Hugo Chávez y su rol en la historia de la Venezuela de los siglos XX y XXI. ¡Vamos con todo por la Enmienda Constitucional!

El oposicionismo apátrida, después de intentar mostrarse triunfante de las elecciones regionales de noviembre, se quedó sin línea, cuando el Comandante Presidente Hugo Chávez, leyendo acertadamente el mensaje enviado por el pueblo venezolano, a través de las urnas, apenas pasados unos días, después de la contienda electoral, decide convocar, nuevamente, a su pueblo a consulta a los fines de enmendar el artículo 230 de nuestra Constitución Bolivariana, y flexibilizar la posibilidad de reelección de nuestros gobernantes, permitiéndoles a éstos presentar su postulación ante el pueblo cuantas veces quieran, y que el pueblo decida en qué momento conferirles su confianza para que rija los destinos de nuestra Patria. Esta posibilidad, de inmediato, levantó una polvareda en este sector apátrida y mucha alegría en el pueblo venezolano. Los medios privados “nacionales” se pusieron en guardia, y abrieron sus pantallas y papeles, a cuanto payaso quiera decir una opinión en contra de la propuesta de enmienda, resaltándose entre éstos, los decanos de algunas Facultades de Derecho, de universidades privadas y públicas, con el tema de la alternabilidad, supuesto negativo que, con sólo abrir su pequeño Larousse, el Comandante Presidente Chávez desmontó en un dos por tres y más nunca se habló de esta ridiculez, que pretendieron prender estos presuntos “académicos”, que dejaron mal parado a sus casas de estudio ante la opinión popular. Esto, sin mencionar, que la Ley de Universidades, aún vigente, les permite a los Decanos de las universidades nacionales reelegirse indefinidamente, conozco casos de Decanos de universidades autonómas que han dirigido sus Facultades por más de 16 años. Algo similar a lo expuesto, públicamente, por la Presidenta de nuestro parlamento bolivariano, Cilia Flores, sobre parlamentarios que tuvieron y algunos, todavía tienen, como los casos de Ismael García y Ricardo Gutiérrez, períodos legislativos que sobrepasan los 15 años, Ramos Allup, entre otros; siendo el más vergonzante, la jubilación con 15 años de parlamentario por AD o Copei, de Miguel Henrique Otero, el dueño del El Nazional.

Todo el conjunto de mentiras que ha venido empleando el oposicionismo apátrida contra la propuesta de enmienda constitucional, no ha surtido efecto; lo que ha provocado, es que su patrón George Bush tenga que intervenir directamente en esta nueva contienda, a través de sus medios, ejemplo de ello, es la patraña inventada por el güasington post de tratar de vincular al país con acciones terroristas, campaña actualmente en curso. Pero dejemos a estos engañadores de oficio seguir con sus acciones, y centrémonos en el objetivo de explicarle a nuestro pueblo el por qué, de la importancia de la reelección continua de nuestro Comandante Presidente Chávez, por supuesto, si éste llegara a traicionar a ese pueblo, nuestra Constitución prevé la posibilidad de revocatoria de mandato a mitad de período, lo que desmonta esa mentira oposicionista de que Chávez quiere eternizarse en el poder.

En todo caso, pensamos que la opinión de la Ex Magistrada Hildegard Rondón de Sanso es muy sabia en los aspectos propios de la ciencia jurídica, leámosla en declaraciones dadas al diario Últimas Noticias: “La enmienda no afectará la estructura constitucional de la Carta Magna, sino reafirmará la determinación de los pueblos. Aquellos que quieren que permanezca su voluntad pueden decidir en las urnas y aquellos que no lo deseen, también lo manifestarán. En ambos casos, el principio democrático será palpable…”, mayor prueba de libertad en alguna parte de nuestro planeta, imposible.

El debate, en todo caso, toma ribetes interesantes es en el campo de los factores que se proclaman revolucionarios, así tenemos a representantes de la llamada derecha endógena que han venido exponiendo sus posturas ante esta propuesta de enmienda constitucional. Uno de ellos, el autor del Tabulador Neoliberal que diezmó los salarios de los trabajadores universitarios desde el 2000 hasta este 2008, fecha en que mediante acuerdo contractual con el Ministerio presidido por Luis Acuña y los sindicatos de este sector laboral, decidieron fenecer su aplicación a partir del venidero 1º de enero de 2009. Pues bien, Luis Fuenmayor Toro, en artículos publicados por el diario Últimas Noticias, en los términos siguientes: “Afirmé, en artículo anterior; que el presidente Chávez era aún indispensable para que el proceso revolucionario actual no diera marcha atrás, aunque esta necesidad no se debía ni a su desempeño, muchas veces errático, ni tampoco a la inexistencia de personas con mejores dotes y conocimientos que él para conducir el país. Precisé que su enorme liderazgo popular lo hacían el único con posibilidades claras de derrotar a la oposición…”, para éste, pues, la reelección del Comandante Presidente se justifica debido a que, en la actualidad, es el único actor del bando revolucionario capaz de derrotar a la oposición apátrida en el campo electoral, lo que implica que si Chávez comenzara a descender en las encuestas su reelección no tendría razón de ser, si es útil políticamente es aceptable la reelección, si no lo es, no comparte entonces, el mecanismos reeleccionario. Tantos estudios universitarios y doctorados para producir artículos de una pobreza argumental.

