Las Bases Militares

En alguna parte de nuestra Constitución se establece que en este país no podrán instalarse bases militares de ninguna potencia extranjera. A nuestro juicio, el que ello haya sido consagrado en la Carta Magna, no sólo ha constituido un tremendo error o, por lo menos, una imperdonable ingenuidad, producto del desconocimiento, o peor aún, de la ignorancia que se tiene acerca de la realidad de este continente. Porque, haber consagrado constitucionalmente lo dicho, era suponer, en primer lugar, que todos los países que integran esta región son unos chicos buenos, que escrupulosamente observan y respetan las leyes internacionales, y que, por lo tanto, no había que esperar, por parte de ninguno de ellos, ninguna acción hostil contra nuestro país.

En segundo lugar, era también creer que aquí cualquier país puede impunemente declararse socialista, enemigo del imperialismo, y no pasarle absolutamente a nada. Y, por último, creer también que aquí, en esta parte del mundo. Venezuela no tenía enemigos, ni hubiera nadie codiciando nuestras riquezas naturales. Y lo que es peor aún, que quienes codician esas riquezas , no estarían dispuestos a llegar a los peores extremos para apoderarse de las mismas.

Como se ve, un error estratégico de descomunales dimensiones. Por cuanto a lo primero, ahí tenemos a Colombia que, en violación del principio de no intervención consagrado por la legislación internacional, se dedica todo el tiempo a organizar y promover sabotajes y conspiraciones contra nuestro país; llegando, incluso, a planificar y llevar a cabo acciones destinadas a tentar contra la vida del presidente Maduro.

En cuanto a declararse socialista y no esperar una poderosa reacción en contra, nos parece ya una actitud rayana en la majadería. Y eso, porque ahí está Cuba, para desengañar al más optimista. A la misma Venezuela que, por haberse declarado una República socialista, libre e independiente, fue objeto, al igual que la isla, de toda clase de ataques y agresiones. El gobierno de Hugo Chávez, en medio de un baño de sangre, fue derrocado , mientras el país se hundía en un espantoso torbellino de violencia.

De todas estas cosas, unas ya sucedidas y la otra por suceder, se olvidaron a la hora de establecer la citada disposición constitucional. Se olvidaron, incluso imprevisivamente, de que somos poseedores de una inmensa riqueza, algunas de ellas de vital importancia para los Estados Unidos. Este hecho debe ser tenido siempre en cuente, porque ese país, en un momento de apremio, va a querer venir por ellas, sin que consideraciones de tipo legal, moral, etc., puedan evitarlo, sólo la fuerza podría hacerlo.

De allí la necesidad de una alianza militar con una potencia lo suficientemente poderosa, que nos ayude a contrarrestar este inminente peligro. Nos referimos, por supuesto, a Rusia, país quien además de compartir algunos ideales de relevante trascendencia, estamos amenazados por un inescrupuloso e inmoral enemigo común. Por un enemigo tan moralmente depravado, que no existe nada, por sagrado y venerado que sea, que no esté dispuesto desconocerlo y violarlo en medio, incluso, de ruidosas carcajadas y celebraciones, como la de aquella desaprensiva mujer, la de "vini, vidi y murió, ja.ja,ja", ante la atroz muerte del recordado coronel Gadafi.

Pero existe una poderosa razón más, que recomienda la derogatoria, lo antes posible, de la mencionada disposición de Colombia a la OTAN. Hecho promovido por los Estados Unidos, no con muy buenas y pacíficas intenciones por cierto, sino como un factor de provocación contra nuestro país. Los planes son provocar una guerra entre nuestro país y la forajida nación vecina, para luego, una vez iniciada ésta, invocar la intervención de la alianza militar, la cual, con la depravada nación del norte hacer lo mismo que hicieron con la descuartizada Libia, o la que con la mayor impudicia perpetraron en los balcones. Pero, claro en nuestro país no les resultaría tan fácil la tarea. Pues las dificultades que aún no han confrontado en ninguna de sus aventuras criminales anteriores., las encontrarían aquí, con un fuerza armada militar y moralmente preparada, y un pueblo – y junto con él, yo – dispuesto a restearse en defensa de su libertad y soberanía. Sin embargo, no es suficiente; necesitamos ayuda, y esa ayuda nos la podría prestar Rusia, sin que con ello se viera vulnerada nuestra soberanía.

