La izquierda "soberanista". Un análisis desde Marx

Hay una parte muy significativa de la izquierda en este país que ha dado la espalda al marxismo. Y le ha dado la espalda en materia de política de nacionalidades o, si se prefiere, en política y gestión de identidades. Se ha convertido en un lugar común reivindicar, cual si fuere una meta prioritaria y hasta única, la identidad regional o la nacionalidad histórica de un territorio de España. Se da la espalda al marxismo desde el mismo momento en que la prioridad absoluta del militante ya no consiste en luchar contra la explotación del capital, la cual es internacional, y en luchar a favor de la solidaridad obrera, que debe ser internacional.

La izquierda "soberanista" de España no es, en su mayor extensión, una izquierda "soberanista española", clase de izquierda la cual casi brilla por su ausencia. Se trata, más bien, de un soberanismo regional, raras veces federalista o regionalista (lo cual me parece muy legítimo) sino un soberanismo fraccionador y escasamente socialista.

No me cabe duda de que España es un país plural. Me parece que todos los países medianos y grandes de Europa son muy plurales, y esa pluralidad es fruto de la historia. La historia es la historia de la lucha de clases, como todo marxista ha de comprender, y la constitución de los Estados modernos viene a ser algo así como la cristalización de un bloque hegemónico de la clase hegemónica y sus aliadas, que se dota de un modelo de Estado adecuado a sus intereses y necesidades dentro de una serie de territorios vecinos y altamente vinculados. El aparato de Estado comprende territorios y pueblos que son fruto de avatares pasados, a veces residuos de decisiones dinásticas, guerras contra extranjeros y asimilaciones de pueblos. La periferia de los Estados, la existencia misma esas nacionalidades, a veces residuales, a veces enriquecedoras, forma parte también de la dialéctica de los Estados modernos, pero en el fondo son fruto de las luchas de clases. Son decantaciones de la historia.

He conocido personalmente los orígenes y los intentos de recomposición interna del asturianismo de izquierdas y creo que, salvando las diferencias de escala (se trata de un movimiento ridículo, al menos en términos de representatividad parlamentaria y municipal), reproduce, sin embargo, casi como un calco, los mismos errores de diagnóstico del presente, así como la ignorancia de la historia dados en otros movimientos soberanistas de la "periferia" (el vasco, el catalán, el gallego, etc.).
Un error en la base consiste en confundir la opresión de clase con la opresión territorial. La burguesía española es la misma burguesía en todas las partes, y el proletariado que habita en España es el mismo proletariado qua tale, eso sí, afectado de manera diversa por las peculiaridades del territorio donde vive y trabaja. El mismo proletariado es el que habita en regiones con mayor nivel o menor nivel de vida, salarios, tradiciones de lucha, tipo de tejido económico, etc. , pero sustancialmente el mismo pueblo que sufre idéntica explotación.

Postergar la lucha contra la explotación del hombre sobre el hombre, que es la esencia del marxismo, en pro de unas reivindicaciones "culturales", por muy dignas y respetables que sean, es un asunto muy difícil de sostener si de anti-capitalismo se quiere hablar. Por ninguna parte está demostrado que "España" como entidad política e histórica realmente existente, sea, en sí misma un obstáculo en la liberación del proletariado. Horas interminables de discusión con compañeros del asturianismo de izquierdas nunca han servido para poder arrancarles una demostración científica de que "España" como entidad tenga por fuerza que ser un obstáculo para el desarrollo de la región asturiana, un desarrollo en clave socialista: o sea, un lugar del mundo donde las desigualdades de clase se eliminen, donde la riqueza se distribuya equitativa y racionalmente, donde el interés público domine sobre el egoísmo privado, etc. Tales metas, que deberían ser las de un asturianismo de izquierdas (cámbiese, a gusto del lector, la palabra localizadora de la región: catalanismo, galleguismo, vasquismo…), unas metas socialistas, no se pueden conseguir si no es un marco estatal de desarrollo de la lucha de clases. Y aun así, la conversión de España en Estado socialista, dotado de un sistema económicamente más democrático, difícilmente se alcanzaría alguna vez si todos los ciudadanos no nos dotamos de otro modelo (republicano y federal) y de otro marco de relaciones (con Europa y con Hispanoamérica, fundamentalmente). Desde nuestra aldea o barrio, poca cosa podemos cambiar.
No alcanzo a adivinar qué género de ventajas se encuentran en el hecho de ver España, como entidad histórica y política realmente existente, un obstáculo, un enemigo. Si la meta es hacia un sistema socialista y anti-capitalista, no veo cómo "España" es enemiga.

