Zona Económicas Especiales: ¿Ejemplo a emular?

El venidero mes de julio, la Nueva Asamblea Nacional cumplirá sus primeros seis meses en funciones y es muchísima la obra hecha en tan pocos meses, sobre todo si lo comparamos con la obra negativa de la extinta asamblea opositora precedente que, en cinco años, no legisló una sola Ley; abandonó sus funciones de control de los demás órganos de poder y en definitiva, solo sirvió a los intereses de EEUU y Europa en sus intenciones de destruir al Estado-Nación, República Bolivariana de Venezuela, desde su interior, en fin, propiciar el genocidio de la nacionalidad venezolana para garantizar el ascenso a funciones de gobiernos de la vieja política cuartarrepublicana y sus viejos dirigentes: Henry Ramos Allup, Julio Borges, Leopoldo López, Juan Guaidó y Omar Barboza, sus viejos partidos: AD, Voluntad Popular, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo, junto a ellos, los medios privados de incomunicación, Fedecámaras y la jerarquía de la iglesia católica, monseñores y obispos al servicio del golpismo, todo unidos en un único propósito: acabar con la Revolución Bolivariana. Restituir la vieja Venezuela, la anti Venezuela, el país negativo, la anti Patria. ¡La nada! La Nueva Asamblea Nacional, en poco menos de seis meses ha logrado reinstitucionalizar al país, eligió un nuevo CNE; restableció el diálogo con factores de la oposición, en fin, despolarizó al país. Además de cumplir con sus obligaciones constitucionales de legislar y convertir al parlamento venezolano en un foro para el debate de opiniones, tal como está concebido. Ha roto con el pronóstico de ese gran enemigo de la nación venezolana que es Josep Borrell, padrino del hijo adoptado de Donald Trump en Venezuela y líder de Los Rastrojos, alias Juan Guaidó, que en diciembre 2020, pronosticaba -después de celebradas las exitosas elecciones del 6D que abrieron camino a la Nueva Asamblea Nacional- que: «Desgraciadamente, se ha avanzado en la desinstitucionalización en el país. Eso es malo para todos, también para la oposición, y hay que volver a plantear una negociación entre las partes en Venezuela», en una entrevista telemática concedida a la presidenta de EFE, Gabriela Cañas. Lo decía, un criminal de guerra, resentido por la derrota que le había infringido el pueblo venezolano en las urnas electorales. Tan solo un punto gris en la gestión, que es pertinente resaltar, y el mismo tiene que ver con aquella propuesta de la diputada Iris Varela de exhortación al Poder Judicial para que actuara sobre los responsables de los graves crímenes causados contra la República por parte de los actores nacionales antes señalados, y que obtuviera como respuesta la de posponer por treinta días dicha resolución, en espera de respuestas de esa Comisión presidida por el diputado José Brito. Ya, han pasado casi seis meses y todavía nada de nada, las conclusiones de dicha investigación quedaron en el limbo de la impunidad. Raspada por ineficiente, es el puntaje que se ha ganado dicha Comisión Parlamentaria, que debiera ser redefinida.

«La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución…» (Art. 5, C.R.B.V.). «El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático y participativo…» según prevé la norma constitucional en su artículo 6. Ello, nos diferencia de la mayoría de los países que se encuentran regidos por la órbita de Washington, de preferencia democrática representativa y bipartidista, copias al carbón de la democracia imperial. Venezuela, al igual que Cuba y Nicaragua, proclaman su independencia de cualquier centro de dominación hegemónica y ello, lo enuncia la doctrina Constitucional Bolivariana como derechos irrenunciables de la Nación: la independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional (Art. 1, C.R.B.V.). Todos valores, que se corresponden con una cultura política –auténticamente- democrática, participativa y protagónica de su pueblo. Fortalecer esa cultura, ha sido una de las tareas de primer orden de la Revolución Bolivariana, su dirigencia política y popular, y de la Nueva Asamblea Nacional. Ello, lo refleja la experiencia reciente en que las contradicciones interclases se agudizaron según un patrón de Washington, en procura de inducir el cambio de régimen que –democráticamente- se han dado los venezolanos y venezolanas en más de 25 procesos electorales, en estos últimos 21 años de vigencia de la Revolución Bolivariana. Occidente, EEUU y Europa, han pretendido dar clases de democracia a quien ha vivido la democracia en exceso, como bien lo definiera en alguna oportunidad –acertadamente- el Hno. Lula Da Silva. Habría que preguntarse, sin jactancia, quién enseña a quién sobre valores democráticos?

