Crónicas de ayer del municipio Guasimos XXVl

Una Bandera roja en lo alto de la Mantellina:

Corría el año 1967, estaba Leoni en el poder, ya había pasado Rómulo Betancourt, célebre por la frase aquella de "disparar primero y averiguar después"; venían siendo gobiernos en franco entreguismo al imperialismo yanqui, que gobernaban a espaldas del pueblo. La Constitución de 1961, que ellos habían aprobado, era letra muerta. La persecución, los desaparecidos, los masacrados, las torturas, crisis por todos lados, la corrupción y burocratismo del Estado, era la comidilla diaria.

Era un año preelectoral y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria se preparaba para las elecciones; en medio de aquella turbulencia política cualquier ruido político que los afectara era declarado subversivo y de llegar a ser responsable, era convertido en un objetivo y atacado luego con saña. Esa era la tan mentada democracia representativa. Un día vislumbramos en lo alto de la Mantellina la posibilidad de colocar allí algo que llamara la atención y que además sirviera de propaganda en la campaña electoral, así que sin pensarlo dos veces nos reunimos: Darío el maracucho, que vivía en la calle de Los Afligidos; el mudo Néstor Oliveros, falleció recientemente y Raúl Roa , tendría 14 años para la fecha, nos buscamos una enorme tela roja, dos potes de pintura blanca y un avío; ya a primeras horas emprendimos viaje; pasamos frente a la plaza y al primero que encontramos fue al señor Edmundo Perdomo (parrilla), encargado de su ornato; ni cortos ni perezosos le dijimos a dónde íbamos y cual era nuestra misión- Al medio día ya habíamos arribado, buscamos un palo y le colocamos la bandera roja, agarrándolo desde diferentes sitios a aquella vara con un fuerte mecate que la sostuviera de las embestidas del viento; en las cercanías recogimos unas cuantas piedras con las cuales construimos unas letras de unos seis (6) metros cada una, donde se leía MIR, que pintamos de blanco; aquella bandera y letras, se divisaba desde las partes altas de San Cristóbal, Tariba y Cordero. Al día siguiente los primeros en llegar al lugar fueron los alumnos del seminario Santo Tomas de Aquino guiados por la inusual presencia de aquella bandera roja, a la que bajan y con ello destruyen las letras. Posteriormente arriban por otra vía un pelotón del ejército, e inmediatamente suben a la cima del cerro a la búsqueda del campamento guerrillero, a las pocas horas están de regreso. Al observar aquella movilización, en la carrera cinco frente a la licorería La Colmena, allí había una carpintería, le hicieron algunas preguntas a los trabajadores, pero nadie soltó prenda, luego se dirigieron a la plaza Bolívar y después a la prefectura y comenzaron con el interrogatorio de rigor; que si habían visto personas extrañas; quienes del pueblo podrían ser sospechosos, que si patati que si patata. En todas estas Perdomo (parrilla); que conocía quienes eran los responsables, nos había visto subir, sabia de nuestras intenciones, entraba y salía de la prefectura, pues allí guardaba las herramientas, presenciaba los interrogatorios a los policías y alguna que otra pregunta que le hacían a los transeúntes. En todo esto Perdomo, que era copeyano, con su agudo ingenio que lo caracterizaba, salía y nos tenía informado de los pormenores de los que pasaba allá dentro. Lo cierto fue que los militares rastrearon el lugar y lo único que se trajeron fueron las latas de sardina dizque para detectar las huellas dactilares.

Un avisito capcioso:

Siendo Presidente de la Junta Comunal el señor Pablo Somaza; habían terminado la construcción del Colegio Padre Frías, con el peculio de las hermanas y la iglesia. La edificación dispone de dos plantas; en la baja dispone de un pequeño jardín y de una puerta de madera, con una forma rectangular que le da acceso. En las afueras presenta un balcón semiesférico, soportadas por dos columnas, que reciben el peso del porche y del balcón; a los lados se observan ventanales protegidas por rejas y vidrios. Pablo Somaza un avezado dirigente de copey, con vocación de servicio, honesto, solidario, servicial; pero un avión para sacarle punta a cualquier oportunidad, se le ocurrió algo genial, donde caería más de un incauto desprevenido, como en realidad sucedió; mandó a colocarle un letrero en aluminio en unos de los laterales del edificio, que decía "OBSEQUIO DE LA JUNTA COMUNAL; la inscripción de ciernes, se prestaba para dobles interpretaciones, a los conocedores y no conocedores del origen de los recursos. Darío Galavis, aprovechando una mañana soleada y salida de los feligreses de una misa dominguera; quien además adosaba sus comentarios con una buena dosis de picardía, leyó de espetada y en voz alta y en medio del publico el avisito y con él los comentarios: Hasta donde yo sé, --señaló -- el señor presidente de la Junta Comunal, lo que obsequio fue el letrerito; no la edificación. En la construcción de éste colegio fueron otros los que soltaron el billuyo …..Señaló Galavis… Finalmente fue quitado, no sabemos si por los mismos funcionarios de la Junta Comunal o las autoridades del Plantel.



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Luís Roa

Licenciado en Administración de Empresas (ULA). Luchador social. Jubilado de CVG Alcasa

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