El nuestro, es un caso muy parecido al de la isla antillana. En relación con esto, cabría preguntar: ¿qué hubiera sido hoy de Cuba y de su revolución si por un nacionalismo mal entendido y torpemente practicado, si por temor a perder la independencia, los dirigentes cubanos hubieran rechazado la ayuda que generosamente la Unión Soviética les ofrecía? Sería historia. Como historia podríamos ser nosotros, si no tomamos en cuenta con la suficiente claridad y lucidez hasta donde sería capaz de llegar el imperialismo para apoderarse de nuestras riquezas; si pensamos que todo lo que podía hacer para lograr ese objetivo ya lo hizo, y que lo que ahora le queda es resignarse y renunciar a lo que hasta hacía poco había sido el objeto de sus máximas preocupaciones. No, el imperialismo jamás renunciará a la idea de Venezuela, y convertirla en segura y gratuita suministradora de cuanto recurso que en materia energética necesite. Haber pensado lo contrario o no haber pensado en ello, es decir, en que el imperialismo jamás dejará de codiciar nuestras riquezas, sólo podían hacerlo unos verdaderos diletantes de la política, o sea, unos políticos improvisados que no sabían lo que en realidad estaban haciendo.

Pero lo peor no es eso, lo peor, si se quiere, es que continuamos en las mismas; que ante situaciones realmente delicadas, pues son como estar todo el tiempo en la mira de nuestros enemigos, no hayamos que hacer ni que decir. Por ejemplo, ante la incorporación de Colombia a la OTAN, cuyo móvil belicoso y agresivo contra nuestro país nadie medianamente informado puede ignorar, ya que lo único que faltó fue que a esa incorporación le pusieran el nombre de Venezuela ¿qué se ha dicho, que se ha hecho, en respuesta a las perversas intenciones contenidas en esa incorporación? Que sepamos, nada. Se ha hablado hasta el cansancio de los extraordinarios logros del gobierno; de la recuperación económica, de la cual se dice que creció o crecerá un 2 por ciento; se habla también de los otros éxitos obtenidos, especialmente en el área de los servicios, en fin, se habla extensamente de todo, pero de un hecho que entraña un peligro inminente, no se dice absolutamente nada.

Pues, sí como hemos visto, ese peligro existe, y la única manera de conjurarlo, es con una alianza militar con Rusia. En virtud de esta alianza, tropas rusas permanecerían en el país de la misma manera, que antes permanecieron en Cuba, y con una doble misión: desestimular cualquier ataque que contra nosotros se estuviera pensando perpetrar, y asestar un certero golpe en el corazón de los Estados Unidos, en el caso de que cualquiera de sus aliados de la OTAN intentara una acción militar contra Rusia. Sería algo así como un quíd pro quo; o sea, ayúdame que yo te ayudaré.

No se nos escapa que muchos estarían en desacuerdo con esta alianza. Con lo cual indirectamente se estarían mostrando partidarios de que nuestro país se encontrara a merced de un ataque de la inescrupulosa nación del norte. Porque si hemos de ser realistas y sinceros, tenemos que reconocer dos cosas: que el peligro existe, y que por mucho que sea el daño que en las primeras de cambio nuestras fuerzas le pudieran infligir al agresor - y de que podríamos, podríamos-, es indudable que a la larga, cuando nuestro parque se haya agotado y ya no tengamos con qué continuar derribando los misiles tomaharwk y los aviones del enemigo.



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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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