El Diálogo, se ha fortalecido y se ha impuesto como solución y forma de hacer política, aislando a los golpistas y entreguistas de la venezolanidad al imperialismo. La fe, en la razón de los argumentos es la manifestación más certera de la confianza de la Nación en la discusión, en el debate de ideas, en los buenos y malos argumentos; la tolerancia, que dirime las cuestiones obscuras, en contra de la pasión y entrega a los intereses extranjeros que procuran la violencia y eliminan toda posibilidad de diálogo entre compatriotas, entre venezolanas y venezolanos prestos a convivir en una sola Patria, la suya propia. La pluralidad, como principal virtud democrática, como única y valida manera de evitar la concentración del poder emanado del pueblo el pasado 6D, ha sido el mecanismo que ha emanado de la actual directiva de la Nueva Asamblea Nacional integrada por los camaradas: Jorge Rodríguez, Iris Varela y Didalco Bolívar, como muestra de desprendimiento y búsqueda de más y mejor democracia. Y lo han obtenido, sabiamente, en el sentido que Norberto Bobbio proponía: «El pluralismo permite darnos cuenta de una característica fundamental de la democracia de los modernos con respecto a la de los antiguos: la libertad, más aún, lo lícito del disenso. (…) Una sociedad en la que el disenso no esté permitido es una sociedad muerta o condenada a morir». La democracia participativa y protagónica, representa la construcción de una convivencia ciudadana basada en la libre expresión de las ideas entre los distintos interlocutores. Cuando la Nueva Asamblea Nacional, saca a deliberaciones públicas la discusión de una determinada Ley, por ejemplo: la propuesta de Ley Orgánica de Zonas Económicas Especiales, es más que repudiable que actores nacionales acudan al despreciable artificio de propiciar miedo para desmeritar la propuesta, valga decir, infunden miedo para negarse al debate libre de las ideas y realizar contrapropuestas que parecieran no tener. El disenso fortalece la democracia, entonces, porque auto aislarse del debate, de la confrontación de ideas, creyendo –falsamente- que infundiendo temor a dicha Ley les garantizará su no aprobación. Quienes se han opuesto a esa propuesta de ley, lo han hecho de la manera tradicional occidental, pongamos como ejemplo la navegación de barcos de guerra iraníes por aguas internacionales. La mediática occidental, induce la idea que visitarán a Venezuela y Cuba, «cargados de armas» es la idea que más resaltan, como mecanismo para inducir terror por donde transitarán. Un buque de guerra, si algo lleva en su interior son armas de guerra, eso señala la lógica solo que para EEUU eso no es lógico, pese a que sus barcos militares, incluidos portaviones, se desplazan –libremente- por los mares internacionales «cargados de armas». Incluso, son el país que vende más armas en el mundo. Mediáticamente, no oficial, por supuesto, EEUU, advierte a Venezuela que no debe recibir en sus puertos navales dichos barcos, so pena de que Joseph Biden no estime pertinente reconsiderar el tema de las sanciones criminales contra Venezuela, el propio chantaje pues. Como si Venezuela fuera una colonia estadounidense, al igual que Colombia, Chile, Brasil o Perú y no un país soberano e independiente como proclama su Constitución. El Presidente Nicolás Maduro, ha respondido la insolencia imperial a un enviado –no convencional- de la Administración Biden, un reportero de Bloomberg que lo entrevistara recientemente y le preguntara al respecto. La respuesta de un país independiente y soberano como lo es Venezuela, fue tajante: Irán como país independiente y soberano, al igual que EEUU, puede navegar –libremente- los mares internacionales, respetando al derecho internacional. Venezuela, los recibiría al igual que lo hizo con los buques tanqueros iraníes que vinieron a Venezuela cargados de solidaridad a socorrernos ante la imperiosa necesidad de combustibles, inducida por ese imperio del mal que son los EEUU, eso lo dice quien suscribe este artículo y no el Presidente Maduro, que producto de su alta magistratura debe ser diplomático en lo que dice. Valga decir, el miedo no puede ser la manera de conducirse democráticamente, dejando a un lado la diplomacia de paz que proclama la Carta de la ONU como norma del derecho internacional. En analogía, es lo mismo que proclamar al debate de las ideas como norma fundamental de la democracia participativa y protagónica, y así lo ordena la Carta Magna Bolivariana para regir el procedimiento de aprobación de las leyes: «La Asamblea Nacional o las Comisiones Permanentes, durante el procedimiento de discusión y aprobación de los proyectos de leyes, consultarán a los otros órganos del Estado, a los ciudadanos y ciudadanas y a la sociedad organizada para oír su opinión sobre los mismos. Tendrán derecho de palabra en la discusión de las leyes los Ministros o Ministras en representación del Poder Ejecutivo; el magistrado o magistrada del Tribunal Supremo de Justicia a quien éste designe, en representación del Poder Judicial; el o la representante del Poder Ciudadano designado o designada por el Consejo Moral Republicano; los o las integrantes del Poder Electoral; los Estados a través de un o una representante designado o designada por el Consejo Legislativo y los o las representantes de la sociedad organizada, en los términos que establezca el reglamento de la Asamblea Nacional.» (Art. 211, C.R.B.V.). Acudir al miedo como método de debate, es solo un síntoma de negación del debate de las ideas. Un síntoma de negación de la democracia.

