Materialismo filosófico: un error innecesario y un lastre para el marxismo

En mi libro "Ensayos Antimaterialistas" (Letras Inquietas, La Rioja, 2021) , (1) defendí el carácter inadecuado de la metafísica materialista en un doble sentido: a) como núcleo de un sistema filosófico (capaz de abarcar tanto la Ontología como la Epistemología) racional a la altura de nuestro tiempo, y b) como fondo de ideas sobre el cual alzar una visión crítica, transformadora o revolucionaria de la sociedad. En este último sentido, he defendido explícitamente que "Marx no es materialista" . (2)
La vinculación entre la filosofía de Marx y Engels, especialmente la del primero, con un sistema metafísico decimonónico, desfasado, impugnado incluso por los propios desarrollos de las ciencias, está puesta en entredicho desde hace mucho tiempo. No es cosa que me la haya inventado yo. Está presente en la mejor tradición de marxismo occidental. Creo que una figura cimera en esta desvinculación necesaria entre materialismo y marxismo es Gramsci. (3) Otro hito fundamental, y muy desconocido por la izquierda española (que desconoce casi todo acerca de casi todo) es su compatriota Costanzo Preve (4). En una edición con textos preveanos traducidos, he pretendido sacar a este gran pensador de su olvido: De la Comuna a la Comunidad. También es italiano uno de los mejores conocedores de la tradición hegeliano-marxista, en la actualidad: Diego Fusaro. Claramente, Fusaro sitúa en sus obras a Marx en la línea del idealismo alemán, línea ajena a todo materialismo. Marx fue un "filósofo de la praxis". La acción, y no la materia, es el eje de su sistema. Los marxistas dogmáticos nunca han entendido que las referencias al materialismo en este autor son, en realidad, equivalentes a "evidencia científica".
En España tuvimos un filósofo obnubilado por la palabra "materialismo". Fue profesor mío en Oviedo, y su nombre fue Gustavo Bueno (1924-2016). En su ya casi mítico libro "Ensayos Materialistas" (Taurus, Madrid, 1972) realiza un estéril esfuerzo por reinterpretar y "aprovechar" todas las corrientes filosóficas posibles, desde Grecia hasta hoy, desde un punto de vista materialista. Pongo "aprovechar" así, entrecomillado, pues no hay mejor palabra para describir el intento buenista. Desde una especie de atalaya, a priori materialista, se meten con calzador los elementos más dispares (presocráticos, escolásticos, cartesianos, idealistas alemanes) como "precedentes" y atisbos del materialismo filosófico. Con el paso de los años, muchos hemos llegado a percibir el materialismo filosófico de Bueno de esta manera: una planta de reciclaje. Todas las filosofías anteriores, en grados diversos, son "aprovechables" y caen bajo la trituradora recicladora de Gustavo Bueno. No parece que esa estrategia sea la de un verdadero constructor de sistemas.
Toda Filosofía, es cierto, tritura lo anterior y recicla sistemas, teorías, conceptos. Pero no se puede limitar a eso. Toda Filosofía reasume tramos precedentes, y trata de superarlos en el sentido hegeliano del término, vale decir, negación y rebasamiento. Esto, no se lo discuto a Bueno ni a los buenistas. Pero la vinculación entre "materialismo filosófico" y marxismo (un tema mucho más concreto y limitado), que es hacia dónde voy, no tiene sentido. Marx no fue materialista: fue un filósofo de la Comunidad organizada, muy atento a los desarrollos científicos de su tiempo, pero muy reacio a hacer formulaciones de trazo grueso como que "Todo es Materia", el "Ser es la Materia", etc.
En un reciente libro colectivo, escrito por algunos de los más serios seguidores del "materialismo filosófico" de Bueno, encontramos esta definición preambular de materialismo filosófico, con vistas a trazar una historia resumida de su desarrollo:

