Columna: Punto y aparte

El perverso subsidio de la gasolina, la inflación y las elecciones

¿Tiene sentido que un ciudadano venezolano, pase 24 horas en una cola para repostar gasolina a tasa subsidiada? No. Aunque la persona crea que vale la pena hacer el sacrificio, no tiene sentido porque en la realidad está haciendo doble sacrificio. Pero eso ocurre normalmente en el interior del país, no es igual en las principales ciudades, donde llenar el tanque a tasa subsidiada, es más fácil.

La gasolina subsidiada, al final de cuentas, es más costosa, para todos. Para el Estado, que es el propietario de las empresas de fabricación de gasolina, porque tiene que dar cobertura a las pérdidas que la actividad genera. En medio de la actual crisis y con un banco central que no es independiente desde el punto de vista político, la cobertura se hace emitiendo bolívares. Puesto que esa es la única herramienta financiera con que cuenta el gobierno, actualmente. Al generar inflación, se crea disgusto en la población y el gobierno pierde popularidad.

Momento de ilusión

La emisión de dinero se traduce en una alta oferta monetaria, que, en un país con la productividad caída en 62 %, se convierte en inflación muy alta. Así que la persona que confía que se ahorró un dinero, al repostar gasolina subsidiada en las condiciones señaladas, vive una ilusión momentánea. La inflación que se genera por el proceso de monetización de las pérdidas de la gasolina a tasa preferencial, al final la paga en otros rubros, con alza de precios. Entonces esta persona también pierde, porque la gasolina que puso "barata", la pagará más adelante con el alza de precio de los bienes y servicios… y de paso, perdió 24 horas en la cola. Tiempo que pudo emplear en algo productivo.

Pero pierden más todavía, las personas que no tienen vehículos, los trabajadores públicos, los jubilados y el ama de casa del hogar más pobre. Porque estas personas, pagan con inflación, la gasolina que se le surte a quienes tienen carros. Es decir, los más pobres, pagan la gasolina de los que más tienen. Esto es una verdadera perversidad, una política errada y que contribuye a ensanchar las enormes desigualdades que existen, en nombre de supuestas revoluciones o políticas socialistas.

Y la corrupción

Pero peor todavía, la gasolina subsidiada es un foco de corruptelas en alcaldías y algunas instancias controladas por factores oficialistas. Hay alcaldes que "pasan la huella". Es decir, una persona que tenga asignados cupos de gasolina en la Plataforma Patria, podrá repostar sin hacer cola, si acepta pasar su huella por unos 40 litros, pero se le descuentan 120 litros. Lo que deja a los funcionarios corruptos, el resto de combustible que después negociarán en los mercados negros.

Paga el más pobre

La realidad anterior se vive en los pueblos más recónditos de Venezuela, donde hay más pobreza. En las principales capitales del país, hay gasolina subsidiada con mayor regularidad. Por lo tanto, los provincianos venezolanos, que hacen esfuerzos por pagar la gasolina a tasa internacional, están pagando el tanque que cómodamente, con muy pocas colas, están llenando los citadinos. Una verdadera injusticia.

Hay que acabar con la gasolina subsidiada

La eliminación del subsidio de la gasolina puede reportar más ingresos al Estado, y al haber una operación rentable, no tendrá que emitir dinero para dar cobertura a las pérdidas. Por lo tanto, quitaría un componente inflacionario por la vía de la monetización, cuyo artilugio, solamente apuntala la desigualdad. Eso ayudaría a desacelerar la inflación, que injustamente pagan muchos, sin tener vehículos. Sin la gasolina subsidiada, el que la usa, la paga. Y no venga nadie a decir que entonces habrá ajustes en los precios, porque ahora no hay gasolina subsidiada, porque las cuentas y costos, los calculan ya, a tasa internacional, sobre todo en el interior del país.

Sin embargo, como medida populista y como un mecanismo de financiamiento de algunos cuadros oficialistas, que no tienen otros ingresos, esta perversión podría seguir, en vista de que se acerca un proceso electoral presidencial el próximo año. Pero también, en vista de que hay una economía real, que impone su dinámica, el oficialismo tendría que evaluar, si decide ralentizar la inflación por esta vía, o mantener al clientelismo que todavía se financia de esta manera.

Por cierto, que nunca nadie pudo pagar un litro de gasolina con el Petro (PTR). En todas las estaciones de servicio, casualmente, se dañaron los aparatos para cobrar con la criptomoneda que creó el gobierno.

LA GRÁFICA: La crisis en su máximo

No es el debate huevo en redes sociales, sobre si Venezuela se arregló o no, que se basa en que si hay restaurantes, abastos y otros negocios recién abiertos. Es un dato que debe preocupar el futuro de los venezolanos. Venezuela es uno de los países con el peor endeudamiento en el mundo. Desde 2017 no se paga deuda y desde ese año, con la hiperinflación, se desplomó el PIB. Como la deuda no se pagaba, entonces esta aumentaba en relación con el PIB. Actualmente, la deuda de la República es de aproximadamente 250 % del PIB. Sin contar la de Pdvsa. Eso quiere decir que por cada dólar que se produce, se deben $2,50. Ni siquiera en uno de los peores años en que ocurrió algo similar, se alcanzó una proporción escandalosa que mostrara el verdadero rostro de la crisis económica. En 1994, la deuda llegó a 71,9 % del PIB y fue una época en que se gestaron los cambios políticos, que derivaron en la llegada al chavismo al poder.

*Nos leemos la próxima semana*

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Alex Vallenilla


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