Las opiniones que hasta ahora hemos leído y escuchado de parte de las y los compatriotas que se oponen a dicha propuesta de Ley, solo se circunscriben a sus temores personales sobre algunas propuestas fallidas que nada tienen que ver con las Zonas Económicas Especiales, ZEE, cuya experiencia proviene –fundamentalmente- del área Asiática: China y Vietnam. Se confunden al compararlas con las maquilas, que se corresponden con una experiencia de México y EEUU, su tratado de libre comercio. Por lo demás, las ZEE, se corresponden con una experiencia exitosa en ambos países asiáticos, cuyos resultados están a la vista para quien quiera evaluarlas. Así, en la década de 1980-89, el PIB de China creció a un ritmo promedio anual del 9,7 %; mientras en Vietnam, que apenas al final de esa década comenzó sus reformas, creció a un ritmo de 5,0 % promedio anual. En la década de 1990-99, el crecimiento promedio anual de la economía China fue del 9,9 %, el vietnamita fue de 7,4 %. En la primera década del siglo XXI, ambas economías alcanzaron los crecimientos promedio anuales más altos de su historia contemporánea, siendo el de China de 10,3 %, y el de Vietnam 6,9%. Entre los años 2010-2017, el crecimiento promedio anual de la economía China fue de 7,9 % y el vietnamita fue de 6,9 %. China, ha sido el país que ha sostenido tasas de crecimiento más altas por el mayor período de tiempo en la época contemporánea y en los últimos años. Vietnam, ha mantenido altos ritmos de crecimiento que, sin ser tan espectaculares, sí le han permitido convertirse en una de las economías más dinámicas del mundo. En el caso de China, por ejemplo, en 1990, el 27 % del PIB lo generaba la agricultura, el 41,6 % la industria y el 29,3 % los servicios; mientras que, en 2017, la agricultura generó el 8,2 %, la industria, el 40,6 % y los servicios el 51,2 %. En el caso de Vietnam, en 1990, la agricultura aportaba el 38,7 % del PIB, la industria solo el 22,7 % y los servicios el 38,6 %; mientras que, en 2017 la agricultura representó el 17 %, la industria el 37,1 % y los servicios el 45,8 %. Antes de las reformas, ambos países estaban considerados por el Banco Mundial como de ingresos bajos y en la actualidad, China, aparece entre los países de ingreso mediano alto y Vietnam entre los de ingreso mediano bajo. Incluso, China, despunta como la primera economía del planeta. Ambos países, estuvieron clasificados por el PNUD como de desarrollo humano bajo y en la actualidad, China, se encuentra entre los de IDH alto y Vietnam se clasifica dentro de los de IDH medio.

