Sobran los pedagogos

Reseña de Alberto Royo: Contra el Pedagogismo. Letras Inquietas (2023)
Todo el mundo que sabe lo que implica una disciplina académica (Filosofía, Matemáticas, Ciencias, Historia, Lengua…) debe conocer un hecho básico: sin esfuerzo, no se puede adquirir tal disciplina; sin esfuerzo no se puede transmitir. La vida es dura, y el conocimiento, también.

Pero he aquí que se ha inventado una pseudociencia para propalar la gran mentira, para enseñar justamente lo contrario. Aprender siempre es divertido (gamificación), suspender es imposible (cultura de la reclamación), el conocimiento es superfluo (evaluar por "competencias"), la memorización es inútil (digitalización), traumatizarse es peor que aprender (psicologismo)… La pseudociencia en cuestión se llama Pedagogía.

Ya puede un profesor contar con un bagaje de experiencia docente de treinta años. Ya puede un profesor contar con credenciales académicos más que suficientes y haber logrado su plaza por una oposición (y no por una amnistía gubernamental o un cambalache entre gobierno y sindicatos, como se hace ahora). Todo da igual. El criterio y el saber del docente "a pie de cañón" vale de poco. Un pedagogo se le puede poner por encima y enmendarle la plana: "algo estamos haciendo mal", dirá el "científico de la educación". No se trata de que el alumno sea un vago, un terrible caradura y haragán. No se trata de que sus padres no colaboren con los maestros ni hagan la parte del león en tarea educativa, que es meter en vereda al vástago y enseñarle modales y sentido de la responsabilidad. No: se trata de que el profesor no se deja llevar por preceptos de la "ciencia" reina que se pone por encima de todas las ciencias y que les dicta cómo y cuánto enseñar. Una pseudociencia no es nada si no cuenta con un tremendo respaldo legislativo y un cuerpo de funcionarios específico para imponerse. Dentro de ellos destacamos los inspectores, los orientadores y los programadores de cursos de formación para docentes.

Para combatir este despropósito en la educación, Alberto Royo ha escrito este pequeño libro. Otro "libro de combate" que se suma a los muchos que la editorial Letras Inquietas está lanzando al mercado con el objeto de armarse en contra de la ingeniería social cada vez más poderosa y asfixiante en nuestro país. El autor no pretende suprimir a los pedagogos (aunque a mí me parecería lo más expeditivo) sino reorientarles a todos a su verdadera función: no estropear la enseñanza, sino constituirse en un colectivo que sirva de verdadero apoyo a los docentes sin perder de vista lo fundamental: aprender implica esfuerzo, y aprender consiste simplemente en querer aprender y en ponerse en manos de un buen profesor. Y ser bueno en la enseñanza viene dado por los conocimientos y la noble voluntad de quien enseña. Aquí ninguna ciencia ni "metodología" (horrible palabra en manos de los pedagogos) va a descubrir el Mediterráneo.

Una obrita de gran interés, que ayuda a restablecer el sentido común en las aulas, escrita además por un profesional de la enseñanza que sabe de lo que habla.
Adáraga



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Carlos Javier Blanco

Doctor en Filosofía. Universidad de Oviedo. Profesor de Filosofía. España.

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