Mi experiencia con líderes y escritores del ámbito "soberanista" no fue buena, y he de reconocerlo. Mis referencias constantes a una lucha de clases y a un objetivo "internacionalista", despertaba en ellos suspicacia: dogmatismo, viejo comunismo, "españolismo". De todo eso me motejaban. Por el contrario, argumentar contra los tics de su "historia imaginada" provocaba en ellos una indignación enfurecida. Esta contradicción del identitario, todo marxista debe conocerla. Mi obligación es relatársela a todo comunista o a toda persona comprometida con la lucha contra la explotación del hombre sobre el hombre.

No entiendo por qué una verdadera izquierda "de España", ya que no le gusta decirse "española", tiene que renegar de su pasado. Les pongo un ejemplo que para mí es importante y que he estudiado. El pasado de un país no está para sacar de él conejillos, como hacen los magos con su chistera. Que don Pelayo (verdadero icono para los asturianos), no fue un héroe de la clase obrera, es algo que sabemos todos. Pero que, ya siendo noble godo o caudillo astur, se negó a pagar los impuestos al Imperio del momento (el Califato del siglo VIII) y que fue un rebelde que inició un proceso innegable, la Reconquista… eso no se puede manipular tildándolo de "fascismo". ¿Es que don Pelayo no tiene nada que ver con el socialismo o con el capitalismo? Completamente de acuerdo: a fortiori, reivindico que ese soberanismo ridículo que abunda en mi país deje de manipular nuestro pasado, incluso el lejano pasado altomedieval, y deje de decir: "Pelayo fascista". Sepan los lectores de otras latitudes y regiones que tales barbaridades hoy por hoy se dicen. Y hay una letra de una canción del grupo liderado por un político de Podemos-Asturies que lo dice expresamente: "Reconquista, invento fascista"[el grupo se llama "Dixebra" y es un icono para los independentistas astures, hoy refugiados en Podemos].

Invito a toda la izquierda soberanista a que demuestren que son más izquierda que soberanista. Téngase en cuenta que en la expresión doble, debe existir un sustantivo (el núcleo ontológico de una formación) y un adjetivo (una cualificación que carecería de sentido sin el sustantivo). Toda rebelión y revolución popular se hace en el marco de una nación. Toda instauración de un Estado socialista se hace dentro de las fronteras tradicionales de dicho Estado, que es producto de la historia y que no siempre fue un Estado proletario. De ahí, pasamos a su exportación: la revolución se hace para ser exportada.

Miro con nostalgia y admiración los carteles de la revolución cubana: "Patria o Muerte, venceremos", dicen. ¿Lo recuerdan? Se habla de "patria". Tantas y tantas veces se ha tergiversado aquella frase de Marx: "el proletariado no tiene patria…". ¡Vaya si la tiene! El contexto dialéctico en que fue escrita guarda relación con la usurpación que de ella ha hecho la burguesía. La burguesía nacional había hecho del Estado "su" Estado, y el todo social (territorio, pueblo, tradiciones, etc.) era visto como patrimonio exclusivo suyo, patrimnio de los burgueses. Esto fue así a partir del surgimiento del verdadero nacionalismo burgués, que no fue anterior a 1789. En ese contexto polémico brota la frase de Marx: "no tiene patria porque se la han arrebatado", podríamos añadir.

Lo que en España venimos llamando "izquierda soberanista", más relevante precisamente en las periferias no castellanas, es fruto de una terrible sustantivación. El adjetivo ha cobrado vida por sí solo. Ha triunfado, en contra del método y la ciencia del marxismo, una gran abstracción. Se piensa que los instrumentos culturales que identifican al proletario de una supuesta nacionalidad por sí solos, poseen un poder mágico para conseguir el socialismo o, al menos, una sociedad más democrática. Por ejemplo, la lengua (en Asturias, el bable, la llingua)
Visiten la web oficial de Podemos Asturias [https://asturies.podemos.info/archivo/oficialidad/]: allí se puede leer una especie de marcador, como si fuera un encuentro futbolístico: "Oficialidá 1- Fascismu O". El mensaje que se transmite no puede ser más equívoco, una verdadera bomba de confusión. ¿Se quiere hacer creer que quien esté en contra de la oficialidad de la lengua asturiana es un "fascista"? ¿De verdad la lucha auténtica de la izquierda, asturiana o mundial, es la lucha contra un "fascismo" que se opone a tal cambio del estatuto de autonomía?

