Huellas y Surcos: Doctora Hildegard Rondón de Sansó

¨Huellas y Surcos¨ es el título del libro que recibí de sus manos, como obsequio, hecho por la doctora Hildegard Rondón, en la ocasión de una invitación que ella me hizo a su residencia, en la urbanización Santa Sofía, en Caracas, distrito capital, en el año 2012, como consecuencia de un artículo que este escribidor realizó, argumentando y contraargumentando algunos tópicos relacionados con el Derecho Administrativo, el cual, la exmagistrada dominaba con suma maestría; y que había publicado días cercanos a la fecha indicada arriba. Dicho libro, cuya dedicatoria; y rubricado por ella, forma parte del inventario de mi modesta biblioteca.

Luego de la visita realizada por mi persona, con frecuencia, me comunicaba con ella, a través del correo electrónico, solicitándole algunas asesorías que, de alguna manera, me sirvieron de muletas para el ejercicio libre del Derecho. No voy a referirme a su carrera profesional; ya que éste no es el propósito del escrito. Esto se consigue en Google, por si algún facehabiente tiene a bien escudriñar. Con el andar inexorable del tiempo y las múltiples actividades que nos acobijan, perdí la comunicación con la doctora Hildegard, a partir del año 2018.

A pesar de que no comulgábamos con las mismas corrientes del escenario político, siempre se mantuvo al margen con mucha resiliencia y tolerancia, lo que favoreció el trato continuo con la mencionada dama. Así, como yo respetaba sus ideas; ella, las mías. Nuestra socialización se fundamentó, sobre todo, en el contexto académico, de lo que aprendí un universo de elementos, allende sus publicaciones bibliográficas, en este mundo fascinante y controversial del Derecho.

Visitarla, era como encontrarse en la biblioteca Nacional por la gran diversidad nutritiva de libros, ensayos, documentos por doquier, y pare usted de contar; aunado a ello, siempre con alguna sentencia en sus manos a manera de corrección, de algún tribunal -según sus propias palabras-. Siempre dispuesta a contribuir a ser útil en su disciplina, -como ella misma decía-, aunque hacía rato ya estaba jubilada del Tribunal Supremo de Justicia. Todas las almas tenemos una ponderación positiva y otra negativa; siempre me fijé en la primera; de la segunda, no soy quién para establecer juicios de valor. Era una doctrinaria por excelencia. Mantener una singular plática con la doctora Hildegard, era imbuirse en una efímera cátedra de Derecho Administrativo.

Si bien es cierto que, el Derecho como ciencia reguladora de la convivencia social, cambia de acuerdo a la dinámica de la sociedad, no es menos cierto que, en muchos de sus apuntes del libro que me regaló, aún se mantienen ciertos preceptos que no pueden obviarse en la actualidad, en lo que respecta al contexto jurídico. La consideré una persona muy polifacética y aventajada profesora universitaria. Así la vi; y así echo el cuento.

Como todo en la vida tiene su final, el día de ayer me enteré, con cierto retraso, por los medios de comunicación. que la doctora Hildegard había partido al otro plano terrenal a encontrarse con la divinidad celestial. Cumplió su misión en la vida, dejando huellas de su sapiencia y surcos para las nuevas promociones del Derecho.

¡Muchas gracias!



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José García

abogado. Coronel Retirado.

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