Quiénes y cómo destruyen la unidad de las fuerzas revolucionarias

Uno de los principales argumentos de quienes, en la izquierda, no toleran o no comprenden la crítica en la política, ha sido que no debe haber contradicciones de ninguna naturaleza ya que debe prevalecer la unidad ante todo; una suerte de unida por la unidad.

Todo aquel que señale una posible falla en la política del gobierno o del partido, es atacado inmediatamente; independientemente que el señalamiento esté bien sustentado y además esté acompañado de una propuesta de rectificación. Pareciera que esos compañeros no entienden que la unidad política es una unidad entre deferentes y entre diferencias. No hay unidad entre iguales, porque por antonomasia están unidos.

La unidad surge entre las diferencias. Las diferencias se mantienen en la unidad, pero se someten a los factores que producen la unidad. Vale decir, la unidad rige, en principio, sólo en relación con los puntos unitarios.

Una alianza entre partidos no puede concebirse de la misma forma que se concibe un partido político. Una alianza entre partidos supone una dirección colectiva donde deben ser debatidas diversas acciones comunes y el respeto entre los partidos es fundamental para mantener la alianza, Cuando algún partido de la alianza, trata a sus aliados como miembros de su partido, pone en peligro la continuidad de la alianza.

Las divergencias en toda alianza son siempre probables, pero además terminan siendo incluso necesarias, porque es en la divergencia que se corrigen los errores. No se corrige un error si no hay alguien que lo detecte y se contraponga.

Incluso en los partidos políticos hay discrepancias entre sus militantes. El partido político que tenga la inteligencia de utilizar las discrepancias para avanzar, avanza.

El liderazgo juega un importante papel en la unidad. Los líderes genuinos son líderes unitarios. Son los que saben sortear los desacuerdos en favor de elementos comunes, sean elementos programáticos o simplemente simbólicos. Podemos reconocer a un verdadero líder en aquel que es el primero en respetar la unidad de las fuerzas y las diferencias que la unidad supone. Es el que produce acuerdos en las discordias. Eso significa dominar el arte de sumar. Los que quieren ser líderes y sólo saben restar, jamás serán líderes.

Hay dos tipos de líderes: los líderes generales y los líderes sectoriales. Los primeros son reconocidos por el conjunto de sectores que forman una alianza (por ejemplo, Chávez). Los segundos son sólo líderes de un partido o de un movimiento. Pero ninguna de estas categorías de líderes debe cometer el grave error de creer que pueden sustituir la disciplina por la obediencia; entendiendo la disciplina como el respeto a los acuerdos o normas previamente establecidas y reconocidas por todas las partes. La obediencia forma parte de la doctrina militar, jamás de la doctrina de los partidos.

Entendido todo lo antes dicho, no se hace difícil identificar quienes ponen en peligro la unidad de la izquierda, y con ello, la continuidad del proceso histórico revolucionario que vive Venezuela.

La arrogancia y la prepotencia pueden encontrarse en cualquier lugar; con mayor facilidad en donde se detentan posición de dominio, ya sea en un partido político o en el gobierno. Este tipo de conducta es el gusano que nos indica que hay algo que tiene ya tiempo en descomposición.

Para mantener la unidad en la izquierda y fortalecer las políticas conjuntas, es necesario tratar de encontrar, en las discrepancias, los puntos de encuentro o mejor aún, el complemento de nuestra posición, que nos permite construir juntos la política correcta.



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Juan Carlos Valdez


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