"We define philosophical materialismin general in a dual but complementaryway:
positively, materialism names the branch of philosophical worldviews that identify
being (the "ὄντος" of ontology) with matter, understood in its broadest sense as
changeability and plurality (partes extra partes). Negatively, materialism denies
the existence of disembodied living beings and hypostatized ideas and concepts.
This leads us to identify some points common to all materialistic philosophies, such
as: (1) there is an impersonal stuff of which the world, included living beings, is
made of; (2) living beings, included human beings, are material complex entities
determined by natural laws or regularities; (3) complex ideas and other conceptual
artifacts cannot exist without the activity of some advanced living beings; and (4)
nothing comes from nothing." (5)
En contra de lo habitual y extendido, no se encuentra en los autores de este libro el tono panfletario y el lenguaje esotérico de la mayoría de los buenistas. Quien pueda leer en inglés, disfrutará en este de definiciones precisas, explicaciones claras, rigor expositivo. Es un loable esfuerzo por dar a conocer el "buenismo" fuera de las fronteras españolas, y especialmente fuera de las murallas invisibles que defienden una, al parecer, invicta ciudad materialista de Oviedo.
Con todo, creo que el empeño inicial del maestro fallecido sigue animando a sus discípulos (Lino Camprubí, Javier Pérez-Jara, y otros), y yo sostengo aquí que es un empeño fallido. En la historia hubo muchos materialismos, y la idea de "materia" en la metafísica (de raíz aristotélica) no coincide con los sistemas dogmáticos ajenos a ella, ni con los conceptos empleados en contextos científico-experimentales.
Elegir la materia como sustituto de la idea de Ser es un error de partida. Ampliar la idea de materia tanto y de tal manera como para abarcar los procesos espirituales, socio-históricos, etc. no es otra cosa que hacerla reventar. La idea de materia es, por así decir, intrínsecamente incompleta. Es un principio que carece de sentido y entidad propia al margen de la forma. Tratar de salir al paso apelando a "géneros" diversos de materia, coordinados de una forma pluralista y, de algún modo, emergentista, no es solución. Sirve para denominar "materia" a cualquier cosa, a fuerza de seguir una convención. Las superestructuras del marxismo son materia. Los sentimientos, grotescamente reducidos por Bueno a "operaciones" etológicas, son materia… Y suma y sigue.
El Ser tomista, por ejemplo, sigue poseyendo más potencia organizativa en la ontología que la idea de materia así entendida. El ser es común y completo, la materia -en cambio. es intrínsecamente parcial e incompleta.
Creo que los autores del primer capítulo de Contemporary Materialism dan la clave de la "palabrita" -materia- que, a tantos, marxistas incluidos, encandiló, como ocurrió con Gustavo Bueno. La palabra "materialismo" es moderna (Boyle, siglo XVII) (6) y aunque el concepto se puede remontar a muchos siglos atrás, al atomismo griego, por ejemplo, surge, con su "-ismo" correspondiente en contextos científico-experimentales, muy alejada de la Escolástica aristotélica donde se forjó como idea rigurosa, no científica sino metafísica, e intrínsecamente incompleta. La materia, según la metafísica aristotélico-tomista, es un co-principio incompleto, insuficiente en sí mismo, y no posee capacidad para ser por sí misma. Es un error hacer pasar la materia por corporeidad, corpuscularidad o, simplemente, negación del espíritu, y también es un error dejarse llevar por la palabra misma, que adquiere sentidos tan diversos según los contextos.
El corpuscularismo, el mecanicismo, y otras teorías que surgieron en el siglo XVII y se difundieron ampliamente durante el siglo XVIII, no fueron sino dogmas con el que aplastar a otros dogmas. La ciencia experimental puede y debe tomar como principio metodológico el de no manejar cualidades imposibles de operativizar, de medir, etc. pero esa praxis -en sí misma- no es un "ataque al espiritualismo". Los dogmas mecanicistas no eran científicos. Presentar el mundo como un agregado de átomos o al hombre como un autómata fue presentar una falsedad ante el público culto. Se hizo así para combatir a la Iglesia, o para destrozar otros dogmas, igual de falsos, lo cual puede presentar interés político, en el ámbito polemológico-cultural, pero el "materialismo" de aquellos tiempos no fue ningún avance racional en ningún sentido. El materialismo filosófico actual, tal y como lo presentan Camprubí, Romero y Pérez Jara, no gana nada buscando precedentes en forma de "planta recicladora": a fuerza de tanto reciclar, el propio materialismo se convierte en un formalismo. Con una mirada casi divina, todos los sistemas y teorías quedan juzgados como más o menos materialistas, lo cual es como decir, que el propio punto de vista materialista se eleva por "auto-erección" (como el Barón de Münchausen), y por medio de los propios juicios implacables sobre el pasado.

Referencias:

1 https://latribunadelpaisvasco.com/art/14798/ensayos-antimaterialistas

2 https://rebelion.org/marx-no-es-materialista/

3 Diego Fusaro: Antonio Gramsci. La pasión de estar en el mundo. Siglo XXI, Madrid, 2018.
4 C. Preve, De la Comuna a la Comunidad, Fides, Tarragona, 2019. Edición de Carlos X. Blanco:
5 Contemporary Materialism: Its Ontology and Epistemology
Javier Pérez-Jara, Lino Camprubí & Gustavo E. Romero (eds.)
New York, NY, USA: Springer Synthese (2022)

6 "….one of the earliest mentions in English of the phrase
"philosophical materialism" occurred in 1808 in an encyclopedic article about La
Mettrie which appears to seek reconciliation: "philosophical materialism is not
necessarily connected with irreligion or the disbelief of a future state" (Aikin et
al. 1808: p. 70). Around the same time "matérialisme philosophique" appeared in
French in a translation from the German Geschichte der neuern Philosophie (1800–
1804), written by Jean-Gottlieb Buhle. It was also used in reference to La Mettrie’s
project of naturalization of the soul (Buhle 1816, p: 225).
That materialism was now recognized as philosophical may have to do with the
recognition of its metaphysical stances beyond the scientific discussion, a separation
we already saw in an incipient form when discussing seventeenth century mechanistic
worldview. Some of the great philosophical systems of the nineteenth century
would still consider science and metaphysics as part of the same project (particularly
for the Germans, "Wissenschaft" was an encompassing enough concept). But as
the eighteenth century was coming to an end and the number and complexity of
scientific disciplines were multiplying, natural philosophy was beginning to break
apart into two distinct endeavors: science and philosophy.The professionalization of
the scientist as distinct from the philosopher was certified by Whewell’s coinage of
the word in English (even if the crystallization of science, philosophy, and religion
as distinct enterprises was not complete until the late nineteenth century" (Op. cit. p.38)



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Carlos Javier Blanco

Doctor en Filosofía. Universidad de Oviedo. Profesor de Filosofía. España.

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