Israel empantanado en Gaza: derramar la sangre no da la victoria

Después de matar un millar de palestinos, incluyendo casi trescientos niños, incursionar en Gaza para en sus callejuelas sembrar el terror con ataques terrestres y aéreos, es poco lo que el balance militar le deja a Israel, si es que le deja algo y, por el contrario, no le quita.

Hasta ahora la sangre palestina es la gran protagonista y, para empeorar la percepción que buscan, el grupo Hamas sigue más vivo que nunca, atacando a destajo en las calles palestinas a las tropas israelíes, propinándole bajas que se ocultan, presentándole una guerra de desgaste, lejos de ser borrado como objetivo militar; Israel, en fin, padece un montón en su dignidad militar, dado que la situación lo cubre de agravios porque su estatus de potencia militar regional se viene al suelo al dar la impresión de ser incapaz de controlar un pequeño territorio de 151 Km/2. ¿Para qué hizo la guerra? --termina uno preguntándose--.



Fuera de disfrutar su placer asesino de masacrar a tantas personas, del modo más impune (la ONU está secuestrada por los EEUU), las desventajas salen más flote que las ventajas, y es mucho el revuelo político internacional generado con el papel desplegado por el otrora pueblo diezmado por los nazis que ahora parece dedicarse a diezmar a otros bajo la misma usanza: cortes de agua y electricidad, obstrucción de vías alimentarias y servicios médicos, infiriendo muerte lenta y hasta experimental, prácticamente haciendo de Palestina un ghetto, como los diseñados en el pasado para ellos mismo, según es su lamento eterno.

Al sol de hoy, después de parecer más un personaje genocida que luchador contra el supuesto terrorismo que lo afecta lanzándole cohetes sobre su territorio, Israel luce más como el gran guerrero que no pudo coronar con gloria su gesta aventurera y busca desesperadamente una tregua que le permita retirarse con apariencia de “victoria” del sitio.

Ya se sabe que su gobierno inició una campaña para convencer a sus habitantes de que ya le infirieron un gran golpe a Hamas y, por consiguiente, lo que resta es el repliegue. Empantanados, pues, como los gringos en Irak, valiéndose de las apariencias para hacer creer que son los mejores. Vaya estupidez. Y así quiere atacar a Irán, ansioso en el fondo de infundir miedo en la región, soñando con hacer como hicieron los EEUU en el Japón: borrar a los palestinos del mapa con las armas nucleares que ocultan bajo las arenas del Naguev.

¡Eso sí que los resarciría como las grandes víctimas que fueron en el pasado!

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Oscar José Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

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