El drama de salarios, jubilaciones y pensiones

Los anuncios del 1° de mayo quebrantaron las expectativas del pueblo venezolano en relación a un salario digno. Trabajadores, jubilados y pensionados sintieron traicionada su confianza en el justo reconocimiento a su esfuerzo y lealtad con el país. Se impuso la exigencia de FEDEECAMARAS. Las consecuencias son más graves de lo aparente. Se ha golpeado la estabilidad emocional de la población. Se profundiza el drama social.

Las consecuencias son muy graves. Quedó demostrado que, en Venezuela, la contención del salario es una Política de Estado con la cual se pretende ahorrar gastos, reducir la masa de dinero circulante buscando contener la inflación aunque no se controle el despilfarro fiscal, ni el monopolio de bienes y servicios. Esta política se traduce en la imposición de un asfixiante sacrificio al pueblo trabajador con salarios de hambre, eliminación de beneficios laborales, pensiones miserables, servicios públicos con tarifas exorbitantes y subsidios eventuales (bonos) que envilecen la condición humana. Prevaleció el criterio monetarista que exige sacrificar el ingreso de los trabajadores, garantizar beneficios arancelarios a los empresarios y estímulo al libre mercado en función de un supuesto equilibrio macroeconómico. Ya lo vivimos con CAP en 1989.

La sorpresiva decisión de no aumentar el sueldo mínimo se traduce en mayor pérdida del poder o capacidad adquisitiva y, en consecuencia, un estancamiento del crecimiento económico y de cualquier estímulo a la producción. La mejor vía para contener la inflación es la producción de bienes y servicios a un nivel que pueda atender la demanda. FEDECAMARAS, con el monopolio absoluto de las distintas ramas de producción de bienes y servicios, no tiene ningún interés en aumentar la producción. Juegan a mantener bajos límites de producción y con ello sostener altos niveles de inflación que le permita una acumulación de capital sin mucho riesgo.

La nueva "política monetarista" (basada en "La Moderna Teoría Cuantitativa del Dinero") asumida por el gobierno supone que la única vía para frenar la inflación es la reducción del crecimiento monetario (dinero circulante, básicamente). Sin embargo, los sueldos, salarios y pensiones están congelados desde marzo de 2022. Como complemento se eliminaron casi todos los beneficios laborales establecidos en las Convenciones Colectivas y la inflación en el sector "alimentos" subió en 534,69% y en el sector "servicios" remontó 534,74% entre marzo 2022 y marzo 2023, periodo en el cual se redujo sustancialmente el crecimiento monetario. El aparato productivo sigue paralizado y el sacrificio del pueblo trabajador solo ha beneficiado a los empresarios que mantienen altos niveles de ganancias y acumulación de capital.

Nadie puede exigirle más sacrificio y lealtad a este noble pueblo. No hay justificación posible para mantener congelados los sueldos, salarios y pensiones. Tanto maltrato nunca podrá ser justificado. La "guerra económica" ha sido banalizada para justificar la ineficiencia, el burocratismo y la corrupción en todas las instancias institucionales. Las sanciones contra el país comenzaron a tener un efecto a partir de 2018 y, progresivamente, han sido flexibilizadas por acuerdos (tras bastidores) con el capital transnacional. En 2022, el país debió recibir 18.000 millones de dólares por venta de petróleo, 4.700 millones de dólares por la aplicación del Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF) más lo ahorrado por la suspensión del pago de servicio de la Deuda Externa. ¿Dónde fue a parar ese dinero? ¿Por qué no se utiliza para pagar un inaplazable aumento de sueldos, salarios y pensiones?

La bonificación de los sueldos es una política contra los trabajadores. Se pretende eliminar las Prestaciones Sociales para complacer las exigencias de FEDECAMARAS. Se están eliminando los derechos y beneficios laborales contemplados en las Convenciones o Contratos Colectivos y en las leyes que rigen el proceso del trabajo. Todas estas decisiones tienen un sesgo neoliberal que afecta la estabilidad emocional del pueblo trabajador. Se agudizan las tensiones sociales y se profundiza el drama por salarios, jubilaciones y pensiones que nos permitan vivir con dignidad…De dignidad se trata…



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Darío Morandy


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