Boric, Derechos Humanos y doble estándar

No creo que en Venezuela se violen sistemáticamente los Derechos Humanos individuales. No es tan raro que los cuerpos de seguridad vejen, maltraten y hasta asesinen a algún ciudadano, pero esto responde, más que a una política de Estado, a un efecto cultural. Nuestros policías uniformados, por ejemplo, incluidos guardias nacionales, provienen normalmente de las clases más empobrecidas económica y culturalmente. A menudo fueron testigos, en sus edades menores, de violencia intrafamiliar y ellos mismos habrán sido violentados más de una vez. Su nivel de formación es generalmente muy bajo. Son prevalidos de poder sin estar adecuadamente preparados para ello. Esto conforma un coctel peligroso para los ciudadanos, que a menudo temen más a los policías que a los malandros. Muchos policías actúan, en realidad, como malandros uniformados. Por supuesto, las altas autoridades incurren en responsabilidad por omisión, pero no se puede decir que los uniformados tienen órdenes de maltratar a la gente. Claro, no hay duda de otro tipo de violaciones, esas sí con la complicidad del Gobierno, como la politización de la (in) justicia.

Más me preocupa algo que se me antoja aún más importante: los derechos humanos colectivos, tan vulnerados en nuestro país. Sueldos de hambre, precios desbocados, servicios públicos disminuidos, cancelado en la práctica el derecho a la salud gratuita y de calidad, deteriorado en algunas áreas el derecho a la educación, al igual que el derecho a la cultura.

Ahora bien, hay muchos países en situación de derechos humanos igual o peor que la de Venezuela, es parte de la crisis de valores que cunde por doquier en los Estados legatarios de la civilización fracasada ancestral. En ese sentido, pareciera que Gabriel Boric, el presidente de Chile, fue un tanto exagerado en cuanto a nuestro país, ha podido ser un tilín más justo y comedido, pero errar es de humanos. Creo que nuestro gobierno tiene derecho a defenderse de sus acusaciones con razones y argumentos, ciertamente no con insultos banales y pueriles de escolar malcriado.

Mas sí estoy totalmente de acuerdo con Boric en su idea de que ciertas izquierdas abordan con doble rasero el asunto de los derechos humanos. Un caso emblemático que se vive hoy es el del asesinato vil, cobarde, de la joven iraní Masha Amini, de 22 años, tras ser arrestada por llevar mal puesto el hijab, el oprobioso velo que obliga a las mujeres a ocultar su rostro. La policía iraní alega que a Amini le dio un infarto, cosa que no es fácil de creer, siendo una persona tan joven y que no sufría de cardiopatía, según el testimonio de la familia. Sin embargo, daré a la "Policía de la Moral" (¡Por el amor de Dios!) el beneficio de la duda, pero lo cierto es que la muerte de la joven es consecuencia del brutal y anacrónico tratamiento a las mujeres en algunos países de mayoría musulmana. Al querer a obligar a las mujeres a cubrir su rostro, son varios los derechos violados: el derecho a la privacidad, el derecho a la libertad de pensamiento, el derecho a la igualdad ante la Ley, el derecho a una vida libre de violencia, el derecho al libre albedrío, el derecho a un juicio justo, el derecho a disponer del propio cuerpo, el derecho a la libertad de cultos. Y si asesinaron a la infortunada joven, como casi todos creemos, se violó el más sagrado de todos los derechos: el derecho a la vida.

El caso de la joven Amini ha levantado una ola de protestas en Irán, que es gobernado por una dictadura fundamentalista religiosa, retrógrada y opresora. Justo es decir que hay importantes sectores musulmanes reformistas, que se oponen a la interpretación estúpida del Corán. También hay quienes defienden la aberración fundamentalista con el argumento de que se debe respetar las tradiciones religiosas musulmanas. No veo porque ha de respetarse alguna tradición criminal, pues si así fuese, entonces alguien, en el nombre de Dios, podría buscarse doncellas para sacrificarlas en un volcán. O acaso las mujeres podrían ser propiedad de los maridos, como se estilaba hasta el siglo XIX.

En las justas protestas, reprimidas brutalmente por la dictadura, con saldo de decenas de muertes, mujeres iraníes lanzan valientemente el hijab por los aires, en un gesto libertario y admirable ¿Qué hace la izquierda venezolana ante la barbarie del gobierno iraní? No más que el oprobioso silencio, que resulta particularmente "ensordecedor" en el caso del gobierno venezolano y del partido de Gobierno. Nótese que la Asamblea Nacional, tan dada a aprobar a cada rato acuerdos por variopintas razones, no ha asomado la cabeza para solidarizarse con las oprimidas mujeres de Irán. Oportunismo puro, porque esa ignominia se basa en la conveniencia de la relación económica con la denominada "república islámica", que por cierto le hace un muy flaco favor al islam.

Tal oportunismo no es ninguna rareza entre los políticos de todas las raleas. El mundo de los políticos es cada vez uno que se olvida de los principios, en medio del fracaso de las utopías y la decadencia de los valores que caracterizan a esta época oscura. Ahora que no me vengan con la cantaleta del "socialismo feminista". Obras son amores.



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Néstor Francia


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