Un día de compra con la lista de precios acordados en la mano

A mi vecina, a veces ociosa, le ocurren cosas raras, sobre todo, cuando quiere poner a prueba alguna iniciativa del gobierno. Saca tiempo de donde sea y en este caso se dedica a recorrer el comercio de la ciudad, llevando en su mano la lista de los nuevos precios acordados, no tanto para comprar sino para verificar si los comerciantes están respetando esa lista. Hay que adelantar que ella sale a todo riesgo, menos mal que no tiene pelos en la lengua para decir sus verdades y tratar de poner a cada quien en su sitio. Pero la idea que se le ocurre esta vez, es genial, wow, como diría un venezolano cuando pisa por primera vez Miami. La idea en cuestión radica en visitar los comercios de acuerdo a la nacionalidad del comerciante y observar si respetan los precios acordados.

El primer comercio donde entra, es una panadería y al preguntar por el precio de la latica de atún de 140 gramos, se asombró y comparó con el precio del producto en la lista de precios acordados. Estaba que echaba chispas, y al quejarse, el portugués le dijo en su lengua: "Eu vendo caro e que?" Bueno, portugués en algún momento debe aparecer por aquí alguien del gobierno que te cierre el negocio, dijo ella, esperanzada en que eso ocurra.

Siguió mas adelante y se encontró con un bodegón atendido por italianos y su interés era preguntar por el precio de la mortadela. Aquí fue más agresiva y pidió un cuarto de kilo de ese producto, pero con la intención de pagarlo al precio de la lista, sin embargo, al pagar con efectivo, le dice el dependiente, "Aquí falta plata señora" ¿Por qué, preguntó ella? Aquí no cobramos por esa lista, le gritó el dueño del negocio: "Per me che mi importa dei prezzi concordati" (A mí que me importa los precios acordados)

Para colmo al entrar a una venta de víveres atendida por árabes y preguntar el precio de un paquetico de café de 250 gramos, casi entra en crisis porque con el precio que le dijeron, la ponía lejos de tomarse otra tacita de café. Nuevamente, volvió a quejarse y la respuesta que obtuvo fue en una "lenguará" que nadie entendió, pero que se sobreentiende en esta época de guerra económica: "aldhahab lishira' nadija" (Anda a comprarle a Maduro). Asimismo, estuvo en un negocio de catalanes y cuando le vieron la lista de precios, enseguida le dijeron: "a mi que em importa els preus acordats" y cuando entró al negocio de un gallego al verle la lista, también le dijo: "Vaia a mercar un maduro"

Del mismo modo, fue a un comercio chino en donde ya no tienen los pasillos en los cuales exhibian sus productos en unos estantes, ahora redujeron el espacio con un mostrador adelante y los productos quedaron atrás, por lo que el cliente en vez de tomar el producto con sus manos, solo tiene que hablar o señalarlo. La vecina se antoja de una crema dental fraudulenta que viene en tremenda caja que llama la atención y al preguntar el precio se da cuenta, que no es el que aparece en la lista de precios acordados. En ese momento se queja de ese precio, y de inmediato el chino, en voz baja, rezongando y viendo hacia otro lado, dice en su idioma: "Qú mǎi chéngshú de". La vecina al oír "Qú mǎi", pensó "Este chino como que me está mentando a mi madre" por si acaso, lo que se le ocurrió fue decir: "La tuya, piazo e chino" y salió del negocio sacudiéndose las nalgas. (La traducción de lo dicho por el chino fue según la web: "Anda a comprarle a Maduro")

Es increíble lo que tuvo que soportar la vecina. Para remate entró a la carnicería del venezolano y vio que tenían un cartel donde se mostraban los precios acordados de la carne, entonces se dijo: "Por fin, ahora si voy a comprar a precio justo", solo que fue alegría de tísico, porque ese cartel era para que lo vieran los de la SUNDEE y creyeran que estaban apegados a la ley, y digo yo, ¿No serian ellos los que le dieron la idea al carnicero, que era su amigo o sobornador?

Finalmente, fue a la frutería de otro venezolano y preguntó al vendedor por plátanos maduros. ¡Más vale que no! Ese hombre se enfureció y de forma insultante se abalanzó sobre la pobre vecina y le dijo: No mencione ese nombre en mi negocio, pero plátanos si hay, agarre los que quiera.

La única conclusión que sacó mi vecina de esa encuesta disimulada es que a los comerciantes especuladores de cualquier nacionalidad y sea quien sea, lo que le falta es mano dura, porque, dice ella, "es injusto que estén retando al gobierno cuando este lo que está es tratando de enfrentar la maldad de quienes dirigen el dolartoday". La lista de los precios acordados debe imponerse si va acompañada de la supervisión de las autoridades competentes, sino es un parapeto más al que nadie le para bolas.

Nota: Las traducciones son de la web.



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Jesús Rafael Barreto


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