Salud Mental y Política en clave decolonial

Hablar de Salud Mental y Política en clave decolonial, necesariamente requiere recordar una y otra vez, nuestra ontología como pueblos conquistados, colonizados y colonializados hasta el presente, en el entendido que la salud mental es el encuentro entre tres grandes subjetividades, la subjetividad del ser, la subjetividad/intersubjetividad del amar y la subjetividad del tener estar, lo que nos remite a nuestra historia personal –biografía- y a la historia colectiva que nos contextualiza en un momento histórico y un territorio que nos da una identidad nacional.

En nuestra concepción de salud mental decolonial, es de suma importancia las dialécticas subjetividad/intersubjetividad, lo que nos humaniza, historia personal/historia colectiva, lo que nos contextualiza en el tiempo, como sujetos históricos y bien-estar/mal-estar, lo que nos ubica en un espacio geográfico, que nos territorializa en ese juego dialéctico, de alternancias de bien-estar, mal-estar, en el devenir de la vida, que nos politiza, entendiendo la política como la capacidad de transformación singular y colectiva.

Lo decolonial, es la estrategia emancipadora, libertaria, que debemos ejecutar como praxis social y política permanentemente, para superar la colonialidad del ser, que nos inferioriza y subalterniza, al no reconocernos como iguales, que caracteriza nuestra sociedad dividida en clases sociales, que nos hace desiguales y nos somete en el devenir de la vida a injusticias y exclusiones, colonialidad del poder Sin reconocimiento del otro y el nosotros, sin justicia y sin igualdad de oportunidades. Desde nuestra concepción, es difícil concebir que se tiene salud mental en condiciones permanentes de desigualdad, injusticia y exclusión.

De tal manera que, a mayor aproximación al bien-estar, indica mayor igualdad, justicia e inclusión social y por lo tanto, mayor salud mental; mientras que estar más próximos al mal-estar, tendremos menos salud mental, hablando dialécticamente. 

Todo ello, tiene sustento en nuestra Constitución Bolivariana: “…somos un Estado democrático, social, de derecho y justicia…” también sostiene la Constitución, que los fines esenciales del Estado venezolano son: “…la dignidad y el desarrollo de la persona…” y ello se logra a través, de la “…educación y el trabajo…”, esa es la esencia socio-política y humanista de nuestra Constitución, para el pueblo y con el pueblo todo, un pueblo sin posibilidades de desarrollo, bien-estar y dignidad, es una traición constitucional.

¿Cómo lograr esos fines esenciales del Estado venezolano?, la Constitución nos señala como lograrlo, cuando en el artículo 91 sostiene: “Todo trabajador y trabajadora tienen el derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales.” Más adelante en ese mismo artículo indica: “El Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras del sector público y del sector privado un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como una de las referencias el costo de la canasta básica. La Ley establecerá la forma y el procedimiento” 

Entonces, el bien-estar como salud mental, se debe comprender como una dialéctica histórica y sociopolítica de transformación radical a las condiciones que nos impone el capitalismo financiero y globalizado, como pueblo y al Estado democrático, social, de derecho y justicia, como otra forma imperial, para violar el derecho internacional y nuestra soberanía, como insubordinación fundante, se requiere un despertar de nuestros gobernantes, para no hacerle el juego al imperialismo, al no evaluar soberanamente, el mandato e imperativo ético del artículo 91 de la Constitución Bolivariana, en el que nos basamos los trabajadores y las trabajadoras demandando del Ejecutivo Nacional un salario digno y justo.  

La “crisis” que sufre la ciudadanía venezolana, es desigual, injusta y excluyente, vulnera la salud mental de la inmensa mayoría del pueblo, mientras unas minorías elitescas,  opulentas, despreocupadas, individualistas y egoístas, con su actitud nos indican que tienen menos salud mental que la mayoría del pueblo sufriente, porque un pueblo empobrecido, mal alimentado, hambriento, sin estabilidad laboral y míseros sueldos, cuando su voluntad de vida es negada por la voluntad de poder, como exclusión del otro, que lo victimiza, colonialidad del poder, se establece un consenso crítico como hiperpotentia de los débiles en estado de rebelión, como nos lo señaló en su Tesis política 12: El poder liberador del pueblo como hiperpotentia y el estado de rebelión, el recientemente fallecido Filósofo de la Liberación Enrique Dussel, en su Política de la Liberación (2010), con el cual se ganó en el año 2009, el premio instituido por el Presidente Chávez al Pensamiento Crítico Simón Bolívar. 

 


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