Salud Mental Decolonial II: ¿Es posible en un mundo y sociedades desiguales, injustas y excluyentes?

En las dos semanas anteriores, hemos desarrollado la temática de la Salud Mental Decolonial, desde tres informes que dan cuenta de la compleja realidad política, económica, social y científica de la sociedad actual, denominada “interregno global” (Informe Carolina, 2023-2024: América Latina en el interregno: Política, Economía e Inserción Internacional)  y la condición de posibilidad de tener una Salud Mental Decolonial, en un mundo y sociedades desiguales, injustas y excluyentes, para finalizar esta semana, pensando críticamente y con cabeza propia, la utopia esperanzadora, como futuros anticipados y posibles, en momentos críticos y cruciales del mundo y la sociedad donde nos ha correspondido vivir y convivir,  pensamos no morir en nuestro intento utópico esperanzador. 

La Salud Mental más allá de las definiciones que hemos propuesto en artículos anteriores, como el encuentro entre tres grandes subjetividades/intersubjetividades del ser/amar/tener-estar que nos permite integrarnos socialmente, ser felices y estar satisfechos, como polo de bien-estar o aislarnos y ser resentidos sociales, infelices e insatisfechos, como polo de mal-estar. 

La crisis civilizatoria planetaria que vivimos, requiere una salud mental como categoría política fundamental, para preservar la vida y la salud en su complejidad biocultural, bioantropológica y biosocial (Edgar Morín, 2000), porque no puede haber bien-estar humano en sociedades desiguales, injustas y excluyen, como las develadas en el Informe Oxfam 2023 y de años anteriores, así como las conclusiones del Foro Económico Mundial (FEM) de Davos 2024; solo de interés económico y de preocupación social, pero sin vocación y voluntad política, para ampliar su radio de acción más allá de lo económico y protección del lucro personal o corporativo.

De igual manera, el Informe Mundial sobre Salud Mental 2022 (OMS/OPS), cargado de buenos deseos e intenciones, pero, con una retórica discursiva que hace imposible el logro de sus propósitos, por lo alejado que está de las realidades develadas por el Informe Oxfam y más afines con las prioridades económicas y egoistas de Davos 2024; además sus planteamiento, parecen añorar los propósitos del pasado, cuando afirman “Veinte años después de que la OMS publicara su histórico Informe sobre la salud en el mundo 2001. “Salud Mental: nuevos conocimientos, nuevas esperanzas”, las recomendaciones formuladas en aquel momento siguen siendo válidas hoy en día. 

Para abonar más a ese pasado anhelado, criticamos su enfoque desde una Salud Pública convencional, centrada en la “enfermología pública” (Edmundo Granda, 2000) con reconocidos logros en el pasado, pero que al hacerse funcional al mercado y capital, perdió capacidad explicativa, comprensiva, interpretativa y resolutiva de los hechos y procesos de salud/enfermedad que estudia. Eludiendo el enfoque de una Salud Pública Alternativa, como la Salud Colectiva, propuesta Nuestramericana desde hace más de 40 años, de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social y Salud Colectiva (ALAMES), como corriente académica innovadora y transformadora, movimiento sociopolítico organizado y corresponsable Estado/Pueblo y como praxis social (dialéctica marxista teoría/práctica).

La Salud Colectiva y sus categorías fundamentales: la determinación social de los procesos salud/enfermedad, defensa del derecho social de la salud asociado a la vida, la configuración de Sistemas Públicos de Salud Universales, el territorio como espacio socializado, donde se desarrolla la vida, la salud, el matabolismo sociedad/naturaleza (producción y reproducción social), todo ello, contextualizado social e históricamente, cuidados integrales a la salud (institucionalidad pública/pueblo organizado), que es el enfoque que sustenta y soporta la Salud Mental Decolonial.

De manera tal que, la decolonialidad representa para Abya Yala el desprendimiento de las bases euro-anglocentradas del poder, el desenganche de la lógica de la modernidad/colonialidad y una alternativa epistémica “otra”. Esta alternativa “otra”   intenta romper la colonialidad en todas sus expresiones, dignificando a la vez las experiencias y cultura nuestramericana, para ello, asume como premisa la interculturalidad. la transmodernidad como retorno a la conciencia de las grandes mayorías de la humanidad de su inconsciente histórico excluido y una nueva episteme, la altersofía, como búsqueda de conocimientos que visibilicen las prácticas cognitivas de los pueblos oprimidos históricamente por el colonialismo y la colonialidad.

El proyecto decolonial tiene su primera manifestación con la obra “Nueva crónica y buen gobierno” escrita por Waman Poma de Ayala al rey Felipe III en 1616 durante el Virreinato del Perú, así como la manifestación del esclavo liberto Otabbah Cugoano, ambos tratados se presentan como proyectos políticos decoloniales (Mignolo, 2007). El proyecto decolonial abre una nueva forma de pensar, nueva episteme que supera las cronologías euro-anglocéntricas, la racionalidad técnica y dogmática de los paradigmas cartesianos y kantianos propios del modelo moderno/colonial.

La decolonialidad se plantea entonces como una posibilidad que va abriendo caminos hacia un ser, existir, pensar, hacer y estar distinto, hacia una vida más humana. Desde esta perspectiva se busca crear un mundo más solidario, menos desigual e injusto, donde haya coexistencia, corresponsabilidad y solidaridad en la convivencia comunal, receptividad entre sujetos colectivos diversos y distintos, que se reconozcan en el “otro y el nosotro” y se reconozcan en la dignidad de cada uno, para superar la inferiorización y subalternización que se instaló en la subjetividad del ser como colonialidad.

 La colonialidad ha instituido formas de interacciones, relaciones y vínculos cargados de asimetrías, de injusticias, desigualdades, exclusiones, explotación y dominación, a través de imposición de pensamientos para conocer, investigar, hacer ciencia y tecnología, legitimando y validando únicamente los conocimientos euro-angnlocéntricos, es decir, la colonialidad del saber. Desde esas colonialidades instauradas en la modernidad capitalista globalizada, hoy en crisis, se devela el extravío para construir sociedades humanas justas, igualitarias, incluyentes y tener un mundo “otro” de bienestar anhelado, cada vez más lejano de dichos propósitos, como lo demuestran los resultados y conclusiones de los informes internacionales analizados panorámicamente en estos  articulos, donde la salud mental decolonial, sustentada en la Salud Colectiva debe ser un eje orientador y estratégico de las politicas internacionales de las instituciones supranacionales y políticas nacionales de los gobiernos y Estado-nación, para el logro de un bien-estar mundial que contribuya a superar la actual crisis civilizatoria, con un modelo mundial “otro” de paz, igualdad, justicia e inclusión geopolítica, con respeto de los derechos humanos, de la soberanía popular de los pueblos y respeto al derecho internacional violado imponemente por el imperialismo yanki sionista. 

Seguimos “por ahora” (dixi Hugo Chávez Frías) transitando los caminos de la esperanza utópica, sin utopías, no habra cambios y mucho menos transformación para la libertad de la humanidad. 

 

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