El último caudillo oriental

El Oriente del país ha sido siempre una región estratégica. Su ubicación, y su alta concentración de hidrocarburos, lo hace un lugar donde la geopolítica es fundamental.

Durante la campaña de Oriente, el jefe militar Santiago Mariño, asumió el gobierno de las llamadas provincias orientales, recuperando parte del territorio que se había perdido con la primera república.

Mariño, evito apoyar a Bolívar que pretendía tomar Caracas, y propuso dividir el país en dos repúblicas; la de occidente presidida por el Libertador, y la de oriente bajo su mando.

Después de su primer encuentro con Páez, El Libertador llegó a la conclusión de que para salvar el país era necesario inculcar en los caudillos orientales, la noción de patria más allá de las fronteritas y los cuatro cerros pelados de sus comarcas.

Bolívar, estaba consciente de que contagiar a aquellos militares personalistas, individualistas y llenos de vanidad, del espíritu de unidad alrededor de la nación, requería de un liderazgo capaz de conducir a un pueblo.

Una Venezuela dividida es la meta de las potencias imperiales que pretenden apoderarse de nuestros recursos energéticos. El caso Zulia, que produce 48% de nuestro petróleo se ha intentado varias veces.

Los estados Sucre, Nueva Esparta, Anzoátegui y Monagas comprenden el 9,28% del total de la población del país. Los dos últimos producen aproximadamente el 49% del petróleo nacional.

No es absurdo pensar que detrás de los conflictos políticos en oriente, esté operando el lobby norteamericano, con el objetivo de revivir el espíritu secesionista, en un hipotético escenario de desconocimiento del triunfo electoral de Chávez el 7O.

Chávez, se ha visto obligado a cohabitar con líderes sin ideología, comprometidos solo con sus proyectos personales, apartados del ideario real de construcción de una patria en socialismo.

Las elecciones del año 2012 marcan un punto de inflexión en esta convivencia obligatoria. Desde esa óptica es igual la permanencia de un gobernador como Briceño, dentro de las filas de la revolución

Tal vez todavía falten otros gatos Briceño, escondidos detrás de su grandeza podrida, tapiados y abigarrados con el lema de Patria y Socialismo. Como afirma mi periodista Guadalupe Autenerche “la traición y la envidia siempre cobijan al cobarde”.

Estamos seguros que los pretendientes a caudillo como el Gato Briceño, jamás tendrán el talento, audacia, visión, arrojo, de Arismendi, Sucre, Piar o Bermúdez, y mucho menos los cojones de Mariño.

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Luis Figuera


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