El Cacique Nigale y la ocupación europea de Maracaibo y otros plagios descarados

De cuando la pandilla de Rafael Ramírez me robó con la edición de mi libro

Mucha marginación y mucho plagio sufrimos los escritores comprometidos que aportamos nuestro esfuerzo de por vida a causas altruístas, como la creación de conocimientos para compartir y la generación de ideas originales, donde otros espíritus oportunistas sólo ven la ocasión de apropiarse de los bienes culturales para su provecho egoísta.

Marginación porque los obstáculos para trabajar un texto que requiere investigación son muchísimos, y porque luego de realizado sorteando todas las trabas materiales, es casi imposible publicar, y aún más difícil obtener algún ingreso si se llegase a editar.

Plagio, y mucho, por la desvergüenza que abunda en la ideología dominante. Recientemente tuve que enfrentar el plagio de alguno de mis artículos históricos por un periodista del Diario Los Andes; contacté a los propietarios y directivos, logrando apenas una carta apócrifa del plagiario, pero no una disculpa pública como les exigí por elemental honor. También alguien publicó en sus redes una "reseña" extenporánea sobre la Ley de Asignaciones Económicas Especiales derivadas de minas e hidrocarburos (LAEE) otorgándose a sí mismo y algunos personajes de la "cuarta república" un protagonismo ficticio. Todo el Zulia sabe que esa idea y ese proyecto son de mi puño y letra, producto del debate en el colectivo Autonomía Regional, que lideró la pelea de calle, y la parlamentariala con los compañeros y coatores Toni Boza y Noé González. Este señor olvidó -tal vez sin mala intención- que fuimos nosotros quienes le mostramos por primera vez en su vida ese proyecto ya elaborado el 5 de enero de 1996 en el despacho donde ejercía como gobernador recién electo.

Este tipo de situaciones me ha tocado enfrentarlas en varias ocasiones. El mismo libro que menciono en el título iba a ser plagiado por gente vinculada a la directiva de Corpozulia y a la empresa Odebrecht en 2007. Tenían montado un negocio tan grande como corrupto. El aviso oportuno de un amigo me alertó y confronté a los pillos.

Pero la historia que venía a contarles fue la vivida con PDVSA en 2008 cuando hicieron en secreto una edición masiva de mi libro dedicado al Cacique Nigale (publicado por primera vez en 2001).

En 2007 se cumplían 400 años de la caida en combate de Nigale y sus compañeros. Como desde comienzos de los noventa siempre organizaba (y aún lo hago) algún evento recordatorio, en el esfuerzo por reivindicar la épica del pueblo añú, ese año propuse una agenda conmemorativa a las instituciones del gobierno nacional. En Corpuzulia me negaron el apoyo (pero el grupo de pillos que ya referí arriba montó su plan B delictivo) y en PDVSA-Occidente me dijeron que enviara el texto del libro para considerar su reedicción. Un compañero diseñador hizo el montaje. Costó mucho que le pagaran su trabajo. El grupito corrupto que controlaba asuntos públicos (creo que todos viven como ricos en USA), se hicieron los locos y más nunca me respondieron para decirme su decisión.

Pasado un año o más, sorpresivamente soy informado por el amigo Rafael Colmenárez, que en un salón del Hotel de Lago donde él asistía a una reunión, habían un montón de cajas con libros y que al observar un ejemplar se percató que era El Cacique Nigale y la ocupación europea de Maracaibo.

Fue así que me enteré que lo habían editado. Nunca me contactaron ni siquiera para informarme, mucho menos para hacer la presentación al público.

Comencé a visitar el edificio Miranda, a pedir una explicación. No hubo forma que me atendiera el gerente o la poderosa titular de asuntos públicos de entonces. Algunas de sus acólitas (o socias) se dedicaron a proferir calumnias en mi contra.

Supe que a partir de mis reclamos distribuyeron libros entre personas de las misiones, pero todo sin transparencia. Nadie sabía precisar el tiraje de la edición. Nadie supo decirme dónde lo imprimieron. Ni tuvieron la delicadeza de entregarme, al menos en libros, mis derechos de autor.

Un conocido dentro de esas oficinas mencionó que imprimieron setenta mil libros.

Alguien hizo un negocio corrupto con mi libro, como todo lo que se hacía en esa cúpula criminal.

Y yo no vi un centavo por mi trabajo de muchos años, ni la consideración de entregarme mis correspondientes libros por derecho.

Así se roban los entes negativos que abundan, el alma de los creadores, para echarlas en la máquina terrible de la avaricia y la ambición patológica.



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Yldefonso Finol

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

 [email protected]      @IldefonsoFinol

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