Otro digno representante de este sector endógeno, es el vocero del PPT, Rafael Uzcátegui, más osado que Fuenmayor, ya que al no tener contratos con ningún ministerio, habla abiertamente sin miedo a perder asesorías, quien considera la propuesta de enmienda constitucional como: “discriminatoria, antidemocrática, no socialista y mucho menos participativa…”, La Voz, 9 de diciembre de 2008, la oposición apátrida se queda pendeja ante tales señalamientos. Pero, en la argumentación de este vocero pepetista destacan unos elementos que bien merecen fijemos en ellos nuestra atención, dice en su entrevista en dicho diario, más adelante: “…las competencias del Texto Superior difieren en cuanto al ámbito en el que está planteada la propuesta presidencial, cuyo origen, en su opinión, radica en la soberanía popular, agregando que al negar a otras personas dichas competencias para otorgárselas a un solo individuo, no es revolucionario, mucho menos socialista, toda vez que el socialismo invoca a la mayor participación…”, rematando Uzcátegui, en los siguientes términos: “Nosotros invocamos lo mejor. No lo peor. Creemos en la capacidad de superación y de ponerse y anteponerse por encima del hecho individual y aspiramos e invocamos la voluntad colectiva…”, leyendo las opiniones de Uzcátegui, pareciera ver renacido al viejo marxista ortodoxo ruso GUEORGUI VALENTÍNOVICH PLEJÁNOV, (1856-1918), quien después de 1903 no supo comprender la peculiaridad de la nueva época, se apartó del marxismo revolucionario, adoptó una posición conciliadora respecto a los oportunistas y después se hizo menchevique. Nos repite Uzcátegui el famoso texto de Pléjanov, “El rol del individuo en la historia” y su tesis básica: «Resulta, pues, que, gracias a las peculiaridades de su carácter, los individuos pueden influir en los destinos de la sociedad. A veces, la influencia es bastante considerable, pero tanto la posibilidad misma de esta influencia, como sus proporciones, son determinadas por la organización de la sociedad, por la correlación de las fuerzas que en ella actúan. El carácter del individuo constituye el «factor» del desarrollo social sólo allí, sólo entonces, y sólo en el grado en que lo permiten las relaciones sociales». Argumentando, Plejánov, contra la tesis de que la demanda colectiva de liderazgo solo podía ser cubierta por un individuo notable; señalaba, que la persona elevada a la autoridad máxima es un obstáculo en el camino de otros que podrían haber llevado adelante las mismas tareas aunque con un estilo diferente, Uzcátegui lo llama la mayor participación. Pues bien, el dirigente pepetista se mantiene aferrado a la postura originaria marxista de que ningún individuo, por talentoso o resuelto que sea, o por más estratégicamente ubicado que esté, puede alterar el curso principal del desarrollo histórico, que es conformado por circunstancias y fuerzas que están por encima del individuo, sin comprender que el marxismo no son recetas inmutables, que el propio proceso obliga a repensarlas y reformularlas, a fin de poder ajustarlas al nuevo tiempo histórico.

Trotsky reformula acertadamente, a la luz de los nuevos acontecimientos, en su Historia de la Revolución Rusa, esta vieja concepción marxista, leamos: “Queda todavía por preguntar –y no es pregunta de poca monta, aunque es más fácil formularla que contestarla- : ¿Cómo se habría desarrollado la revolución, suponiendo que Lenin no hubiera podido llegar a Rusia en abril de 1917 ? Si nuestra exposición enseña y demuestra algo, este algo es precisamente –al menos así lo esperamos- que Lenin no fue ningún demiurgo del proceso revolucionario, que su misión consistió pura y simplemente en empalmarse a la cadena de las fuerzas históricas objetivas. Pero en esta cadena él era un eslabón muy importante. La dictadura del proletariado se deducía de la lógica de la situación. Mas era necesario instaurarla, y esto no hubiera sido posible sin el partido. Y éste solo podía cumplir su misión comprendiéndola. Precisamente para esto, para infundirle esta conciencia, hacía falta un Lenin. Antes de llegar él a Petrogrado, ninguno de los jefes bolcheviques había sido capaz de pronosticar el rumbo de la revolución. El curso de los acontecimientos empujaba al partido dirigido por Kámenev y Stalin hacia la derecha, hacia el campo socialpatriótico: la revolución no dejaba sitio para una posición intermedia entre Lenin y los mencheviques. La lucha intestina en el seno del partido bolchevique era de todo punto inevitable. La llegada de Lenin no hizo más que forzar el proceso. Su ascendiente personal redujo las proporciones de la crisis. Sin embargo, ¿puede afirmar nadie con seguridad que, sin él, el partido habría encontrado su senda? (…) Lo decisivo, en estos casos, es el factor tiempo, y cuando la hora ha pasado es harto difícil echar una ojeada al reloj de la historia (…) La llegada “súbita” de Lenin después de una larga ausencia en el extranjero, el ruido desaforado levantado por la prensa alrededor de su nombre, su choque con todos los dirigentes del propio partido y su rápido triunfo sobre ellos; en una palabra, el desarrollo exterior de los acontecimientos, contribuyó considerablemente, en este caso, a destacar mecánicamente la persona, el héroe, el genio, sobre las condiciones objetivas, sobre la masa, sobre el partido. Pero este modo de ver es completamente superficial. Lenin no era ningún elemento accidental en la evolución histórica, sino el producto de todo el pasado de la historia rusa, a la que le unían raíces profundísimas. Había luchado al lado de los obreros avanzados durante todo el cuarto siglo precedente (…) Al formar el partido, formaba en él a su persona. Sus discrepancias con el sector dirigente de los bolcheviques representaban la pugna del partido con su pasado (…) De la excepcional importancia que tuvo la llegada de Lenin a Petrogrado no se deduce más que una cosa: que los jefes no se crean por casualidad, que se seleccionan y se forman a lo largo de décadas enteras, que no se les puede reemplazar arbitrariamente, y que su separación puramente mecánica de la lucha infiere heridas muy sensibles al partido y, en ocasiones, puede dejarle maltrecho para mucho tiempo…”

