Hoy amanecí más ácrata que de costumbre

Ácrata, anarquista y autoritario son términos referidos a las diferentes formas de entender la organización política y social, ácrata y anarquista comparten un mismo origen etimológico, y significa "sin gobierno" o "sin autoridad". Aunque no son exactamente sinónimos, pues ácrata es usado más como adjetivo al calificarse a una persona o actitud en rechazo a cualquier forma de poder o dominación, en tanto que anarquista se usa como sustantivo y designa a la persona o movimiento proponente de una sociedad que se basa en la cooperación voluntaria y la autogestión, sin la intervención del Estado o una jerarquía. Autoritario en cambio es un término opuesto a los anteriores, y significa "que impone su autoridad" o "que se somete a una autoridad", y describe a una persona o sistema ejerciendo el poder de forma arbitraria, coercitiva y violenta, irrespetando la libertad o la dignidad de los demás. El concepto anarquismo es del siglo XIX, una corriente dentro del socialismo con fuerte crítica al papel desempeñado por el Estado y la religión para explotar a los trabajadores. Sus principales representantes fueron Pierre-Joseph Proudhon, Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin, manifestando al anarquismo de formas diversas en acciones directas, ejemplo, las revueltas campesinas, huelgas obreras, sindicalismo revolucionario y sobre todo el movimiento libertario; influyendo en otras expresiones culturales y artísticas como el naturismo, el pacifismo, el feminismo y el arte de vanguardia. El término ácrata se popularizó en España en la II República y Guerra Civil, en referencia a sus militantes anarquistas en lucha contra el fascismo y estalinismo. Y el término autoritario surge en el siglo XVIII como forma de legitimar el poder absoluto de los monarcas. Con posterioridad se aplicó a otras formas de gobierno totalitario como el fascismo, el nazismo y el comunismo. El autoritarismo se caracteriza por la concentración del poder en una persona o partido; la supresión de libertades individuales y colectivas, la manipulación de la información y la propaganda, un culto al líder y la violencia sistemática contra los opositores. En conclusión, ácrata, anarquista y autoritario son términos que expresan visiones contrapuestas sobre la organización social y política. Ácrata y anarquista son más cercanos entre sí que a autoritario, pero no son exactamente sinónimos. El anarquismo es una doctrina política que propone una sociedad sin Estado ni jerarquías, mientras que el ácrata es una actitud individual que rechaza toda forma de poder o dominación. El autoritarismo es una forma de gobierno que impone su autoridad por la fuerza y la represión.

El resumen que acabas de leer plantea una pregunta de interés actual, cuando todo pareciera ir en caída libre con respecto a quienes están controlando hoy realmente este mundo que se desmorona frente a nosotros. Este autor busca argumentos que no se pueden reducir a respuestas de simples conspiraciones de los pocos que acaparan el poder, respecto de los muchos sometidos y explotados frente a diversidades y la complejidad de los actores y factores que son parte del desarrollo progreso, desarrollo y avance mundial. En tal sentido, la invitación es para tratar de adoptar en perspectiva crítica y reflexiva la realidad que nos rodea y atañe. Pero nos preguntamos si esto es suficiente, y si podemos conformarnos con solo analizar y comprender al mundo, sin que tengamos que actuar para cambiarlo, y el papel que deberíamos jugar como ciudadanos en la transformación de este mundo, en otro mejor, que superar las anteriores maneras de actuar, y sobre las que se proponen las soluciones, sin que ellas se manifiesten en lo real. Quizás entre las formas de responder a tales interrogantes esté la de enfocarnos en que no somos meros espectadores o víctimas arrojadas al mundo, sino agentes y protagonistas del mismo, con capacidad y responsabilidad de participar activamente en la construcción de un mundo más humano y sostenible. Todo esto implica no solo informarnos sino formarnos y conscientes de lo que pasa en nuestro entorno, sin obviar que estamos involucrados y comprometidos con las causas y los proyectos que consideramos justos y necesarios, con sus respectivas consecuencias. Podemos o debemos contribuir al cambio de la realidad en el rumbo de colisión que llevamos desde los diferentes ámbitos y niveles hacia el 2050. Es nuestro entorno cercano, lo local, lo nacional y regional, pero de hecho lo es el más global, y nuestra vida personal tiene influencia en la experiencia de la existencia durante todas nuestras vidas colectivas, desde nuestro trabajo hasta el ocio. Cada acción por pequeña que sea cuenta, pero debe ir en la dirección correcta hacia un mundo mejor. Se concluye entonces que los desafíos planteados no solo involucran lo cognitivo para entender al mundo, sino la conciencia para transformarlo. Y sólo si contamos con ciudadanos críticos, activos y solidarios, se pueden ir dando los pasos firmes para lo mejor en un mundo más justo, pacífico y democrático posible.



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Franco Orlando


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