Se cumple el tiempo del no tiempo

Un resumen de eventos importantes y significativos actualmente en este mundo planetario está necesariamente relacionado con quienes ejercen el controla en los ámbitos político, económico, social, militar, religioso e ideológico, una relación simbiótica entre la mística y la cuántica de la ciencia, la filosofía y la tecnología, como los grandes paradigmas que en la actualidad nos cobijan, atienden y desconciertan sin dudas en la realidad cotidiana. En lo que respecta a la crisis sanitaria cabría suponer que ha sido la pandemia del COVID-19 que impactó con inusitada fuerza cuyo desenlace fue una cifra alarmante en los sucesivos años, hasta que la autoinmunización, antes que los perversos y dañinos de medicamentos con efectos adversos a la salud, que fueron más que paliativos, un boom mercantilista de nuevo cuño, que entre otros daños provocado una crisis económica y social sin precedentes, y afectó sin dudas a millones de personas y países desfavorecidos en el concierto de las naciones de todo el mundo; una prueba más sobre los conejillos de indias por parte del sistema de salud y las políticas públicas, donde la cooperación internacional fue el inmenso negocio de las farmacéuticas con los tapabocas y las vacunas masivas, y el desarrollo de los nuevos tratamientos con la esperanza de superar la situación planteada, pero que además se realizaron otras series de pruebas y cometidos, sin la autorización ni el consentimiento de las personas a nivel individual, colectivo ni global. Las decisiones vinieron de arriba, no de los gobiernos precisamente, sino de un cónclave suigéneris, infiltrado en las altas esferas del poder, diríamos de quienes verdaderamente controlan este universo de posibilidades que paran los pelos de punta señalarlos y de paso hielan la sangre en las venas. Otro de los eventos de peso mayor, por su afectación permanente a lo largo de los últimos siglos es el cambio climático, amenaza que amaina en su temporal global, y las acciones urgente y necesarias, no han tenido la coordinación necesaria por parte de los principales actores, que sin duda son también los mayores responsables en lo que cabe, para que se hayan incrementado los efectos perversos del calentamiento global y los efectos en los fenómenos meteorológicos extremos manifiestos, con la pérdida de la biodiversidad, la desertificación, las migraciones forzadas y los conflictos que ocasionan para el sostenimiento de los recursos naturales y la necesidad imperativa para la especie humana la primera afectada, sin obviar los nocivos efectos en el resto de los seres vivos y el entero planeta tierra. Ahora y con un nuevo acuerdo, el de París y esa llamada Agenda 2030, que trae lo suyo en la manga, como marco de referencia del impulso que se esperaría en la transición ecológica y el desarrollo sostenible antes del 2050, fecha tope acordada en cumbres y acuerdos anteriores, que como sabemos no son más que saludos a la bandera. Los aspectos mencionados y sus consecuencias son parte y atienden a la geopolítica mundial, caracterizada por la rivalidad permanente entre las grandes potencias, donde el resto es simplemente un espectador de palo, sin voz ni voto real, puesto que la realidad y su trascendencia apuntan a las dos superpotencias en la balanza que estabiliza el movimiento y el termómetro global, el enfrentamiento total entre EEUU y sus aliados y China y sus aliados. La competencia es bestial para acaparar su influencia política, económica, militar, tecnológica, cultural en todas las regiones en su diversidad en el mundo. Junto a la Unión Europea, Rusia, India y demás actores en el convite, todos buscando consolidar sus propios intereses, proyectando desde su cuota de poder que tienden a nivelar el fiel de la balanza en el escenario de las naciones que figuran internacionalmente. No cabe duda que se agudizan las tensiones en áreas del Medio Oriente, el Mar del Sur de China, Ucrania, Corea del Norte y América Latina y El Caribe. Los movimientos sociales y las demandas de la ciudadanía aunque se expresan con fuerza y a viva voz, son lamentos en el desierto, por la indiferencia de los gobiernos en atender a la voz del pueblo, del soberano, de los indignados y de