El reto revolucionario de las elecciones regionales de 2008

El proyecto de revolución socialista en Venezuela tiene en el panorama electoral de este año 2008 un importante reto por vencer, puesto que si los candidatos y las candidatas que reemplazarán a muchos de los actuales gobernadores, alcaldes y legisladores regionales tienden a manejarse igual que sus predecesores, es decir, con una visión y una práctica absolutamente reformistas, se podría anticipar un posible estancamiento y desgaste de la propuesta revolucionaria impulsada por Hugo Chávez. Esto, sin incluir la constante campaña mediática y los sabotajes económicos y burocráticos que forman parte de las maniobras desestabilizadoras de los grupos opositores, ya que -al parecer- todo se limita a la eficiencia o ineficiencia presente en las diversas instituciones del Estado y al rol que podrían cumplir a la hora de hacer factible el socialismo del siglo XXI. En este último aspecto, vale recordar las insistentes protestas del Presidente Chávez, exigiendo entre quienes detentan cargos de elección popular un mayor compromiso y una ética revolucionarios, criticando en ellos ese desmedido afán por los lujos y las riquezas que escandalizan a más de uno y que contradicen abiertamente la esencia del socialismo pregonado hasta ahora.

Esta situación pudiera revertirse a propósito de las elecciones regionales. Sin embargo, la realidad pareciera rebatir esta buena intención, ya que aún se carece de una conciencia verdaderamente revolucionaria entre muchos de los millones de seguidores de Chávez, lo cual representa la mayor deficiencia visible del proceso bolivariano. Si consideramos, al igual que lo hiciera Antonio Aponte en su columna diaria Grano de Maíz del 30 de noviembre de 2006 en el diario Vea, que “las elecciones, tal como las conocemos, no tienen capacidad de estabilizar una situación de enfrentamiento social trascendente, sólo sirven para amortiguar tensiones sociales leves”, además de funcionar “bien únicamente en los países donde la dominación capitalista está bien establecida”, tendremos que aceptar, aún en contra de la convicción personal de algunos de los dirigentes connotados del chavismo, que las elecciones del presente año debieran enmarcarse en una estrategia revolucionaria que apunte finalmente a la conquista y establecimiento del socialismo en el país. No sería prudente ni conveniente, por consiguiente, que la diversidad variopinta de candidaturas nominalmente revolucionarias y chavistas que pudiera surgir elabore un programa revolucionario en correspondencia perfecta con los postulados o lineamientos primarios de la democracia participativa, de manera que se activen todos los mecanismos que den sustentabilidad real a ese nuevo socialismo que se proyecta desde Venezuela.

No es admisible, en consecuencia, que se repita la vieja historia del triunfo del reformismo sobre la revolución mientras el pueblo se va desencantando y percibe la nueva realidad peor que la del antiguo régimen. Esto podría suscitarse tempranamente, a pesar de los aleatorios esfuerzos del Presidente Chávez por dirigir el gobernalle del proceso revolucionario bolivariano, además de lo hecho por revolucionarios convencidos que no han claudicado ante las mieles del poder y se mantienen irreductibles con sus creencias socialistas. Estos comicios representan, por lo tanto, una buena posibilidad de profundizar este proceso revolucionario con una participación directa de las bases populares y un decidido estímulo para el logro del cambio estructural. Desde la óptica revolucionaria, éstas debieran constituir las líneas maestras que dirijan la campaña electoral de los candidatos y las candidatas de la revolución; de lo contrario, se estarían precipitando las condiciones de perpetuación de un modelo político enteramente incompatible con el socialismo. Por ello mismo, quienes aspiren a los cargos de elección popular en juego tendrían que sacudir los cimientos de las campañas electorales tradicionales y hacer de las mismas campo propicio para un debate ideológico que no excluya ningún tema o contexto. Esto serviría para demostrar hasta qué punto se ubican su compromiso y conciencia revolucionarios, al mismo tiempo que el pueblo se nutre con propuestas socialistas realmente revolucionarias, elevando así su nivel político e ideológico y preparándose para asumir el papel revolucionario de primer orden que le corresponde y que, producto de la persistencia de las conductas reformistas de algunos gobernantes locales, incluso en los más altos niveles de gobierno, aún se mantiene en mera expectativa. De ahí que estos comicios abran las posibilidades para que el proceso bolivariano disponga de una mejor plataforma para su proyección y consolidación de escogerse candidaturas calificadas que contribuyan a ello, sin que las modere la búsqueda compulsiva de votos y menos, de resultar favorecidas, la institucionalidad tradicional que ha subyugado la vida social venezolana hasta ahora.-

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Homar Garcés


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