El mito de la delincuencia venezolana en Chile

Muchos gobiernos mantienen la narrativa de que la delincuencia viene de otro lado y no es producida en sus países, esto da una disculpa tácita al problema, además se engendra en la población un sentimiento de “No somos nosotros, son ellos que han venido con malas costumbres”, como buenos seres humanos buscamos las razones en los demás, nunca nosotros mismos. 

Algo de esto sucede en Chile, la población ve a los venezolanos con cierto recelo, comparan al Chile del pasado con el actual y la diferencia se le atribuye a la presencia de estos extranjeros sudamericanos.

Otros recuerdan la tipología de crímenes y aseguran que la violencia actual es producto de los migrantes, sin tomar en cuenta factores como internet donde se aprende lo inverosímil y algo más, se exonera a la delincuencia nacional de todo delito violento, dejando expuesto un solo frente, “los extranjeros”.

En lo particular he escuchado decir que Maduro soltó a los presos expresamente para que fueran a Chile a delinquir, los medios de comunicación al momento de un suceso, no preguntan “¿quién fue?”, indagan diciendo “¿fue un extranjero?, ¿fue un venezolano?”, se escucha en las calles, pero ¿por qué vienen tantos?, son pocos los que saben  que Venezuela fue castigada con 926 sanciones en su mayoría dirigidas a golpear su economía y que se llevó a cabo una fuerte campaña para estimular la migración, con el solo fin de declarar al país un estado fallido, para este objetivo muchos países se sumaron, como es el caso del grupo de Lima, del cual Chile formó parte.

En reciprocidad no son muchos los que recuerdan que, cuando Pinochet derrocó a Salvador Allende y comenzó la penumbra a lo interno de Chile, más de 130.000 chilenos fueron a parar a Venezuela quien los acogió con las puertas abiertas, les facilitó puestos de trabajo y facilidades para adquirir viviendas, muchos de ellos nunca regresaron a Chile y viven en Venezuela hasta los actuales momentos.

Los factores mencionados junto a muchos detalles más dan como resultado una sensación de que los venezolanos son una parte del azote y causa fundamental de la delincuencia chilena, aquí en este artículo bajo una extensión limitada trataremos de desmontar esa percepción. 

Empezamos diciendo que la delincuencia tiene su origen en el desempleo, la pobreza y la desigualdad, (Machín y Meghir, 2004), además estudios comparados entre países (Soares, 2004) no descartan la relación entre desigualdad de ingresos y tasas delictivas. Como se podrá intuir, estos factores no tienen nada o poco que ver con la población migrante.

Es sabido que estos factores se agudizan principalmente en las sociedades capitalistas, acompañados con otras variables como, drogas, armas y alcohol, crecimiento incontrolado de las ciudades, la carencia de servicios, la ausencia del concepto de seguridad urbana, el bajo control de barrios, el surgimiento de espacios semi–públicos (malls, estaciones, etc), fuentes de trabajos inadecuados, marginación, infraestructura física precaria, presencia escueta de autoridad, ambiente y condiciones de impunidad, falta de oportunidad de empleo, desintegración familiar, dificultad de acceso a la educación, alto costo de vida, y deterioro del sistema salud entre algunos otros. Nuevamente pensar que estos componentes son responsabilidad de la población extranjera es tapar el sol con un dedo.

Observemos algunos detalles, la tasa de desempleo en Chile desde el 2015 viene aumentando desde un 5,8% a un 9,6% en el 2023, según datos de CASIN 2009, existe en el país un 3,7% de indigentes, unas 620.000 personas y un 11,4% en situación de pobreza representando unas 2.500.000 personas, sumados nos da un poco más de 3.000.000 de habitantes.

En un artículo publicado por la Universidad Católica de Chile en febrero del 2023, ésta indica que la distancia entre ricos y pobres sigue siendo considerablemente grande, refiere  un estudio del banco mundial, el cual afirma que un tercio del ingreso generado por la economía chilena en 2013 fue captado por el 1% más rico, es oportuno agregar que la desigualdad socioeconómica puede entenderse en relación con las diferencias en la vida social de las personas, lo que indican ventajas para unos y desventajas para otros. Siendo así no solo una característica cuantitativa de desigualdad en ingresos y riqueza sino también en educación, salud, seguridad económica y física (www.uc.cl).

El portal CIPER ACADÉMICO, publicó un artículo denominado Inmigración, delincuencia y las erróneas percepciones sobre el delito, en agosto del 2021, el trabajo fue financiado parcialmente por el proyecto “Understanding the Impacts of Migration in LAC, del Banco Interamericano de desarrollo, basándose en estudios reciente para el momento, se analizó el rol de la inmigración en la delincuencia y en las percepciones asociadas al crimen en Chile, encontrándose como resultado de la investigación, que el efecto de la inmigración en la actividad delictiva es prácticamente nulo.