A mí me parece que tal confusión transmite –ella misma- un mensaje más cercano al fascismo, "ismo" que es el supuesto enemigo a combatir. Podemos Asturies parece estar diciendo: si no apoyas la oficialidad eres un fascista. Creo que este tipo de actitudes "identitarias" acercan a Podemos mucho más a la extrema derecha que tanto dicen odiar. Esto lo escribe alguien que es hablante patrimonial de la lengua asturiana (o bable), no como gran parte de los militantes de ese grupo, y es escritor que ha publicado en ella, no sólo en castellano. Esto lo tiene que decir en este medio alguien que siempre ha defendido la oficialidad, pero no como un objetivo en sí, sino como un medio de mejorar la autoestima de mi región y de mis paisanos, como colectividad. Lo ha defendido quien esto escribe, siempre, como defensa de un patrimonio que es de todos, ya use esa lengua o no, de manera análoga a como haría un ateo, quien jamás pisa una iglesia, pero haría todo lo posible por defender esa construcción, ya por su valor artístico ya como elemento esencial para las creencias y los sentimientos de otros ciudadanos.

Lo cierto es que el "antifascismo" de Podemos, organización que en mi región ha absorbido a todos los grupúsculos nacionalistas que pululaban a su alrededor, es una especie de hoja de parra que sirve para tapar sus vergüenzas. Cuando vemos a Podemos desnudo notamos la tensión interna entre una organización pseudo-asturianista y otra estatalista, falsamente asamblearia, que se ríe o desprecia las "manías" lingüísticas de los micronacionalismos, pero que corteja al mismo tiempo, a los "hermanos mayores" cuasi separatistas, o separatistas del todo, que son capaces de armar mucho más ruído (ERC, Bildu, etc.). La llingua y el antifascismo no cubren las partes pudendas. Y el pueblo lo acaba notando.

Cuando surgió Podemos en toda España (2014) muchos líderes del micronacionalismo asturiano, que llevaban décadas buscando un escaño o algún cargo político (Faustino Zapico, David Rivas, Rafa Palacios, Xune Elipe…) se encontraron con el pie cambiado, desubicados. Desde hacía tiempo estaba en marcha un proceso ciudadano de agregación de fuerzas –tanto de izquierda como de derecha- a favor de la lengua asturiana y de su identidad, que muchos apoyábamos. El boicot a ese proceso de agregación de fuerzas (denominado "Xuntanza") estuvo relacionado con el mal disimulado afán de instrumentalizarlo aquellos mismos líderes fracasados del micronacionalismo, por un lado, y , por otro, con la creación casi en secreto del partido de ámbito estatal Podemos, fuerza que supuestamente iba a asumir (contradictoriamente con el perfil "español" o estatal del nuevo partido) las demandas asturianistas. Todo el proceso no fue sino otra muestra más de la inepcia política de aquellos líderes, jefes de cuadros sin masa detrás. En la actualidad Podemos es un partido más, pseudosocialista y anti-marxista, como la mayoría de los partidos del R78, que a la vez que reivindica las cosas más variopintas (oficialidad, ley trans, feminización y feministización –sic-, etc…) [https://asturies.podemos.info/calzar-les-madrenes/], ha conseguido "reclutar" a todos aquellos líderes sin nadie detrás, los líderes identitarios que, previamente a 2014 apenas contaban con un semanario en bable dirigido por un empresario del cartón, y fuertemente subvencionado por la Consejería del Principado.

En todas las regiones españolas donde existe ese supuesto "clamor" identitario, se encuentran unas condiciones semejantes, aunque el número de votos y la influencia social de los soberanistas sea mucho mayor que en la región asturiana. Pero en esencia, es la misma historia de siempre. Militantes y líderes que se arrogan el derecho a juzgar quién es fascista o quién es marxista de verdad. Mucho dinero público destinado a publicaciones en lenguas no castellanas que muy poca gente lee. Postergación y olvido de las verdaderas luchas sociales, laborales, ignorancia supina de la lucha de clases. Ausencia clamorosa de cualquier proyecto a favor de una verdadera república popular y federal española, que aglutine nuestra natural diversidad en una unidad estimulante y verdaderamente soberana. La soberanía que necesita España es la soberanía española ante los manejos de la OTAN, la UE, el FMI, la OCDE, así como la soberanía ante las multinacionales, ante Rabat, ante Berlín, ante Washington, ante París.



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Carlos Javier Blanco

Doctor en Filosofía. Universidad de Oviedo. Profesor de Filosofía. España.

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