¿Fe en el diálogo colombiano?

Para contextualizarnos, Petro es un aliado del chavismo, furibundo admirador del castrismo cubano, si a esta fórmula sumamos su pasado guerrillero, nos damos cuenta que, esta vez, el patrocinante del nuevo diálogo, con epicentro en la crisis venezolana, no es un amigo de los venezolanos, sino de quienes retienen el poder a través de la violencia institucionalizada, además, comparte lazos amistosos con los mismos aliados internacionales enemigos de la democracia: Gobiernos de China, Rusia, Norcorea y demás hierbas similares.

Ahora bien, es muy difícil tener fe en uno de los mecanismos democráticos que el régimen venezolano ha sabido desnaturalizar a su entero beneficio, los diálogos. Desde era de Chávez, estos han sido el comodín que le ha permitido transitar las peores turbulencias experimentadas por el chavismo, lamentablemente, siempre con fines nefastos para los habitantes de este maniatado país.

Además de lo predicho ¿Por qué no tenemos ningún tipo de fe a este nuevo "diálogo"? nos explicamos:

En primer lugar, los participantes son los mismos que durante 24 años se han visto a los ojos y han arrastrado al país a su peor condición histórica por obra u omisión. Colombia recibirá a los responsables del oscurantismo que ha envuelto a Venezuela desde hace más de dos décadas, obviamente, de ellos no se pueden esperar las soluciones, sería como esperar se autoaniquilasen. El descaro hace gala, asisten con mismas fórmulas repetidas.

En segundo lugar, el pretendido diálogo no aborda las causas de nuestra tragedia, solamente las consecuencias, como por ejemplo las sanciones y demás acciones punitivas internacionales. El problema de fondo, la ruptura del hilo constitucional y democrático por pare del chavismo, estará excluido en estas negociaciones con derrotero neogranadino. Nada se hace atacando los síntomas si las causas de la enfermedad empeoran.

En tercer lugar, los supuestos representantes de Venezuela, de ambos bandos, tienen legitimidad cero. Nos "representan" el gobierno más rechazado de nuestra historia y la oposición más inepta, la más repudiada, justamente, por haber siempre antepuesto intereses personales/partidistas por encima del interés nacional ¿Cómo es posible que estas figuras nos representen? Es ilógico e innatural... un suicidio asistido.

En cuarto lugar, todos los diálogos anteriores como los de 2003-2004, 2014 y 2017 generan siempre el mismo trémulo resultado: elecciones con instituciones públicas psuvizadas ¿Por qué ha de ser distinto esta vez? Al contrario, es una certeza inequívoca que la guinda de la torta de este diálogo son las presidenciales 2024, a pesar de la ausencia total de democracia y constitucionalidad. Siendo honestos, todos los cargos de elección popular están en mora por haberse perpetrado, repetimos, al margen de la institucionalidad… ¡Aquí no hay sorpresas!

En quinto lugar, este diálogo en particular está minado de intereses foráneos, los "amigos internacionales" se cansaron de esperar. El genocidio ruso en Ucrania ha hecho que, por la imperante necesidad de nuestra energía, occidente pueda tomar decisiones desesperadas en asqueante contradicción a nuestros intereses como país, es decir, reconocer cualquier elección con tal de acceder a nuestro petróleo y gas. El reconocimiento mundial a un proceso electoral ilegal, ilegítimo, sería la muerte histórica de nuestra nación.

No hay nada racional que nos permita ser optimistas. Los últimos años post pandemia la oposición, flagrante y descaradamente, fue la encargada de anestesiar la calle cuando sobraban (aún) motivos para acompañar a la sociedad civil en sus justos reclamos, aun así, los sectores y comunidades ejercen a diario su presión social, a niveles también históricos, pero desasistidos de apoyos partidistas, pues éstos solo piensan extraer provecho electorero de la coyuntura.

Esta oposición (nos referimos al G4+ y "alacranes") se han dado la tarea de arrastrar a los venezolanos a elecciones en condiciones absurdas, mientras ellos cobran sus dádivas, sus cuotas de poder y pactan los anhelados recursos de campaña con los que muchos resuelven sus vidas, los venezolanos alargamos nuestra agonía. Esto explica el por qué luego de cada proceso electoral nuestra (des)calidad de vida empeora más y más aprisa.

El único diálogo funcional para Venezuela no es aquel que plantee la eliminación de las sanciones, sino aquel que plantee la eliminación de las causas que generan las sanciones. No es aquel que plantee elecciones con instituciones públicas psuvizadas, sino aquel que exija irreductiblemente procesos electorales en total institucionalidad. El único diálogo útil a Venezuela debe estar representando por una oposición real, que se oponga, no mercenarios electoreros que secundan todas las agendas del régimen a cambio de preservar su status quo.



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Leandro Rodríguez Linárez

Politólogo / Analista político / Articulista de opinión, con más de 1.200 artículos publicados nacional e internacionalmente.

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