El hombre político posmoderno y sus lacras manipuladoras

Los occidentales históricamente han pecado de soberbios. Bueno, toda la especie humana en sus históricos períodos, sean orientales, septentrionales o meridionales, amén de occidentes, dicho está. El patrón es que el hombre siempre ha querido ser un dios, sino Dios. Pero decir Occidente, cultura occidental, tiene resonancias identificadoras especiales. Allí se incubaron las siete plagas capitales de la manipulación política al ras industrioso de las guerras, las civilizaciones, la cultura, la historia, el arte… Allí se soñó siempre con sembrar hombres como dioses, desde aquellos primeros reyes delegados por dioses, luego tomados por dioses y, finalmente, hechos superdioses, por no decir superhombres y aguar así los ímpetus de grandeza.

Los griegos inventaron el método del razonamiento para alcanzar la verdad, el dios Alejandro Magno hizo palidecer las conquistas militares tanto del pasado como del futuro, los romanos sistematizaron el arte de la guerra para subyugar al mundo, los monjes de toda calaña sistematizaron el conocimiento y sostuvieron la historia dentro del almacenamiento de sus monasterios para manipular a la especie humana, y Europa hizo parir el Renacimiento hasta presuntamente descubrir la imprenta que los chinos ya tenían desde hace un largo tiempo atrás. Por cierto, Occidente "descubrió" la circulación sanguínea que, también, lo chinos ya conocían desde lejos.

De esa panza en explosión llamada Renacimiento, cuyo intento fue reponerse del largo oscurantismo medieval, saltaron figuras y eventos insólitos del pensamiento como Nicolás Maquiavelo y Leonardo da Vinci, por escueta mención, y posteriores actitudes del pensamiento humano como el Iluminismo o Ilustración, también por nimia mención. El propósito -nada humilde- consistió en reposicionar al hombre como divinidad, terriblemente aporreado y anonimizado durante la llamada época oscura, en nada parecido a los cesáreos antiguos, por mencionar a los más conspicuos. A Maquiavelo se le llama el padre de la ciencia política moderna y a da Vinci se le motea como el último hombre universal de la especie humana, esto es, que sabía todo lo que el hombre había aculturado hasta entonces.

De forma que el hombre se mete en la Edad Moderna y Postmoderna (partiendo de la invención de la imprenta y de los años setenta del siglo XX, respectivamente) esponjado de tanta altanería histórica que, finalmente, acaricia la idea factible de ser el dios de los dioses. Ya clona y replica vidas, y puede también, con un breve aleteo de mariposa, destruirlas en cualquier parte del planeta desde el imposible punto donde se encuentre en virtud de su tecnología armamentista. Su superioridad o condición divina se fundamenta en la capacidad eficiente desarrollada para destruir al otro, al prójimo, rasgo al parecer que sintetiza el ser occidental. Dicho de otro modo, como se anunció desde el principio de este escrito al hablar de plagas, su grandeza estriba en el arte de la manipulación política que afinó a lo largo de tan sufridos períodos históricos. Y es de tal importancia el peso específico de tales plagas o lacras que no es posible hablar de un hombre postmoderno o contemporáneo si no hay la caracterización por tales costras culturales. A saber:

1.- Divide para gobernar (don Maquiavelo dixit): lo hacen los avanzadísimos EEUU o ingleses con Taiwán contra China, Ucrania contra Rusia, Islas Malvinas contra Argentina, Esequibo contra Venezuela, etc. Las secuelas de la colonización e invasiones han dejado a dos Corea y dos Vietnam, y a un Irak con zonas punibles de vuelo.

2.- Pelea o difama para robar o no pagar tus deudas: otra vez los EEUU con respecto de China, a quien le debe hasta el alma; Inglaterra robando el oro de Venezuela porque la llama terrorista o dictadura; o Paraguay robándose $300 millones de dólares de Venezuela en combustible aplicando el mismo razonamiento.

3.- Firma de convenios o pactos para preservar el poder de uno y la debilidad de los otros. Así, las potencias nucleares hacen firmar a otros compromisos para que, por ejemplo, no desarrollen la energía atómica. Y por ahí se encaminan los problemas entre los EEUU y Corea del Norte o con Irán.

4.- Imposición del discurso de la democracia y la libertad: si un país en cuestión no luce conveniente al poderoso, rápidamente es desestabilizado y acusado, por causa de la desestabilización misma inducida (revolución de colores), de régimen dictatorial, comunista o socialista, además de quebrantador de las libertades atesoradas a lo largo de la magnífica historia. Por ejemplo, los EEUU acusan a países incómodos para sus intereses como Cuba, Nicaragua, Venezuela, Corea del Norte, Irán, Irak, Siria, etc., como dictaduras que no respetan los derechos humanos. A Venezuela se le confiscó la filial petrolera CITGO en los EEUU y $1000 millones en Inglaterra por concepto del oro depositado en el banco homónimo.

5.- Concesión de ayudas humanitarias con el propósito de invadir fronteras nacionales para establecer factorías militares en países de importancia geoestratégica y así espiarlos o sitiarlos. Oiga: ahora mismo los EEUU preparan tropas para "ayudar" a Haití y desde hace un lustro envían "ayudas" económicas a Venezuela a través de una oposición contranacionalista.

6.- Discurso del terrorismo: igual que el punto anterior: los cuidadores de la libertad y la democracia penetran al interior de los países para combatir el terrorismo. Este punto debería bastar con estar contenido dentro del discurso de la "democracia y la libertad", pero expresamente supone un nivel más grave de criminalidad que invita con más impunidad a los gendarmes de la paz mundial a entrometerse. Así, por ejemplo, los EEUU "ayudan" a Siria e Irak a combatir el terrorismo creado por ellos mismos mientras les roba el trigo y el petróleo.

7. Creación y declaración de figuras de patrimonio mundial con el aparente e inmediato propósito de proteger el ambiente y una determinada expresión cultural, pero que a futuro, eventual y pervertidamente, podrían utilizarse para confiscar a países sus espacios con el razonamiento de que son pertenencias de todos y no locales. La Amazonía, por ejemplo, con frecuencia es llamada el pulmón del mundo y es un Sitio Natural del Patrimonio Mundial dentro de la nomenclatura de la UNESCO; otro ejemplo sería el reservorio de agua dulce Guaraní (Acuífero Guaraní), extendido subterráneamente por debajo de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, uno de los más grandes de mundo, sin figura administrativa "mundial" hasta los momentos, pero susceptible de semejante rotulación de modo inminente. Los estadounidenses, a propósito, están destacados "cooperando" con Paraguay en la ampliación de la navegación del río homónimo, observando el comportamiento del cauce hídrico. Ante el aparecimiento repentino de tropas imperialistas dizque haciendo cumplir la ley, exclamando que protegen el aire y el agua del mundo, es poco lo que puede hacer un desguarnecido país. Por cierto, hace unos años se supo que a los niños de algunas escuelas de los EEUU se les enseña que la Amazonía les pertenece, estando por los momentos bajo la custodia de unos cuantos países subdesarrollados.



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Oscar J. Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

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