quienes tienen plena conciencia, pero que además están conscientes de los graves peligros que enfrentamos el 99% de los 8 mil millones de habitantes, y contando, frente a un 1% que toman las decisiones, luego de haber sacado cuenta y tomado sus previsiones con antelación; pero que son en realidad el 0,01% quienes controlan desde dos emporios corporativos, la totalidad de los paquetes de acciones de los 5 principales emporios, los mayores en las bolsas del mundo. Reclamos por democracia, justicia social y de derechos humanos, por igualdad, libertad, fraternidad, género, diversidad; y hasta aceptación de los alienígenas y extraterrestres y los no humanos, que están desde siempre entre nosotros, como lo están todos los elementos que llegan desde afuera desde que el mundo es mundo y permitió la combinación de factores para la vida; aunque aquellos se cuidan mucho y se mantienen al margen, y de no aparecer en escena, no vaya a ser que se contaminen con tantos prejuicios por parte de los humanos. Las protestas se las dejan a los terrícolas para que sigan enfrentándose por nimiedades y se mantenga cada vez más represión, violencia, polarización, que es como los gendarmes necesarios, las policías y los ejecutores mantengan su cuota de poder también. Hoy nada oculto bajo el sol permanece en las sombras, hay redes sociales, nubes de acumulación de datos, de información, que a veces salen a borbotones y nos inundan los sentidos desde los medios digitales, en un juego, a veces perverso, dependiendo a qué sector va dirigido; jugando papeles estelares para movilizar o paralizar a la comunidad con la comunicación y la desinformación. Otro aspecto a no descuidar es el factor mito, magia, religión, lo místico y la espiritualidad, que siguen siendo elementos fundamentales por la importancia que manifiestan para la existencia y la propia vida, después de este plano, para la fe y la creencia de todas las personas, esa búsqueda de sentido, de principios y de valores para la trascendencia, pero que mucho se ha diluido entre las más de siete mil sectas y nuevos credos a la medida de su receptor. Observamos al mismo tiempo un aumento del secularismo, pluralismo, los diálogos entre las cinco principales bases de lo interreligioso en cada sociedad. No se puede desconocer a lo largo de la historia lo que ha significado entre las religiones ser fuente de influencia en los conflictos, la intolerancia, el fundamentalismo, al mezclarse en la política y el nacionalismo. Y qué nos dicen las ciencias, la filosofía, la tecnología desde sus respectivos campos del conocimiento y del saber, cuyo avance es a velocidades supersónicas, con todo lo nuevo que se genera, conocer, cuestionar, aplicar lo que se conoce y cómo impactan en todos los ámbitos de la realidad del mundo globalizado. Acaso no es obvio lo que la inteligencia artificial, en biotecnología, nanotecnología, neurobiopsiquiatría, o la exploración espacial hacia los confines del universo como algunos ejemplos que desafían nuestra imaginación y aportan oportunidades desde cada uno de estos ámbitos, y que en realidad no se han puesto al alcance del verdadero y real fin, el de acabar con todas las desigualdades hasta ahora acumuladas. Acaso no debería ser hora de que acabáramos de una buena ves y por todas de esas diferencias entre hemisferios, civilizaciones, cuando la relación debe ser mística y cuántica a la vez, siendo una y a la vez como el yin y el yan, un tema que ha fascinado al ser humano desde que investiga, estudia y piensa en lo que significa para sí mismo su propia experiencia de vida e su existencia en el aquí y ahora presente desde su más profunda y particular manera de enfrentarse consigo mismo y atisbar lo que desde dentro hemos creído y creado en lo que hay afuera. Este es el final de una era, la del oscurantismo, y el inicio de otra, de la claridad ya no del pensamiento ni de la mente, sino de la propia conciencia pura, el maná de la fuente primordial de la matriz de donde todo procede. Hasta ahora los pensadores de todos los tiempos vienen intentando comprender la naturaleza última de esta realidad.



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Franco Orlando


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