Como podemos apreciar, según Trotsky, el rol de Lenin no podría haber sido duplicado. No solo por sus dotes personales, sino por lo que es más definitorio aún, por su excepcional posición en el partido bolchevique, su creación. En la revolución rusa, la cuestión del liderazgo individual tuvo una faceta dual: mientras los bolcheviques dirigían a los obreros y campesinos a la victoria, Lenin dirigía al Partido Bolchevique. El origen de su rol, se basaba en el hecho de que él dirigía a los dirigentes de la revolución. Ningún otro dirigente, poseía este capital acumulado de prestigio, ni siquiera el mismo Trotsky. Esta es la base objetiva, en que Trotsky sustenta su opinión de que la Revolución de Octubre no se hubiera producido a menos que Lenin estuviera presente en Rusia y al mando de los bolcheviques. Era su conclusión, al aplicar la dialéctica marxista a los hechos tal como él los presenciaba y sopesaba.

Cuando analizamos el rol de Hugo Chávez Frías en el desenvolvimiento del proceso revolucionario en curso, que se inicia con la revolución de febrero de 1989, en que la rabia popular desmonta al gobiernillo de Carlos Andrés Pérez, a costa de miles de muertos, energía popular que se pierde ante la ausencia de una dirección revolucionaria que la dirigiera hacia nuevos derroteros. Derrota que retrasaría tres años el tiempo histórico, para que de las filas del Ejército, surgiera y se formara la figura del Comandante Chávez en quien, desde entonces, el pueblo le depositó su confianza para que lo dirigiera siete años más tarde. Y desde, la Presidencia de la República, el Comandante Presidente Chávez se ha convertido en un vocero de ese pueblo reprimido, salvajemente, en febrero del 89, con quien tiene completa sintonía, convirtiéndose en un sentimiento popular.

Valga decir, que Chávez no es un eslabón aislado del proceso de cambios que el tiempo histórico ha determinado para nuestro país y, en general, para el continente americano, sino el impulso que faltaba para la apertura de un camino completamente nuevo para nuestras historias, al plantearnos salir del callejón sin salida que representa el capitalismo monopolista, en decadencia y plena crisis, hacia la utopía necesaria: el socialismo. Esta es, la clave que justifica la reelección del Comandante Presidente Chávez, impulsor de la Constitución Bolivariana, la integración suramericana y caribeña, creador de nuevas instituciones nacionales e internacionales, propulsor de la idea socialista a nivel mundial, creador del Psuv, el partido de la revolución bolivariana, portaviones fundamental para la llegada a los cargos gubernamentales de los militantes de la revolución, habida cuenta, la altísima confianza depositada en su liderazgo por el pueblo venezolano, con quien constituye uno solo. Y si a todo esto, agregamos la experiencia reciente de los gobiernos contrarrevolucionarios, recién llegados en algunos Estados y Municipios, de marcado carácter fascista, arremetiendo contra los hermanos cubanos, las misiones bolivarianas, la memoria histórica de la Nación Bolivariana, al desdibujar el discurso de Angostura, e irrespetando al padre de la Patria Simón Bolívar, ofrendándolo con flores de papel y preparando el escenario de violencia nuevamente, se entiende por qué el Comandante Presidente ha lanzado esta idea de enmienda constitucional. En todo caso, el chavismo sin Chávez, o lo que hoy se conoce como la derecha endógena, se entierra con el oposicionismo apátrida, el venidero año si el pueblo apoya masivamente esta propuesta; hagámoslo posible, aperturemos las anchas alamedas a la nueva sociedad socialista.

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Henry Escalante


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