donde el ICEP, como organización, desarrolla su actividad y donde se evidencia la cultura como inversión.

     Los elementos manifiestos de la ideología organizacional que mueve al ICEP como institución en pro de la Cultura regional, están arraigados en la formar de vida del colectivo portugueseño. La cultura asume un conjunto básico de valores y creencias que ayudan al trabajador cultural a comprender cómo funciona la organización y a dictar normas de comportamiento que integren la familia y la comunidad a los intereses del accionar cultural.

     En una palabra, esa cultura que forma un conjunto de maneras de pensar, sentir y actuar más o menos formalizados y que configuran un sistema de normas de conducta, es para el ICEP el alfa y omega desde donde construir la unidad ideológica y cultural que establezca las bases de la nueva estructura socialista. Estas normas de conducta correctas se diferencian del comportamiento sectario de quienes miden lo cultural por la vía del enriquecimiento; el cambio de valores y la nueva conciencia del funcionario cultural, ejercen una poderosa influencia sobre las actividades propias culturales, así como en la imagen que la sociedad tiene de su institución. Entre los valores que destaca el accionar del ICEP, está el fomento de la dignidad y la honestidad intelectual, la humildad, el aprecio por orden espontáneo, la apertura a las nuevas ideas y la libertad de cometer errores y de aprender de la experiencia. Este ha de ser el decálogo de esa nueva sociedad hacia la transformación.

      
 Ya para muchos, el socialismo es la base sólida que proporciona identidad y estabilidad y que se refleja en las prácticas diarias, como una fuerza que conduce al hombre común a la conquista de su identidad cultural; esa es la visión que encara el ICEP y que la proyecta en cada una de sus actividades y acciones. La cultura, en el ámbito de lo que aspira impactar el ICEP hacia la revolución de la comuna, es la idiosincrasia humanista llevada hasta sus más altas consecuencias. En un sentido lato, la cultura en el ICEP, está modelada por los comportamientos predominantes que configuran la manera de hacer las cosas desde la postura de la equidad. El concepto de cultura resulta muy abarcador cuando se aprecia de esta manera, incluyendo los aspectos salientes de las demás características de los recursos humanos y del accionar institucional. En la cultura del ICEP, subyacen valores y creencias compartidas, de naturaleza estable, que generan respuestas oportunas y directas;  valores que incluyen supuestos acerca de la realidad. Creencias que suelen manifestarse por medio de mitos, ritos, lenguajes, símbolos, lemas. En general, el ICEP hoy día, se mueve en un horizonte caracterizado por: Aspectos vitales, como la actitud frente a la transformación y al riesgo, siendo ancho el grado de apertura a las comunidades;  Aspectos morales, como la honestidad y la justicia; Aspectos sociales, como la importancia relativa de los factores de poder, la influencia que se otorga a las jerarquías, la  participación, la  cooperación, como elementos de una sociedad que sobrestima lo colectivo y minimiza la individualidad; Aspectos institucionales inherentes a una visión de inversión e impacto social, bajo el cual, el crecimiento, la atención al ser humano, la calidad, la eficiencia y la innovación, se erigen como el gran mensaje de una Institución que se ha convertido en el epicentro del movimiento cultural en Portuguesa. 

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Ramón E. Azócar (*)

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

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