Crónicas de ayer del municipio Guasimos XXX

El General Leopoldo Vivas González

Militar de carrera de la aviación militar; ya en el gobierno de Marcos Pérez Jiménez su nombre alcanzó notoriedad; navegando en las alturas del poder. Fue un hombre amplio, conversador, se mezclaba con el populacho; las alturas del poder no le quitó el sueño. Lo que si muchos desconocen, fue el obsequio de una escarapela que le obsequio el Tercer Reich uno de los viajes que hizo a Alemania en sus inicios de su carrera militar; en una oportunidad la tenía en la sala de su casa de habitación en Maracay, luego la traslado a su dormitorio; donde la guardo con mucho celo y discreción.

Luego se vino a vivir a Palmira en la aldea Laguna; luego en la vieja casona que tuvo como asiento el viejo grupo escolar Mons. Sanmiguel y finalmente en la carrera dos entre calle 2 y tres; en ocasiones lo veíamos surcar los cielos en su avioneta. Ya hace años que falleció.

Doña Rosana Quevedo:

La señora Rosana Quevedo vivió en la carrera 2 con calle 2, con sus dos únicos hijos Zulay y Luis, mejor conocido como masquechille. En sus años mozos fue una extraordinaria tejedora de caña, que lo hacía con rapidez, destreza y habilidad única, que luego llevaba a las cesterías del Abejal, donde era utilizado para elaborar productos acabados. Luego asumió el oficio de llevar antes de despuntar el día el Diario Católico a muchos hogares y después al Diario de la Nación. Esta nueva actividad, le permitió abandonar el sedentarismo e ingresar a un nuevo estilo de vida que se convirtió en auroras para darle un nuevo rostro a su salud. Su casa era el centro de reunión para discutir los preparativos de las fiestas navideñas de la calle Los Alegres. En la elaboración de los programas llevaba siempre la voz cantante, con su agudeza para darle rima y sabor a los versos. En las festividades navideñas le llovían las hallacas de todos los vecinos. Mi papá al sacar del caldero las humeantes multisapidas, las primeras cuatro eran para la señora Rosana. En una oportunidad mi mamá le preguntó. ¿Cómo le parecieron las hallacas?. Buenas; pero las que más me gustaron fue las de la señora Aura. Mi mamá no le paró a la indiscreción; pues se las continúo mandando. De todas formas, pese a esta apreciación las hallacas de mi mamá eran las mejores. Aquella fortaleza de vigor, actividad y trabajo fue venciendo con los años, que no perdonan a nadie. Murió en compañía de sus hijos, nietos, amigos y vecinos de siempre.

Mis Agradecimientos:

Mis agradecimientos a Manuel, Isbelia y Helen, por haberme tendido la mano en momentos que no veía luz al final del túnel y sin dilación alguna consiguieron los recursos; sin esa ayuda generosa e inestimable mi intervención quirúrgica, no hubiese sido posible. Para ellos mi eterna gratitud. A Eunice que me brindó todos sus cuidados, dignos de un apostolado A mis hijos Luis Ernesto y Carolina; atentos a cualquier imprevisto. Vaya también mi reconocimiento a Roxana, Raúl, José Gregorio, Baiser e Ivonne. Mis tias, Marianne e individualidades como a la señora Gloria, la Sra. María (la prima), la Sra, Altagracia, la Sra. Elinor, Daniel, Yoni, Williams, Sergio, Caro. A mi cuñada Cati por su voz de aliento, su apoyo incondicional desde las distancias y sus llamadas oportunas y otras que escapan a mi memoria, pero siempre los tendré presente. Es obligatorio mencionar al médico tratante Dr. Luis Rendón, la Clínica Anfe, C. A. y al Centro de Emergencias del Hospital Uyapar. Para ellos mil gracias. Tengo que reconocer, que dentro de los límites normales de recuperación he sido un paciente no convencional; posiblemente porque no todos reaccionamos de la misma manera ante la embestida de cualquier altibajo. Hoy ya respiro nuevos aires y siento el palpitar de renovados ímpetus para salir adelante.

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Luís Roa

Licenciado en Administración de Empresas (ULA). Luchador social. Jubilado de CVG Alcasa

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