El 18º Congreso Nacional del PCCh en 2012, estableció el objetivo de construir una sociedad –moderadamente- próspera en todos los aspectos. Al lanzar la campaña contra la pobreza en la nueva era, también enfatizó que «ninguna zona pobre, ni ningún pobre debe quedarse atrás en la consecución de este objetivo». En plena pandemia por coronavirus, China, anunció al mundo por intermedio de su Ministro de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, que habían erradicado la pobreza extrema (Noviembre 2020). Fue, el primer país en el mundo entero, en hacerlo ante el silencio y ocultamiento mediático occidental. China, ha logrado el objetivo de reducción de la pobreza de la Agenda mundial 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU, diez años antes de lo programado por dicho organismo. En las últimas siete décadas, China, ha logrado sacar a 850 millones de personas de la pobreza, lo que representa más del 70 % de la reducción de la pobreza mundial. ¡Un récord en la historia de la humanidad! Tal logro, ha permitido a China enfocarse ahora en apoyar aquellos países que requieran de su ayuda, tal como lo anunció su presidente, Xi Jinping, en la 73ª Asamblea Mundial de la Salud a través de una videoconferencia: «China aportará US$2 mil millones durante dos años para ayudar en la respuesta al COVID-19 y el desarrollo económico y social de los países afectados, especialmente en los países en vías de desarrollo. Además, China, trabajará con otros miembros del G-20 para aplicar la iniciativa de suspensión del servicio de la deuda para los países más pobres». Las Zonas Económicas Especiales, como estrategia de desarrollo económico han jugado un rol fundamental en tal logro de la humanidad. Las ZEE se sustentan en la Constitución de la República Popular China, su artículo 18: «La República Popular China autoriza a las empresas extranjeras, a otras organizaciones económicas extranjeras y a los individuos extranjeros para hacer inversiones en China y a realizar distintas formas de cooperación económica con empresas u otras organizaciones económicas de China, de acuerdo con las estipulaciones de la ley de la República Popular China. Las empresas y otras organizaciones económicas extranjeras en China, así como las empresas mixtas con inversiones nacionales y extranjeras instaladas en territorio chino, deben observar las leyes de la República Popular China. Sus legítimos derechos e intereses son amparados por las leyes de la República Popular China». Venezuela, apuesta por la construcción del Socialismo con características –auténticamente- venezolanas, acordes a su cultura, tradiciones, sistema político, Constitución y demás leyes de la República. Acorde a la búsqueda de un socialismo estable políticamente e incluyente, próspero y que genere riquezas para ser distribuidas a toda la población venezolana. Tal como lo preveía el Padre Libertador, Simón Bolívar: «El sistema de Gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política.» (Discurso de Angostura, 15 de febrero 1819). Refería, Maquiavelo, en su célebre obra: «El Príncipe» (1854): «…porque caminando los hombres casi siempre por vías ya batidas por otros, y procediendo en sus acciones por imitación (aunque a menudo no es posible seguir del todo los caminos de los demás, ni llegar a alcanzar la virtud de aquellos a quienes imitas), el hombre prudente debe intentar siempre seguir los caminos recorridos antes por los grandes hombres; e imitar a aquellos que han sobresalido de manera extraordinaria sobre los demás, para cuando aun cuando su virtud no alcance la de éstos, se impregne, al menos un poco, en ella; y debe hacer como los arqueros prudentes, que cuando el lugar que quieren alcanzar les parece demasiado alejado, conociendo además hasta dónde llega la potencia de su arco, ponen el punto de mira muy por encima del lugar de destino, no para alcanzar con su flecha tanta altura, sino para poder, con la ayuda de tan alta mira, llegar al lugar que se hayan propuesto.» (Traducción de Helena Puigdoménech, Madrid). Si los buenos ejemplos no deben emularse, entonces, cuáles debemos seguir?

Postscriptum: En próximo artículo, abordaremos el debate sobre el articulado de la Ley ¿Quién dijo miedo?

Caracas, 21-06-2021



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Henry Escalante


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