Binóculo 489

Cuál emprendimiento

La semana pasada me reuní con camaradas, chavistas serios que solemos debatir, sin fanatismo, sin religiosidad, desde la observación y desde los hechos. Por fin, me reconocen que siempre tuve razón cuando dije, muchos años atrás, que aquí no había revolución. Entonces dije que desde el 2005, había un proceso que caminaba hacia la liberación nacional, pero que no había llegado, y que, de allí a la revolución, faltaban demasiados años. Fue todo el bum del reconocimiento de Chávez de la enorme deuda social con el pueblo, y el destino de gigantescos recursos para resarcir lo adeudado. Nunca los pobres fueron más respetados como entonces. Fue el tiempo en que por lo menos se intentó poner control en algunos aspectos a la empresa privada, y el surgimiento de expropiaciones con la creación de empresas del Estado que caminaran con un concepto nuevo de la producción. Invetubo, Invepal, Venvidrio, Leche Los Andes, Café Fama de América, para nombrar tan solo un poquito de las cientos de miles de empresas que se crearon, que están totalmente quebradas y siendo mantenidas por el Estado. De tal manera que, en el análisis, ese primer intento de liberación nacional, fracasó antes de tomar fuerza, las destruyeron los propios trabajadores a quienes se les confió.

Hay un agregado, y es que -me consta- los intereses del capital comenzaron a horadar, lo que prosaicamente conocemos como dar casquillo, para que nacieran las rivalidades que llevarían a la improductividad y la incompetencia dentro de esas empresas. Gente del mismo gobierno, incluso tarifados del gran capital que siempre apostaron al quiebre de estas empresas. Hoy es el gobierno el que está rogando porque los empresarios den cualquier cosa por las chatarras que existen, porque allí hay maquinarias que tienen 50 años de atraso, que, desde el punto de vista de la producción, no tiene sentido ponerlas a funcionar.

Así que, buscando salidas para afrontar no solo la debacle económica, sino encontrar nuevos caminos hacia dónde llevar a la gran masa trabajadora, después de saltarse el Plan de la Patria, si acaso lo único bueno que realmente se hizo -y lo hizo Chávez-, no haber prendido ni un solo motor de los 15 que debieron encenderse, hablar de turismo en un país donde circular en las carreteras después de la 5 de la tarde es un suicidio, decretar las ya fracasadas en muchos países del mundo Leyes de las Zonas Económicas Especiales, llegaron a la "brillante" conclusión de que la salida era el emprendimiento. Y es una ley cuyo fin es promover el desarrollo de nuevos emprendimientos y una cultura emprendedora orientada al aumento y diversificación de la producción de bienes y servicios, al despliegue de innovaciones y su incorporación al desarrollo económico y social de la nación. Es decir, el mayor derroche de retórica en una extraordinaria capacidad de síntesis.

Lo cierto es que no hemos visto ninguna industria reactivada, ni mucho menos al capital privado interesado en regresar y componer lo descompuesto. No hay una fábrica importante que esté haciendo algo, nadie fabrica una nevera, o una cocina, ni siquiera una plancha para planchar la ropa, cuyos precios son inaccesibles a los ciudadanos comunes. Claro, como siempre ha ocurrido, los privados están esperando a que el Estado los llame y les entregue no solo las fábricas, sino los dólares para reactivarlas, además de exonerarlos de impuesto por cinco años, además de servicios y de paso hacer lo que les dé la gana con los trabajadores. Así ha sido siempre, y así volverá a ser. Y el gobierno está deseoso de que así sea, para quitarse el tiqui-ti-tiqui de los trabajadores. Es más fácil comprar a las mafias sindicales y que ellas negocien con los privados, cuando regresen, vale decir, cuando el gobierno tenga plata para darles. Nunca antes se violaron los derechos de los trabajadores como ahora. Ni en la Cuarta República, las inspectorías del trabajo tuvieron más a favor del patrono que ahora.

De tal manera que el emprendimiento se ha traducido en la apertura de lugares de consumo y de diversión, a donde no llega ni siquiera el 1% de la población y que tenga capacidad para consumir en dólares, restaurantes montados en el aire con refrescos a 5 dólares la botella, tiendas de marca donde una franela vale 500 dólares y un paltó de sport cuesta 5.000 verdes, casinos para que vayan a jugar las personas que tienen de 150 dólares en adelante, carreras de caballo para que el pobre apueste su última esperanza, y bodegones, donde ahogar las penas no baja de 50 dólares, lo que ganaba un profesor universitario la semana pasada. Ya gana menos porque al momento de escribir el dólar está a 14,14 bolívares. Súmele playas privadas con cercas y policías, en un país en donde nunca las hubo, y hoteles construidos en zonas que en toda la historia del país fue parque nacional. A ninguno de esos sitios va la chusma, es decir, nosotros, los pobres, los que tenemos un "salario". Y esos sitios, que sin duda enriquecerán más a sus propietarios, explotarán más a los trabajadores con horarios de 10 o 12 horas, y sin prestaciones sociales. Esos son los nuevos emprendedores.

Ninguna de estas riquezas que se están generando, tiene como destino los más necesitados. Es el indicio más claro de que esta no es una revolución. Ni siquiera una liberación nacional.

Mi amigo lleva meses tratando de que alguien le pare bolas con un proyecto que carga bajo el brazo, y nadie le hace caso. En el tercer viaje que se tiró a Caracas, un funcionario le dijo que pararle bolas le costaría 150 dólares y que lo podía pagar en tres partes. Imagínese. Cuando le va bien en un mes, puede ganarse 80 dólares, todo para los hijos y la casa, que, obviamente, no alcanza.

De tal manera que, la recuperación económica ni existe, ni se avista en el panorama la posibilidad de que comience en algún momento. Lo que sí se avizora es mayores problemas para el pueblo, ese que se para a las 4 de la mañana a llenar un tobo de agua, ese que duerme dos días en una cola para poder echar gasolina, ese que todavía no ha podido comprarle los útiles y la ropa a los hijos para la escuela, mucho menos el estreno para la navidad, ese que lleva cuatro meses esperando las bolsas clap, ese que pagó el gas hace tres meses, pero aún no se lo entregan, ese que se encontró con la sorpresa de que los transportistas aumentaron el pasaje a 5 bolívares porque les dio la gana, ese que no sabe cómo comprar los medicamentos que toma el familiar, ese, al que le subieron el dólar tres bolívares en una semana, y no puede chistar porque esos son los precios de los alimentos, razón por la que en la semana algo se quedará sin comprar, ese que hace un esfuerzo por internalizar que no va a poder hacer hallacas, porque ni para comprar un pollo tiene. Ese es el día a día del pueblo venezolano.

Y como todo lo escrito es irrebatible, con seguridad van a aparecer los "chavistas" que me volverán a acusar de agente de la CIA, porque no puedo decir esas cosas en periodo preelectoral. Pobre país pobre. Pobre Comandante.

Caminito de hormigas…

Es casi un hecho que las elecciones presidenciales sean convocadas para mayo del año entrante… Le escuchamos decir a un profesor de historia de educación media que en la batalla de Carabobo no hubo mujeres. Que bruto, póngale cero. La ignorancia es osada.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 [email protected]      @aureliano2327

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