Para dar explicación a este fenómeno, es decir explicar la brecha entre las percepciones y el efecto en crimen, los autores decidieron identificar el rol de los medios de comunicación. Se afirma que la inmigración ha tenido un impacto importante sobre las percepciones de las personas, pero un efecto nulo en victimización, el estudio cita a otros autores como Chalfin (2014) y Fasani (2019), como soporte a la conclusión de que, el arribo de migrantes no está asociado con un aumento en el crimen.

Se menciona el efecto amplificador de los medios de comunicación, en este sentido se trabajó sobre la hipótesis que, los delitos perpetrados por inmigrantes podrían tener más probabilidad de ser recogidos en los medios de comunicación (en el segundo párrafo esto ya fue señalado). “Los resultados se explican por cómo los medios informan de manera diferente sobre los incidentes o como las personas se ven expuestas a ellos de manera diferente”, el artículo igualmente señala que “La cantidad de medios de comunicación que existen en un lugar determinado, podría ser un potencial mecanismo que explique la disparidad entre el efecto de la inmigración en crimen y su impacto en las percepciones de las personas.”

La investigación recogió noticias desde el 2010 hasta el 2015, se encontró que el número de noticias de crimen aumenta de manera desproporcionada justo después que un homicidio fue cometido por un extranjero, (en relación con aquellos homicidios donde el sospechoso era chileno).

Es oportuno decir que en el portal de América Futura se publicó un artículo en colaboración con el Banco de Desarrollo de América Latina y El Caribe, donde la CEPAL cuantifica el aporte de los migrantes en el impulso de la economía chilena (2023), en el mismo se establece que los migrantes tienen un impacto positivo en el Producto Interno Bruto (PIB), debido especialmente a su aporte en mano de obra y su concentración en áreas económicas productivas. Entre las conclusiones de este informe se encuentra que el 13,4% del crecimiento del PIB chileno, lo produce la fuerza de trabajo migrante, también establece que “En solo ocho años, casi se duplicó el aporte al PIB generado por la mano de obra extranjera. Eso implicó en que, a la vez, casi se triplicara su contribución a la economía nacional. En ese mismo periodo, la fuerza de trabajo de origen migrante trepó a un ritmo de 20% en promedio cada año, más de diez veces por encima del crecimiento anual de la fuerza de trabajo de origen chileno”, por otra parte el estudio también destaca que, “desde la perspectiva demográfica la población migrante aminora los procesos de envejecimiento poblacional y a la vez revitaliza la natalidad, apunta que en Chile entre el 2010 y 2020, la migración contribuyó con más de un tercio del crecimiento demográfico, y ayudó a suplir el vacío de habitantes jóvenes”.

Es importante mencionar que, los elementos que están ligados a la delincuencia, conforman una gama compleja de índole socioeconómicas, que solo pueden ser corregidos con una nueva constitución, de lo contrario estos factores seguirán actuando y creciendo con consecuencias impredecibles.

Este estado de inestabilidad de la sociedad chilena se puede apreciar en el discurso de la Consejera Constitucional Karen Araya, quien en su intervención con motivo de la votación (Rechazo) del nuevo texto constitucional expresó: “había en el pueblo un malestar latente hacia el sistema económico ocasionado por los graves abusos de empresas privadas, la Polar, las farmacias, las desigualdades en el acceso a la salud, la educación, el fracaso de las AFP, las ISAPRES, la pésima distribución de los ingresos, el alza del transporte público”, también agregó “ esta constitución va a profundizar las desigualdades, la educación en Chile es un bien de consumo, la salud un negocio y los fondos de pensiones son préstamos sin interés para los grupos económicos que controlan nuestro país”, igualmente apuntó “nuestra sociedad tiene a ciudadanos de primera y segunda clase, consumidores con dinero que no pueden pagar por salud, educación y una jubilación suficiente y el resto de nosotros abandonados a la deriva a la incertidumbre de no saber si alcanzaremos a llegar con nuestro sueldo a fin de mes”, es claro que estas palabras aunque no fueron dirigidas bajo el contexto del tema de la delincuencia, sí enmarcan una realidad, que sirve de soporte o base de cultivo para la generación de violencia y roturas de orden junto a transgresiones de ley. 

Bajo estas circunstancias es difícil creer, que una población migrante de Venezuela, que alcanza unas 500.000 personas, donde existe un contingente significativo de médicos de primer orden, con postgrados en diferentes especialidades y otros tantos profesionales de diferentes disciplinas ingenieros, economistas, abogados, contadores, técnicos superiores, etc, además de ciudadanos trabajadores, sean la causa principal de la delincuencia chilena.

Con todos los argumentos expuestos aquí, no se pretende ocultar la existencia de algunos venezolanos que transgreden los límites de las leyes, pero como ya se mostró, sí se puede afirmar de forma seria y documentada, que esas transgresiones no constituyen la causa principal, ni tiene una incidencia significativa en el estado general en que se encuentra la sociedad chilena.

 

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