“La sombra de Henry Kissinger”: Un “criminal de guerra”

Kissinger merece y debe ser juzgado "por crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y delitos contra el derecho común o consuetudinario o internacional, incluida la conspiración para cometer asesinato, secuestro y tortura".un mentiroso estupendo con una memoria notable.

Un alegato para enjuiciar al "genio de la geopolítica" por crímenes de guerra ( The Trial of Henry Kissinger, 2001, pp. 145) o Anthony Bourdain (1956), el chef-celebridad que remarcó que si una vez alguien haya estado en Camboya (la operación secreta de bombardeo ideada por Kissinger mató allí al menos 100 mil civiles) "nunca dejará de querer matarlo a golpes con sus propias manos" y

"nunca podrá observar las exageradas adulaciones de este cerdo traicionero, prevaricador y asesino sin atragantarse"−, ya están muertos. Pero no Henry. A 100 años: Henry se niega a morir.

Su rol como Secretario de Estado norteamericano : ha sido, en muchos casos, controvertido para el ojo de muchos países, ya que durante las administraciones de Richard Nixon y Gerald Ford dejó una legado indeleble en la política exterior estadounidense e impactó significativamente en América Latina durante la segunda mitad del siglo XX.

En su ejercicio buscó proteger los intereses y la seguridad nacional de los Estados Unidos a través de alianzas pragmáticas y equilibrios de poder, e influyó en gran medida en la forma en que se abordaron los asuntos latinoamericanos. La región, sumida en inestabilidad política y tensiones ideológicas, se encontraba bajo la órbita de un Washington "policía" que se centraba en asegurar la estabilidad regional y contrarrestar la influencia comunista. Por ello, su apoyo casi permanente a gobiernos autoritarios y dictaduras militares en países como Chile, Argentina, Brasil y Uruguay.

En términos del historiador Stephen G. Rabe, "hay una paradoja en que Kissinger consideraba a América Latina de poca importancia en el equilibrio de poder, y ciertamente en términos de sus prioridades [era] muy bajo". Sin embargo, supo estar presente y tomar acción en las guerras en el sudeste asiático, las negociaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética y, en mayor medida, dando "luz verde" al accionar de gobiernos dictatoriales como el de Argentina y Chile en la década de 1970. "La mano de Kissinger no solo fue visible en su papel en el Cono Sur, sino también en Centroamérica. Creo que la mayoría de la gente no se da cuenta de que Estados Unidos jugó un papel en la desestabilización de los gobiernos de Bolivia y Uruguay, trabajando con los brasileños", expresa Rabe.

Henry Kissinger con Augusto Pinochet, enero de 1976. Fuente Infobae

La denominada "Operación Cóndor", coordinada por las dictaduras militares de la región, contó en gran parte con la participación indirecta de Kissinger, y existen informes que sugieren que su conocimiento y apoyo a estas violaciones de los derechos humanos fue significativo. Por ello, el ex funcionario ha sido objeto de críticas por parte de activistas de derechos humanos y defensores de la democracia por haber priorizado los intereses geopolíticos de Estados Unidos sobre la crítica situación de América Latina.

En Argentina, dos meses y medio después del golpe militar que derrocó a Isabel Perón, documentos desclasificados del Departamento de Estado revelaron que Kissinger dialogó con el entonces canciller de la dictadura, almirante César Guzzetti, y avaló la represión ilegal, los secuestros y asesinatos que el "proceso" había desatado en el país. Incluso también viajó a Buenos Aires para asistir a la Copa del Mundo de 1978 como invitado especial del general Jorge Rafael Videla.

Kissinger junto a Rafael Videla. Fuente: Infobae

Por cuestiones como estas, historiadores como Rabe perciben que Kissinger en América Latina es considerado un "criminal de guerra", ya que "su decisión de desplegar de manera encubierta recursos estadounidenses para ayudar al derrocamiento militar del gobierno de Allende en Chile" o el apoyo en Argentina y Brasil fueron "un momento destacado en la América Latina moderna". El autor del libro "La sombra de Kissinger: El largo alcance del estadista más controvertido de Estados Unidos", Greg Grandin, también concluye que el legado del ex funcionario todavía resuena en la actualidad porque "trató a América Latina como intrascendente, dentro de la esfera de influencia de los Estados Unidos y casi fuera de la historia. Tal desprecio le permitió infundir fácilmente el terror en la gente de la región, en su estímulo activo de las dictaduras anticomunistas para asesinar y torturar según sea necesario para mantener el orden en Bolivia, Chile, Argentina y otras naciones".

 



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Antonio J. Rodríguez L.

Dirigente obrero

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