Wang Hui: El auge de la economía china

El profesor Wang Hui (Yangzhou, 1959) es un especialista universitario en literatura e historia intelectual de China. Es profesor de la Universidad Tsinghua de Pekin. Ha sido profesor visitante en diversas universidades extranjeras y goza de mucho prestigio como representante cimero de la llamada "Nueva Izquierda" china.
Conviene esclarecer qué sentido recoge esta expresión de Nueva Izquierda dentro del contexto del gigante país asiático. No es una fórmula que goce del agrado del propio Wang Hui, por diversas razones. Una de ellas que aquí destacaré es que ella se confunde con las connotaciones occidentales que arrastra, que no coinciden con las chinas. Nueva Izquierda significa estar en contra del neoliberalismo, y también implica no ser un marxista-leninista ortodoxo. La "vieja" izquierda china, se entiende, haría referencia al régimen comunista que desde hace décadas domina sin discusión el país, y especialmente al maoísmo. Wang Hui nunca fue "vieja guardia": al parecer estuvo vinculado a las famosas protestas de Tiananmen (1989), en las cuales una parte de la sociedad china reclamó libertades y cambios. Libre de cargos, nuestro autor se posicionó después en contra del neoliberalismo rampante en los años 90, también en China. La de los 90 fue década en la cual el régimen chino impulsó medidas liberalizadoras, rumbos de signo capitalista que, al sentir de varios intelectuales chinos, suponían una merma en los derechos y niveles de vida de las clases más desfavorecidas. Nueva Izquierda significó en aquella época, por tanto, enfrentamiento a un gobierno autoritario que -formalmente comunista- hacía demasiadas concesiones a un modo de producción, el capitalista, que era depredador y contrario a la idea de igualdad en la que millones de chinos habían sido educados. Con el tiempo, Wang Hui y otros pensadores chinos de la Nueva Izquierda fueron reconciliándose con la cúpula dirigente de su país al observar que las aperturas hacia el Mercado implicaban, en todo momento, un control estatal de los procesos económicos capitalistas y un control que permitía redistribuir riqueza y repartirla entre sectores y territorios, aumentando constantemente el nivel de productividad y de renta. Dicho control estatal (la política sometiendo a la economía, a través del PCCh, Partido Comunista Chino) podría corregir los desajustes inevitables en la acelerada y drástica transformación de China: a) desajustes entre clases sociales (especialmente, el pueblo, de un lado, y los funcionarios y nuevos ricos), b) desajustes o contradicciones entre la ciudad y el campo; c) desajustes entre el desarrollo y ultra-modernización del país, por un lado, y la sostenibilidad del medio ambiente, por otro.

China está llamada a convertirse en la gran potencia mundial. La Nueva Izquierda, encabezada por figuras como Jiang Shigong (cuyo libro China. El retorno del imperio del centro ha sido publicado también la editorial Letras Inquietas) y la del propio Wang Hui, parecen arropar hoy al modelo de Xi Jinping, un modelo que hará historia: en lugar del imperialismo militarista y depredador exhibido por la Anglosfera, se propone el Internacionalismo, esto es, el ideal de relaciones solidarias que un país socialista debe mantener con el resto de los pueblos del mundo. Se trata de un desarrollo del Sur Global (antes llamado "Tercer Mundo") logrado en términos de inversiones y créditos benévolos, donde el Imperio del Centro (China) obtenga beneficios, claro está, pero en el cual, también, los países en vías de desarrollo entren amigablemente en relación con ese nuevo Centro y puedan alcanzar mayores cotas de salubridad, educación, financiación, industria, etc., ayudándole a poner reglas en un orden nuevo en el que se termine para siempre la dominación monopolar norteamericana.

Los intelectuales principales de un Estado-Nación-Continente (R.P. China) llamado a ser el motor y el líder del planeta, una vez neutralizada la locura depredadora del Imperio yanqui, son personas que poseen voz propia y un mensaje digno de ser recibido por nosotros. Necesitamos saber de dónde vienen, qué propuestas lanzan, qué cuestiones internas e internacionales les inquietan. Sobre todo, nos debe interesar su combinación entre una visión imperial (pero no imperialista), y su filosofía más solidaria e igualitaria, acorde con su enfoque del "socialismo con características chinas". Esta visión es como un chorro de luz que alumbra un futuro que, sin los chinos es el futuro de los nubarrones propalados por el Pentágono y su lacayo Borrell. El futuro que nos pinta la locura estadounidense no puede ser más negro, pero hay otros polos al alza y otros modelos de relación internacional.
China: siempre hay tanto que aprender de China…



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Carlos Javier Blanco

Doctor en Filosofía. Universidad de Oviedo. Profesor de Filosofía. España.

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